Presos de Lesa, tema tabú
Lo único que queda en pie del derrumbe kirchnerista.
Artículos Nacionales
Tabú:
«Cosa que no se puede tocar o decir».
escribe Oberdan Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Jaime, Lázaro, López. Los tres en cana.
Asedios judiciales para La Doctora y para Julio De Vido, la figurita principal.
Lista de espera para Aníbal, Capitanich, Abal Medina, Mariotto.
Ahora irrumpe el turno demorado de Amado Boudou, El Descuidista, injustamente desplazado del centro.
Hasta aquí, vaya y pase. Lícitas consecuencias de la «peste de transparencia (selectiva)» -cliquear- que anima la justicia, con repentino Avivol.
Se produce el desmoronamiento vulgar del kirchner-cristinismo.
Los datos inducen a valorar el aquí tratado «efecto comparativo» (cliquear). Un abuso que beneficia transitoriamente al TGR (Tercer Gobierno Radical, cliquear), que preside Mauricio Macri.
Pero al caer la indagatoria para el general Cesar Milani el desfile extravagante se complica.
Debe tratarse, en todo caso, lo último que queda en pié del edificio kirchnerista.
Trátase de la política de derechos humanos. Con la carga progresista de la «lesa humanidad» (en adelante Lesa).
Es cuando la justicia, con su inapelable legitimidad, y una contundente dosis de Avivol en ayunas, se introduce en la contradicción elemental que arrastra el TGR. Contiene la complejidad de una paradoja central, que le interesa, exclusivamente, a la parte afectada. Ante la indiferencia general. Ocurre que es un sector considerable del electorado cautivo de Macri. Del militarismo que mayoritariamente lo apoya.
Variable de ajuste
«El modelo» de la «década ganada» fue pulverizado en seis meses. Hasta el regodeo. Cae el encanto escandaloso del despojo.
Pero sólo persiste el tema tabú. Del que nadie, objetivamente, con claridad frontal, quiere hablar, al menos con relativa seriedad.
Trátase de los 2.138 presos de Lesa. Aunque sus defensores, con voluntariosa fragilidad, insisten en denominarlo «presos políticos». Pero pierden fabulosamente en la batalla conceptual. La semántica los golea. Son arrastrados y envueltos por los robos de bebés, los cuerpos arrojados al río, la tortura como metodología de conocimiento. Por el «terrorismo de estado» que de ningún modo puede situarse al nivel del terrorismo de las «formaciones especiales».
Pero estos presos de Lesa representan la variable de ajuste cultural. Es el costo fijo de la corrupción, que nunca es gratuita.
Hoy cualquier crítico agudo del kirchnerismo (como cierta minuciosa diputada) suele instalar, desde la televisión, que los derechos humanos le sirvieron, al kirchnerismo, de formidable caparazón para corromperse en paz. Piedra libre.
Para que no se obstruyera, desde la izquierda, el diseño del Sistema Recaudatorio de Acumulación, que el Portal describe desde hace doce años.
Sistema que -debe admitirse- tuvo éxito. Con la colaboración, acaso resignada, de los empresarios sin escrúpulos que se justifican, los financistas sin gesto de asco, o los editores de diarios que aportaban el invalorable silencio.
La caída, más que abrupta, fue inesperada. La alucinación de creerse impunes, de pronto, descarrilaba. Se topaban súbitamente con las causas que no se cerraban. Permanecían abiertas, como las heridas.
Para mantener a la izquierda adentro, para integrarla en el relato y conformarla, El Furia debía conceder. Distribuir algún caramelo de madera (ligeramente empolvado con azúcar impalpable). Darle, en fin, lo que la izquierda reclamaba.
No bastaba con la simbología de descolgar retratos de generales. El costo era bastante accesible. Querían presos.
Entonces el esquema esquemáticamente cierra. Se escribió aquí:
«El roban pero hacen se suplantó por el roban pero juzgan y condenan».
Con perplejidad ante la monotonía del desmoronamiento, con fantasía de excavadoras patagónicas y pintoresquismos de monasterios, la sociedad hoy contempla el show impresionante de lo robado. Secuelas fantasmagóricas del «fenómeno delictivo».
Pero sin reconocerle ningún mérito al «líder de culto».
Pero la sociedad perpleja se resiste a ver la variable del ajuste. No quiere que nadie le muestre, en el desfile, los presos. Solo las respectivas familias que comparten el cargamento del drama (Ver al respecto «Dobles víctimas», cliquear).
El peronismo vampírico
En sus distintas vertientes, el peronismo suele ser devastador.
Al construirse por primera vez en Argentina las bases de la transformación capitalista, durante la versión Menem, se vampirizó la UCD (Unión del Centro Democrático). El liberalismo clásico, con su tradicional impotencia, se fundió con aquella versión extrañamente peronista. Los liberales se sumaban, aunque tal vez no entendían.
En el plano que aquí interesa, con los polémicos indultos, Carlos Menem profundizó el camino de la Obediencia Debida y del Punto Final. Lo había iniciado Alfonsín, el presidente del Primer Gobierno Radical.
A los efectos de cumplir el acuerdo con los amigos Montoneros que indultaba, y en nombre de la Reconciliación Nacional, Menem creyó, equivocadamente, haber clausurado para siempre la tragedia de la represión. Los dolores de la guerrita privada, interna, con miles de desaparecidos que mantenían las llagas pendientes.
Otro peronismo, durante la versión kirchnerista, repitió el mecanismo vampírico de la devastación. Con Menem se absorbió la sangre de derecha de la UCD. Con Kirchner, en cambio, se absorbió la sangre de izquierda, del sensible progresismo de las organizaciones de derechos humanos.
Consta incluso que Madres de Plaza de Mayo, la agrupación más venerable y emblemática, derivó con Kirchner en una constructora quebrantada. Con el prestigio en el subsuelo.
Y una conjunción de intelectuales sexagenarios, con una lucidez románticamente setentista, adhirió con entusiasmo al «proyecto nacional y popular». Era lo que más se parecía a la confusión que habían apoyado en los momentos desperdiciados de plenitud.
También se escribió cínicamente sobre aquella ingeniosidad de Kirchner. «Con la izquierda captada se puede robar sin culpas».
Cronoterapia
De los 2.138 presos de Lesa, 681 tienen condena. Y hay 1.096 procesados en «prisión preventiva».
En cárceles, persisten, según nuestras fuentes, 205 presos de Lesa que tienen más de 70 años.
Sin embargo la cronoterapia no les da el derecho humano, a estos ancianos, a la prisión domiciliaria (cierto coronel estuvo en una cárcel hasta los 87 años).
Trasciende que 366 presos de Lesa murieron adentro. En cana. Y aquí la cronoterapia es implacable. Porque el 47% de los 366 presos que murieron, según nuestras fuentes, partieron en los últimos seis meses. Desde que Macri preside el Tercer Gobierno Radical.
Estos presos de Lesa, con los familiares que los padecen, en un 95 por ciento aún tienen esperanzas en Macri. Pero representan la cara oculta de la moneda.
Forman parte -aunque interesen sólo a los afectados- de la herencia recibida.
Pero tratar los presos de Lesa es mucho menos atrapante que regodearse ante el desfile catastróficamente macabro de los corruptos. La cara visible de la misma moneda.
Para los desmoronadores del kirchnerismo, tratar el tema tabú implica un riesgo. El de contemplar un lado apreciable en el kirchnerismo.
O de compartir (y acaso hasta elogiar) la política aplicada de derechos humanos.
O de pensar, en definitiva, que los presos de Lesa merecen, «por genocidas», estar bien presos. Hasta que paulatinamente se mueran, de a poco. Uno por uno. Porque es una inmodificable «política de Estado».
El silencio, en el tema tabú, es estruendoso. Y, hasta hoy, ostensiblemente unánime.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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