Paisajes alterados
Lousteau vuelve. Cubiertos para Monzó. Macri celebra el prematuro final de Massa.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
«Aquí está Macri en una punta y La Doctora en otra.
El resto es paisaje”
Jorge Asís
«El proyecto de Kirchner era para 2007, pero los tiempos se aceleraron y fue presidente en 2003», confirma la Garganta.
Pausa, sorbo de agua mineral, agrega:
«El proyecto de Lousteau es ser presidente en 2023. Entonces puede serlo en 2019».
Sir Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, estuvo al borde de estropearle la cuadrera a Mauricio Macri, Presidente del Tercer Gobierno Radical.
Para retribuirle, acaso para despejarlo del escenario, Macri lo hizo «su» embajador en Washington.
En el dramático ballotage de 2015, por la jefatura del Artificio Autónomo, Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, le ganó a Lousteau por un miserable punto. Consta que la doctora Carrió, La Demoledora, no hizo campaña, a su favor. Y eso que Lousteau llevaba como vice a Fernando Sánchez, Hermano Confesor y principal escudero.
Hoy los contados peronistas porteños que se referencian en el diputado Juan Manuel Olmos, El Grosso, se arrepienten, según nuestras fuentes, por no haberlo apoyado.
«Le hubiéramos arrimado el punto faltante».
UNEN, ECO, Cambiemos
Fastidia la patología de siglas. Lousteau iba contra el Geniol por ECO (Energía Ciudadana Organizada).
Un frepasito que concentraba sobrevivientes radicales, socialistas mormones y mencheviques, restos del puritanismo evangélico del ARI, y al penetrante partidito Confianza Pública. Fue inventado por la señora Graciela Ocaña, La Reina del Dengue.
A su vez, ECO sobrevivía al descuartizamiento de Los 5 Latinos de UNEN (cliquear).
Un Club de Amigos que fue oralmente demolido por La Demoledora. Mientras el reconocido cineasta Fernando Solanas, el Pino Romántico, abusaba de los prejuicios, Carrió agarró la carterita y se fue a Las Cuartetas a comer tres porciones de fugazzeta con fainá.
Al dinamitar UNEN, varios candidatos permanecieron en banda. Como el socialista Hermes Binner, el John Wayne de El Hombre Quieto, el realizador Solanas, o Julio Cobos, de la intrigante Logia Santa Romana, o Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca.
Después de la fugazzeta, Carrió precipitó su alianza con Macri, en Cambiemos. Para dejarlo en ECO, como garantía, al Hermano Confesor, el escudero Sánchez. En la situación incómoda de secundar a Lousteau, para estropearle el proyecto a Rodríguez Larreta, aunque al que iban a perjudicar, en realidad, si ganaban, era a Macri.
«Si Lousteau le gana a Rodríguez Larreta, había que empezar de nuevo», se florea otra Garganta. En vano. Torpezas de la historia contrafáctica.
El embajador Lousteau se encuentra ahora en la situación políticamente incómoda, como aquel Sánchez de entonces. Es embajador del gobierno que le proponen enfrentar.
Aparte, el diplomático está, según nuestras fuentes, como una pipa, sacado, bastante cabrero.
«Por la operación que le hicieron en Buenos Aires. Para dejarlo pegado a Hillary Clinton».
Fuentes de la embajada en Washington aún muestran copias de cables donde el embajador le propone a Macri que, para su visita, tome contacto también con voceros de Donald Trump.
«Pero Cancillería consultó. Rechazaron».
Radicales huérfanos
Sir Lousteau vuelve «a la república» de vacaciones. Como volvió Ramón Puerta.
Pero Lousteau vuelve con el objetivo de «armar su proyecto». Lo estimulan radicales huérfanos que ni empiezan siquiera a digerirlo a Macri.
Vuelve para ser candidato a diputado en 2017, o para Legislador de la ciudad, o sea concejal, a los efectos de armarse para Jefe del Artificio Autónomo en 2019. Sin aceptarlo, algunos pugnan por la precipitación de los tiempos. Para que a Lousteau le ocurra lo mismo que a Kirchner.
Significa confirmar que quien por poco le estropea a Macri la presidencia en 2015, puede entorpecerle la reelección en 2019 (si es que arranca el camión planchado del gobierno). O por lo menos puede terminar con Rodríguez Larreta, en la revancha del ballotage.
Las previsibles controversias pueden evitarse si Lousteau continúa vinculado, como planta permanente, al gobierno que lo destinó como embajador. Planta entonces a ECO, se pone la casaca amarilla de Cambiemos, para bailar Gilda y lanzarse a recitar las líneas liminares del discurso optimista que suele bajar Marcos Peña, y decir sin ruborizarse que se construyen «mil quilómetros de ruta».
Al cierre del despacho, la alternativa del optimismo institucional (que marca «la consolidación de Cambiemos», «la apertura hacia el mundo» que nos tiene en cuenta, y «la alegría de la sociedad por tener un gobierno transparente») no parece, según nuestras fuentes, emocionarlo.
Absorbidos por la Línea interna Todo por Dos Pesos, los radicales huérfanos, que se entregaron a Macri para inspirar el TGR, no tenían candidato. Pero ahora creen que tienen dos. En principio Sir Lousteau, al que facturan como propio, y segundo al doctor Facundo Manes, que fatiga con encantadora locuacidad los comités asombrados del cerebro.
Abundan los radicales que no mojaron la medialuna y están cansados, según nuestras fuentes, de enviarles curriculums al ministro Cabrera, De Repente Seductor. Y hasta al ministro Rabino Bergman, El Admor Local.
Se hartaron, los radicales, de mendigar por lugares estratégicos «en un gobierno de derecha» que no los tiene en cuenta. Cuando se sienten venerables socialdemócratas de centro izquierda más bien europea. No quieren, por último, quedar pegoteados, entre los pliegues de una derecha culposa que ni siquiera logra arrancar el camión de la economía pre-capitalista.
Colaboradores de Felipe
La vida política fue ingrata, en definitiva, con el ex gobernador Felipe Solá, La Mejor Expresión del Felipismo.
En condición casi presidenciable, Solá tiene tres celebridades que fueron miembros de su viejo equipo.
Mientras tanto, Felipe tiene que ver cómo demonios hace para renovar la banca de diputado. La conquistó, primero, con Kirchner en 2007. Para ir después contra Kirchner en 2009 (y a favor de Francisco De Narváez, Caudillo Popular). Y finalmente pudo renovar con La Franja de Massa, en 2013.
Las celebridades, que fueron sus colaboradores, hoy son meritorias cartas de intención. Aparte de Lousteau, está Florencio Randazzo, El Loco.
Es -Randazzo- quien crece en importancia cuanto más se calla. Se extiende la consagración triunfal de su silencio. Los medialuneros del peronismo se entusiasman con la posibilidad de encarar la interna pendiente entre Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, y Randazzo, en 2017. Probablemente un peldaño, si le gana a Scioli, para toparse con La Doctora en 2019 (aunque La Doctora, entre nos, jamás le dará unas PASO a nadie).
Si Randazzo continúa con la efectiva abstinencia del lenguaje, puede ser otro competidor de Macri en 2019.
Aunque Emilio Monzó, El Diseñador, proponga acercarlo a Randazzo. Para brindarle alguna sustancia al Cambiemos de Macri, la señora Vidal y Carrió.
Con sus críticas casi elementales, Monzó logró desmarcarse de la iliquidez del mundo PRO. Para crecer desde la política que sabe explotar, con moderada habilidad, los medios de comunicación.
Al plantear diferencias con el pensador Jaime Durán Barba, El Equeco, lo que logró Monzó fue tomar distancia y crecer, en desmedro de los insustanciales líquidos que le hacen caso a Durán Barba. O sea Marcos Peña, El Pibe de Oro, y sobre todo el peñista principal. Macri.
Si se mira la política desde la ventanilla (leer «Macri-La Doctora y el paisaje», cliquear), se advierte que, en un rincón, están Macri, Vidal y Carrió. A pesar de ellos, ahora tienen que poner un cuarto cubierto en la mesa. Con hambre, y la servilleta ajustada en el cuello, se les agrega Monzó.
Y en el otro rincón está siempre La Doctora, con Scioli cerca, aunque también muy golpeado. Sin pauta, los medios apelan a la objetividad.
Y el resto -se insiste- es paisaje. Sin embargo el paisaje se altera.
Objetivo Massa
Para la punta de Macri, el objetivo inmediato es dinamitar el gran valle que se ve desde la ventanilla. La domina. Es la Franja de Massa.
Sobre todo después que Sergio Massa los hubiera ventajosamente derrotado con el proyecto de las Ganancias.
Por haberse amontonado con los exponentes que se referencian en la punta de La Doctora. Para armar un tinglado que se extiende desde Lavagna, El Junior -de la Franja-, hasta Kicillof, El Gótico -de La Doctora-, o hasta la señora Victoria Donda, La Oriental. Compartían los anuncios y festejaban la derrota del gobierno, que iba a exhibir sus acumuladas cuotas de rencor.
Pero desde hacía tres días Macri descontaba, según nuestras fuentes, que la escena documental se iba a producir.
Pudo evitarla. Pero prefirió, según nuestras fuentes, que la postal se produjera. Lo movilizaba una sospecha perversa. La creencia que la asociación transitoria iba a tener el efecto de una ciénaga en la estrategia de Massa. Mientras los lineales destacaban que Massa había conseguido agrupar a todo el peronismo, a Macri lo tenían convencido. El enemigo de estación paulatinamente se enterraba.
Mientras lo chicaneaba a Massa desde Mendoza, antes de entregarse a su inclinación apasionadamente cultural por el descanso. Sin embargo Macri, tal vez por la cercanía del reposo, se volvió confidente y locuaz, en voz discreta, baja, para decir.
«Señores, el tramo final de Ventajita acaba de comenzar».
Massa dejaba de ser, para el Presidente del TGR, el «dador voluntario de gobernabilidad». El sonriente opositor que lo completaba, con astucia, en la mesa de Davos. El mismo que le decía, en campaña, sin propósitos de banelquearlo, «si yo me bajo, Scioli te gana en primera vuelta».
Volvía, sin piedad, a ser el ex Jefe de Gabinete. El ex Premier de La Doctora. Hasta la mañana en que por poco Massa se toma a trompadas con El Furia.
Pero es para otro paisaje, que se quedó atrás. Ya olvidado.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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