Reutemann y Binner
KEYNESIANISMO ELECTORAL (II): Las obsesiones de Kirchner y Carrió.
Miniseries
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
En la ceguera del desbande, el Elegidor -que transformó a la Elegida en Locutora-, instruye, según nuestras fuentes, accionar en perjuicio del Portal.
Vaya el simple acuse de recibo. Para que recapaciten y sólo se trate de un berrinche.
Conste que Asís no se queja ni reclama solidaridades. Asís -en todo caso- devuelve. Constátese y olvídese.
O.R. / Redactor Estrella
En el final del capítulo 1, de la miniserie «Keynesianismo electoral», se insinuó que Kirchner, en la plenitud del descacaramiento, decide ir, irresponsablemente, por más.
Para sostener la imposibilidad de su permanencia, necesita imperiosamente que nadie crezca. Ni siquiera dentro de sus «brigadas diezmadas».
Es admirable. El Elegidor supone que aún le queda resto para proyectarse, más allá del 2011. Durante décadas, la política -considera- estuvo al servicio de la economía. Gracias a El, vuelve la normalidad. La economía ahora se encuentra al servicio de la política.
El delirio se encuentra signado por la alucinación autista que suele estimularse con whiskies inquietantes. Con autorreferencias patológicas.
En semejante contexto, los silencios inexpresivos de Reutemann, conjuntamente con la magnitud de los desaires, le preocupan, a Kirchner, más que los simpáticos saltos ornamentales de Felipe Solá.
Aunque Solá vaya asociado, ilusoriamente, con Macri, El Niño. Y juntos intenten entenderse con De Narváez, el Caudillo Popular.
La alianza -Macri/Solá- se encuentra acotada por la perentoriedad. Ambos aspiran a ser lícitos presidenciables en el 2011. Aseveración que anticipa que Macri y Solá van a caminar juntos durante el 2009. Aunque es improbable que el plazo fijo se renueve más allá del 2010.
«El imperio de lo efímero», es el título del libro clásico del filósofo Gilles Lipovetsky.
Son Lipovetskianos, Solá y Macri, sin necesidad de haberlo leído.
Inocentadas
Kirchner necesita renovar su hegemonía en la provincia de Buenos Aires. Extender los respectivos alquileres con los minigobernadores del conurbano. Para tal módica utopía, se impone la eficacia del keynesianismo electoral, ya aplicado en el 2005, e instrumentado por De Vido y Alicia Kirchner. Con los millones de glucolines que aún no tienen, para completar las obras reiteradamente anunciadas. Sirvieron para las vociferantes ceremonias de Kirchner, en general acompañado por la estampilla leal de Scioli. Y por un De Vido que aún le muestra eficacia, aunque cada día con menor convicción. Tal vez porque trasciende, en De Vido, la percepción unánime del colapso. La sospecha que se encuentran en un camino sin retorno. Contiene un destino inexorable de frontón. Se estrellan.
Necesita triunfar Kirchner, en la arrendada provincia de Buenos Aires, para que Reutemann, en caso de vencer a los socialistas originales en Santa Fe, no se convierta, automáticamente, en el candidato natural del peronismo que cambia saludablemente de orientación.
Porque Reutemann viene asociado, probablemente, a Romero, el salteño que sabe diferenciarse del amontonamiento de los disidentes. Con el desafío racional de ofrecer, Reutemann y Romero, a la sociedad agobiada por los progresismos imaginarios, el otro rostro de la superstición peronista. Con perfiles previsiblemente sensatos.
Valores que el analista Rosendo Fraga sintetiza con la palabra moderación. Antagónica, semánticamente, de exceso. De desborde permanente. De la sensación hartante del conflicto apasionadamente innecesario, que tanto aportó a la creativa brutalidad cultural del kirchnerismo. Jactancias que -albricias- se extinguen.
En materia de Reutemann, hasta aquí, se registró, apenas, un atisbo de esbozo. Una exitosa operación profesional del periodista Mauricio Maronna.
Durante el epílogo del 2008, en La Capital de Rosario, Maronna levantó unas declaraciones distraídas de Reutemann. Fueron soltadas en una emisión rosarina de cable. Difundidas, justamente, en el Día de los Inocentes. «Pensar en ser, tal vez, el candidato a presidente».
El atisbo de Reutemann marcó el primer error de Solá. La inocentada sanguínea de pretender que Reutemann definiera, de inmediato, si se encontraba a favor, o en contra, de Kirchner.
Aparte de la reacción histericoide, el atisbo de Reutemann produjo, además, el perceptible opacamiento de Cobos, el Plan B que comparte, discretamente, una mayoría sigilosamente silenciosa. En otra inocentada, Cobos salió a buscar los aplausos del verano. A captar fotografías de celulares, entre los autógrafos de los balnearios.
Bosta emocional
La repercusión del esbozo presidencial de Reutemann motivó también que Kirchner, en un rapto de astucia rescatable, decidiera apropiarse intelectualmente de la postulación. Contó con la complicidad involuntaria de los columnistas fascinados por la idea de destacarse con hallazgos.
Por lo tanto, al percibir que aquel esbozo de Reutemann desacomodaba a Solá, y que intensificaba la participación de Cobos en todos los festivales, Kirchner decidió transformarlo, a Reutemann, en un candidato propio. Con la esperanza de agregarle, en el combo santafesino, a Rossi, alias El Chivo.
Rossi es, en Santa Fe, un condenado por haber sido leal. Crece en la consideración interna, como consecuencia del escrache estúpido que complementaron los chacareros sin conducción.
Entonces crece justamente Rossi en la interna por sostener la demencia agraria, impulsada por un kirchnerismo a la deriva. En clara consonancia con aquellos chacareros furtivos que le arrojaban la bosta emocional.
El pobre Rossi hoy mantiene las dificultades para caminar por Rosario. Similares a las que mantiene Kirchner, para deambular por Río Gallegos.
Lo destacable es que Reutemann, casi sin hablar, a través del lenguaje expresivo de los desaires, se las ingenió para situarse en el primer plano. Y mostrarse hábilmente autónomo.
A esta altura, Kirchner debiera resignarse a no dominar a Reutemann. Nunca.
Escenarios escalonados
El atisbo presidencial de Reutemann desata un conjunto de escenarios escalonados.
Por ejemplo adelanta el proyecto presidencial de Hermes Binner. El gobernador de Santa Fe se encuentra exactamente grandecito para lanzarse en la próxima. Tendrá, en el 2011, 68 años. Un cuadro generacional como el de Reutemann, que tendrá 69.
Aunque el reloj biológico, en este caso, institucionalmente puede adelantarse.
En la óptica de Fraga, un socialista de aparato, como Binner, es también un moderado.
Aunque ahora Binner se asome a la desmesura, para abandonar el laconismo tradicional. A los efectos de repetir, con una dureza institucional que sorprende, y que le queda mal, estéticamente forzada, aquellos argumentos baratos que consagraron a Reutemann como El Mártir de Punto Doc. Referencia a aquella emisión desaparecida, Punto Doc, al servicio del primer kirchnerismo, donde se pulverizó mediáticamente a Reutemann. Al que le asignaron la responsabilidad por los siete muertos del 2001. Y por la tragedia de los inundados.
La elección de Santa Fe perfectamente puede competir, en gravitancia, con el keynesianismo electoral que se registra en Buenos Aires.
Porque el próximo presidente, casi ineludiblemente, surge del resultado de la compulsa entre Kirchner y Solá, en Buenos Aires. Y de la compulsa entre Reutemann y Giustiniani, en Santa Fe. Aunque, en realidad, con mayor precisión habrá que interpretarla como un clásico combate entre los descendientes invictos de inmigrantes suizos. Los que nunca perdieron una elección. Reutemann y Binner.
Para concluir el capítulo 2 de la miniserie, debe consignarse que, para clarificar su proyecto, el principal obstáculo de Binner no es, de ningún modo, Reutemann.
Hasta hoy, Binner lo supera. Según un informe secreto de Consultora Oximoron, lo aventaja en alrededor de seis puntos.
No hay que olvidar que Reutemann debe arrastrar la mochila de Rossi. Mucho peso para un año electoral, signado por el infortunio paralizante del campo.
De todos modos, el obstáculo fundamental de Binner es, para ser exactos, la señora Carrió. El dilema es recíproco. Ideal para tratarlo en otro despacho.
Si es que Reutemann no se carga al hombro la mochila de Rossi, pronto tendrá que tolerar las próximas conspiraciones de Kirchner. Porque lo cree, según nuestras fuentes, su estratégico rival.
Es de esperar que esta vez no le muestren, a Reutemann, ninguna imagen terrible, que lo haga retroceder. Como cuando «la historia fue a golpearle la puerta de su casa, y no la quiso atender. Porque se afeitaba». Pueden mostrarle, por ejemplo, la fotografía de un banquero suizo, S., que anduvo por Buenos Aires y Montevideo. Reutemann debe esmerarse, aún más, en los recaudos.
Ocurre que Kirchner se encuentra grotescamente desbordado. Con la cadena interrumpida de la sensatez. Obsesivo y autorreferencial hasta la patología. Al extremo de instruir, incluso, al «espía que llega diariamente de Abril». Para que «el Espía de Abril» le arme algo, en lo posible pronto, al director del Portal. Con la colaboración de un laburante de la desertificada casa de gobierno.
Una integral. Cualquier causa judicial. ¿Algún sustito?
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
Continuará
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