Milani y la purificación del Ganges
Consecuencias de la patología impulsada por el kirchner-cristinismo.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
“Si le chuparon el asistente, a Milani le cabe la Teoría de Dominio del Hecho”, confirma la Garganta.
Suponer que César Milani, a los 21 o 22 años, tenía poder de decisión para salvar o matar, en el Ejército de Bussi y de El Cachorro, es patológicamente infantil.
Como suponer que Luis Patti, con 24, era el gran pesado, en la policía bonaerense de Camps y Etchecolatz.
(A propósito, en descenso estomacal de búsqueda informativa, un asesino de verdad lo descalificó. “¿Patti pesado? ¿Desde cuándo? Si no enfrió a nadie. Desde Rosario los entregaron fríos”).
Pero el ex intendente de Escobar y diputado -Patti- sigue en cana. Como otros mil doscientos impuros. En cambio el general Milani, purificado, es el titular del Ejército.
El Ganges-Cels
Benarés es la ciudad santa del hinduismo. Situada al costado del Ganges, en uno de los tramos putrefactos del río mágico, que viene desde el Himalaya.
Las aguas del Ganges permiten la sumisa depuración interior. La limpieza ancestral de los pecados.
Quien se sumerja en las aguas oscuras del Ganges, queda renovado. En condiciones de volver a pecar.
En la historia reciente de la Argentina impura, el equivalente del Ganges es el CELS.
El Centro de Estudios Legales y Sociales. Organismo venerablemente humanitario que puede signar las depuraciones.
Las condenas. Eclipsar carreras. O acelerarlas con el esclarecimiento de su luz verde.
Aquel militar confiable para el CELS, que aporte información sensible, relativa a otros pecadores, se gana el derecho de circular.
Continuar. Ascender. O inducir la bolilla negra para los pecadores, alojados en la mazmorra de Marcos Paz.
O en el destino domiciliario, privilegio para algunos pecadores octogenarios. Extensión literal de la condena hacia la familia del pecador.
Para multiplicación de los panes del rencor. Los peces del resentimiento.
(Se escribe la crónica desde la asunción del fracaso personal. Por haber avalado los indultos de 1990, hacia los jefes militares y los guerrilleros. En nombre, lo peor, de la Reconciliación Nacional. Una estratégica ingenuidad).
¿Aportó el general Milani, en su expreso colaboracionismo, la suficiente información al CELS, para purificarse?
Las fuentes, necesariamente anónimas, confirman que sí. Pero el cronista no puede hacerse cargo.
Por sospechas de pecados infinitamente menos relevantes y contundentes, que los que se atribuyen al general Milani, con o sin “teoría de dominio del hecho”, hay centenares de presos.
Otros centenares se encuentran en lista de espera. Algunos tenían la obligación de saber que, en sus destinos, persistían chupaderos.
Casi cuarenta años atrás, cuando ni siquiera existía el fax y se cometía el peor de los pecados. Matar.
Pese al mandamiento inútil: No matarás. Pero en la Argentina pecadora de los setenta se mató a discreción. A canilla libre.
Servilletas-War
El cristinismo naufraga en la incoherencia.
Impulsada por Carlos Zannini, El Cenador, acaso a su pesar, La Doctora se sumerge en el viejo error que, en su momento, arrastró a Raúl Alfonsín.
Consiste en gestar, o suplir, a partir de la desconfianza hacia la inteligencia estatal, una suerte de inteligencia paralela. Superadora.
De la mano del olvidable Dante Giadone (y de López, un Germán inolvidable) Alfonsín supo armarla en Leandro Alem 218 (Leer “Partes de Inteligencia” de nuestro director, J.A.).
A La Doctora -guiada por Zannini- le proponen armar la equivocación desde el Edificio Libertador.
Al frente abierto contra el Grupo Clarín, contra la Suprema Corte y la realidad, debe sumarse el frente lanzado, desde aquel mamarracho trunco con Irán, contra la misteriosa superestructura que se le atribuye a El Ingeniero.
Para generar el conflicto que deriva, en adelante, en las Servilletas War.
Interna que el cronista prometió declarar inexistente. Para no tratarla.
Es -como en el tango- tarde.
Caricaturas de Sabat
Extraña que Milani, un zapador (del arma de Ingenieros), convertido en el profesional de la inteligencia que tuvo la astucia de “quedarse con todo”, haya sido, en definitiva, tan poco inteligente.
Le chingó justamente en el diagnóstico. Deplorable el sistema de evaluación y prospectiva.
Ni sospechó que su triunfo -escalar hasta lo más alto- derivaría en la antesala del fracaso.
Sin darse cuenta que al asumir como Jefe de Estado Mayor, se le iba a desmoronar el castillo, muy costoso, pero de arena.
Aunque por instrucción de La Doctora, Milani debía arreglar sus diferencias con el doctor-coronel Berni.
“Los ministros no van a obstaculizar sus tareas”, les dijo La Doctora, separadamente, según nuestras fuentes, a Milani y a Berni. “Pero termínenla entre ustedes”.
Total, Garré, oportunamente intervenida por Berni y protectora de Milani, ya no estaba más en Seguridad. La suplantaba la caricatura de Puricelli.
Y en Defensa Puricelli había sido suplido por la caricatura de Agustín Rossi.
Podía tranquilamente La Doctora entenderse con los dos. Con Berni y Milani.
Ya que Puricelli y Rossi emergían como dos perfectas caricaturas de Hermenegildo Sabat.
Tampoco se dio cuenta Milani que se le iba a emancipar el general Carena, aunque no registrara peso en la balanza.
Como Carena tenía llegada propia a Zannini, de pronto asumía como Jefe del Estado Mayor Conjunto.
Tampoco le sirvió a Milani la sobreactuación. El forzado rol de general bolivariano.
Otro espanto en materia de inteligencia. Y todo por haber confiado en la efectividad purificadora de las aguas sucias del Ganges-Cels.
Por la certeza de creer que se habían eliminado, en su totalidad, las huellas de sus pecados juveniles.
Subestimó, en el fondo, la capacidad para acumular datos sustanciales de los nuevos enemigos. Para lanzarlos, a la mesa del primer plano, cuando correspondía.
El oxímoron de la inteligencia militar
Con su gobierno a plazo fijo, y en campaña electoral, a La Doctora ya le sale muy cara la iniciativa de Zannini, el cordobés del llano. De elevarlo a Milani, el otro cordobés, pero de la sierra.
Para repetir la ceremonia de la desconfianza de Giadone y López, hacia la Cooperativa de Crédito de 25 de Mayo 11.
Sede central del SI, la antigua SIDE. Para preferir respaldarse en el oxímoron de la inteligencia militar. Del Ejército comandado por un hombre de la causa.
Al contrario de Zannini, debe aceptarse que Milani mantiene lazos familiares con el peronismo.
Su padre, el homónimo de Cosquín, aporta el nombre a la Unidad Básica que aún maneja su hermano. Maltratado por cierta enfermedad, el pobre padece los efectos colaterales de la promoción del hermano César.
Que asciende. Pero para caer. Irreparablemente.
Culpas del pasado, asociadas a la patología de interpretación, que alguna vez le obstaculizaron el ascenso sustancial.
En la ocasión -según la Garganta-, pudo salvarlo Juan Carlos Mazón, El Chueco.
“Es el hermano de un compañero, hay que apoyarlo”, les bajaba línea El Chueco, a los senadores.
Para terminar, Milani cayó en las redes de su propia trampa. Como si se asistiera a la venganza técnica de sus víctimas. Como Montero, Prieto Alemandi, “Tanguito” Bruera.
De nada le sirvió, al fin y al cabo, a Milani, la purificación del Ganges.
De continuar con el esclarecimiento de las filtraciones, pese al silencio humillante de las organizaciones alquiladas, a Milani no podrá salvarlo, en el ocaso, ni siquiera El Chueco Mazón.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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