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Ahora que no es hora para nada

MAURICIO, SERGIO Y DANIEL (Miniserie inagotable): Lamentos de Mauricio y Sergio sobre la leche derramada. Tarde.

Oberdan Rocamora - 12 de octubre 2015

Miniseries

Ahora que no es hora para nadaescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

«Tarde me di cuenta que al final…»
José Canet

 

En 2007 Mauricio, El Ángel Exterminador, aprovecha el voto dividido del oficialismo para conquistar la jefatura del Artificio Autónomo.
Pero en 2015 Mauricio puede quedarse con las ganas de conquistar la presidencia, por haber dividido el voto opositor.
Paradoja extraña con moraleja: No aprendió de su propia experiencia histórica.

Dinámica del peronismo

En 2007 Mauricio se impuso sobre Daniel Filmus, El Psicobolche. Y sobre Jorge Telerman, El Peladito de Badía.
Telerman se encontraba al frente del Artificio. Desde que La Tragedia de Cromagnon arrastrara, para siempre, a Aníbal Ibarra, Resistente de Cerro Corá.
Entonces el peronismo, en su patológica versión kirchnerista, no supo generar una sola fórmula. Porque Alberto Fernández, El Poeta Impopular, aún era un funcionario importante. En ascenso suficiente como para obturar la candidatura de Telerman. Lo despreciaba.
Por aquellos rencores divisorios, emerge precisamente aquel Mauricio triunfal. Que domina el Artificio de la ciudad hasta para entregársela, con esfuerzo, a Rodríguez Larreta, El Geniol.

Ahora que no es hora para nadaLa historieta sirve para interpretar la dinámica del peronismo. Porque aquellos divididos y enfrentados hoy se amontonan para componer la desestructuración del Frente. Y promueven, para la presidencia, a Daniel, el Líder de la Línea Aire y Sol.
Desde El Peladito de Badía hasta el deteriorado Poeta Impopular.
Desde Cerro Corá hasta El Psicobolche. Todos se amontonan, con «fe y esperanza», detrás del Aire y del Sol. Y reservan un lugar próximo, incluso, para El Geniol.
Por coherencia clavada, Mauricio debía alentar la unión del voto opositor a Daniel. Y de ningún modo dividirlo.
Debía consensuar con Sergio, El Renovador de la Permanencia.
Pero ya es Tarde. Como en el tango «Tarde» (de José Canet, 1947, no perderse el video con la voz de Julio Sosa).

Leche derramada

Lamentos inútiles ante la leche derramada.
Con elaborada racionalidad, en el macricaputismo tratan de no aceptar que se equivocaron.
Prefieren insistir en el error olímpico. Sin asumir que la pifiaron, con el sublime cuento de la pureza. Lo «nuevo» sin contaminarlo con «lo viejo».
El cuentito resultó insuficiente. Como el armadito guión del «cambio». Idea eficaz para lucirse entre los convencidos. Nunca -lástima- para ganar elecciones. Es que aún impera «lo viejo».

Además de ser endeble, el guión se inspira en una fábula.
Ahora que no es hora para nadaIndica que el 60% de la sociedad se encuentra dispuesta al «cambio». Contra el kirchnerismo, la patología que se traslada al peronismo. Debe estar dispuesta, la sociedad, por lo tanto, después de tanto fracaso, a votarlos.
Pero la ecuación es falsa. Porque funden el antikirchnerismo con la otra figura. La de los peronistas críticos del kirchnerismo. No representan lo mismo. La diferencia es -qué horror- ideológica. No haberla captado a tiempo implica otra grave consecuencia. La frustración.

En el macricaputismo supieron menoscabar a dos profesionales de la «política vieja». Exponentes del siglo XX. El entonces aliado Ramón Puerta, Tengo Mil Novias, y el incorporado Diego Guelar, El Canciller.
Ambos -Puerta y Guelar- propiciaron, en 2014, con clarividencia, la necesidad de unir a Mauricio y Sergio. Como única forma de desalojar del poder a la patología.
Pero rebotaron. La onda del «cambio», en definitiva, cambiaba. Ya no venía desde el peronismo, que estaba agotado (y fracasado). Sí podía venir desde los radicales, quienes desde la debilidad iban a hacer el negocio de la vida. Colmarse de intendentes, de legisladores, fortalecerse y ser felices.

Mientras tanto el pensador don Jaime, El Equeco, aconsejaba conquistar territorio con lo propio. La pureza étnica del origen. Lo «nuevo».
Ahora que no es hora para nadaY para acercarse con exponentes de «lo viejo» estaban, en todo caso, los radicales. O lo que no era del gusto de Jaime: la coalición unipersonal de la señora Carrió.
La mera presencia monumental de Carrió imposibilitaba que Mauricio, en adelante, se acercara a Sergio. Como lo solicitaban los empresarios poderosos, los directores de medios que le suplicaban, francamente hartos de ser empujados por el kirchnerismo acosador y contranatural.
Pero Jaime y Marquitos, El Pibe de Oro, acertaban en algo fundamental. El peronismo estaba agotado. Y ni dudaron cuando, desde el Portal, fraternalmente, se les dijo que el peronismo, agotado y todo, podía embocarlos. Picarles el boleto. Vencerlos.
Al final Mauricio comprendió que, para llegar al balotaje, necesitaba los votos del peronismo crítico. Entonces le organizaron una kermesse para inaugurar el monumento a un irreconocible Perón, más parecido a Lorenzo Pepe. Venía decorado con peronistas aceptables de «lo viejo». El Momo, Venegas Lynch, y Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
Lástima que fuera Tarde. «Ahora que no es hora para nada», con estatuas no alcanza. Y las recursivas cartitas abiertas ya no conmueven a ningún destinatario.

La utopía del balotaje

Ahora que no es hora para nadaPara ser ecuánimes, debe consignarse también el error de Sergio.
En 2013, cuando estaba «en la buena», Sergio no quería saber más nada con Mauricio. Lo humillaba, según nuestras fuentes.
Pero en 2015, cuando lo depilaron, desde afuera y adentro, «en la mala» (leer «Depilación a la cera negra», cliquear), Sergio buscó las maneras de acercarse a Mauricio, que justamente estaba en alza. Tarde.

Después de La Batalla de Gualeguaychú, cuando Mauricio le ganó la pulseada por los radicales, el proyecto presidencial de Sergio carecía de sentido. Intentó entonces rendirse ante Mauricio. Tarde.
«Con Sergio nada». Quien humillaba ahora era Mauricio.

Para colmo, muchos intendentes formaban fila india para abandonarlo a Sergio. Desde Giustozzi hasta Katopodis.
Pero se le iba a ir también Francisco De Narváez, El Caudillo Popular.
«No se confunda» -interrumpe la Garganta exagerada. «A Narváez se lo mandó Daniel. Para fulminarlo a Sergio, desde adentro».
Como se iba a ir Tito Lusiardo, alias Juanjo, o Miguelito Peirano. Y hasta la señora Mónica López, La Blonda, sin «llevarse la que puso».
Ahora que no es hora para nadaEn el Club Swinger se cambiaba la Franja de Massa por el Aire y el Sol.

Al final Sergio pudo recuperarse. Por el acierto de mostrarse más sólido y menos vivaracho. Al lado de Roberto Lavagna, La Esfinge, y de José De la Sota, El Cuarto Hombre. Dos que lo blindaban. Tarde.
En realidad con los blindadores, «ahora que no es hora para nada», a Sergio tampoco le alcanza.

Ni les sirve siquiera a Mauricio y Sergio polarizar entre ellos por el privilegio de ser segundos. Complementos insólitamente divididos, que llegan tarde y juntos. Para unirse, tardíamente, si tienen suerte y logran conquistar la utopía del balotaje.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com

https://www.youtube.com/watch?v=3qA_RzdCgnI

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