Etnocentrismo (I)
Buenos Aires coloniza culturalmente a la Argentina.
El Asís cultural
escribe Carolina Mantegari
Editora Responsable del AsísCultural
especial para JorgeAsísDigital
Se nos reprocha por ocuparnos, en exceso, de las situaciones internas de Buenos Aires. En versión Provincia o Capital.
Se nos califica, en definitiva, de etnocéntricos. Por brindar atenciones prioritarias hacia los factores tildados, desde las múltiples periferias, de centralismo. En desmedro de la gravitación del resto del país. Es aceptablemente injusto.
La crítica apunta hacia una cuestión compleja. La ecuación insoluble Buenos Aires-Argentina. La complejidad citada consolida rencores internos. Resentimientos fácilmente perceptibles. Basta sólo con salir de la capital.
Muestra que la colonización de la Argentina, por parte de Buenos Aires, es estructuralmente política. Pero sobre todo es Cultural. Ámbito de nuestra competencia.
El sinceramiento se impone. Entre el desconcierto de una nación conceptualmente diluida, sometida al enunciado artificial del federalismo.
En todo caso, el Portal se encuentra menos signado, por el etnocentrismo, que el plantel de gobierno que acompaña el primer plano de La Elegida.
Se asiste, en el plano individualmente nacional, a la presencia unánimemente agresiva de Buenos Aires.
A nadie puede indignarle entonces que Kirchner trastorne su identidad. La tergiverse, como la señora Carrió, De la Rua, o el inolvidable Erman González. A los efectos de cumplir el sueño pendiente del provinciano. De diplomarse súbitamente como hombre (o mujer) de Buenos Aires. Gloria realizada a través, en el caso de Kirchner, de la anécdota más insustancial. Por haber residido, en tanto Presidente, en Olivos.
La tergiversación de la identidad magnifica la ilusión de ser (de sentirse) porteño. Está servida la dimensión cultural del conflicto.
En lo estrictamente político, la impostura demuestra en realidad que, en materia básica de poder, quien no mande en Buenos Aires, en la Argentina está pintado.
Factor Cobos
Los problemas de adaptación de Cobos se interpretan desde el contexto que lo condena.
En los peldaños más altos del poder actual, Cobos emerge como un infiltrado. Pero no es por ser radical, que tiene su derecho; o por ser (des)calificado como traidor. El concepto desdeñable de traición emerge, en el factor Cobos, como un pretexto. La culpa principal de Cobos consiste en que es mendocino. Sin planes aparentes para tergiversar su identidad.
Entonces los bonaerenses del gobierno, a Cobos, tienen que masacrarlo.
El Buenos Aires tergiversado de los Kirchner no asimila la insolencia del infiltrado. Representa al Resto del País. «Al enunciado falso del federalismo».
Se explica que Kirchner quiera despojarse, en cuanto pueda, de ser santacruceño. Accidente de una identidad que le sirvió meramente para proyectarse. Y enriquecerse.
Fundamentaciones
La número uno, La Elegida, es de Buenos Aires. De La Plata. Para escalar debió tergiversarse como santacruceña. Es una Samantha de barrio. Una «flor robada» que se la llevaron hacia el utilitario Santa Cruz. Para legitimar la impostura de dos rebeldes, que se enriquecen legitimados por la persecución imaginaria de los militares.
Con el número dos, con el Factor Cobos, es, se dijo, con quien se debe terminar.
Uno de los detractores privilegiados de Cobos es el número tres del organigrama. Senador Pampuro, Crédito del Portal. Pediatra altruista de Lanús.
Según maltratos retóricamente inofensivos del colega Rocamora, Pampuro supo consagrarse a través de los mates con sacarina que solía cebar, al caudillo, en una histórica cocina de Lomas de Zamora.
El resto del Gabinete es anecdóticamente uniforme. Massa, el Jefe nominal de la plantilla etnocéntrica, es el bonaerense de suburbio que reemplazó al poeta porteño Alberto Fernández.
Oriundo de San Martín, alcalde de Tigre. El máximo logro de Massa consistió en la producción del ascenso del Club Tigre, a la primera división del fútbol.
Tigre es, para Massa, lo que Boca es para el porteño Macri (el adversario que se quiere destruir por motivos previsibles, nada culturales).
El Ministro del Interior, Randazzo, procede, en cambio, del «Buenos Aires profundo». Etiqueta que supo estampar Le Pen, en Francia. Randazzo es de Chivilcoy, ciudad a la que hoy, por aquel litigio del campo, le cuesta volver.
Justifica que Randazzo salga a atacarlo a Cobos, con la dureza del que obedece.
Randazzo mantiene la tarea titánica de auditar, según instrucciones, al suburbano Massa. Y de suplir a otro representante del conurbano, Aníbal Fernández. Otro ladrón de flores, de Quilmes.
Con la irrupción de la Samantha Cristina, el quilmeño Fernández debió trasladarse de ministerio. Con la Policía Federal al hombro. Para recalar en Justicia. Hacerse cargo de la jurisdicción que le correspondía al porteño Alberto Iribarne.
Iribarne iba a ser despachado hacia Roma, pero terminó en su bufete de abogado, cerca de Tribunales y del Petit Colón. Con seguridad, Iribarne hoy comparte las solidarias lamentaciones de tango. Con aquel poeta menor, el de «los versos más tristes». Alberto Fernández.
En la Argentina colonizada por Buenos Aires, se registraron otros cambios de barrio. Santiagueños, salteños y correntinos, abstenerse. Formoseños, sanjuaninos, a leer el diario.
Por ejemplo en el Ministerio de Salud. Ginés González García, oriundo de San Nicolás, es otro natural «del Buenos Aires profundo». Fue reemplazado por otra suburbana, para colmo su enemiga. La señora Graciela Ocaña, procedente de San Justo, aunque del más presentable Castelar. En la actualidad Ocaña se dedica, con extraña solidaridad bonaerense, a la faena magna de perseguir judicialmente a Ginés. Con el objetivo de destruirlo. Como en sus mejores tiempos del Frente Grande, o del ARI. Por expresas instrucciones del matrimonio.
Abreviaciones
Para abreviar la primera entrega de Etnocentrismo, en la nulidad jactanciosa de Educación, el porteño Tedesco sucedió al porteño Filmus. Antes del enroque, como máximo logro, Filmus supo instaurar la caja de Encuentro. 19 millones anuales para el monedero que sirvió como canal. A los efectos de concientizar a quienes necesiten suponerse sensiblemente cultos.
Nadie, en Trabajo, lo va a desalojar al porteño Tomada.
Infortunadamente tampoco puede asegurarse la presencia, más allá de los tributos de finales de año, de otra porteña magistral. La señora Nilda Garré.
Hoy Garré se encuentra apenas sostenida por el temor reverencial que los Kirchner inexplicablemente aún le dispensan al hijo del célebre Bernardo Verbitsky. Autor del canónico novelón «Villa Miseria también es América».
Tampoco cuenta con el ministerio asegurado otro bonaerense que suele regar su imagen con la conveniencia del silencio. Jorge Taiana, impulsor de la Diplomacia de las Regionales.
O el único ministro indispensable, De Vido, que se agarra para no caerse por la sucesión de escándalos, felizmente atenuados por el descalabro internacional. Es De Vido otro falso pingüino. También es un tanguero de Buenos Aires.
Para disimular la agresiva vigencia del etnocentrismo cultural, aparece la Hermana Alicia. Sobre todo para asegurarle al hermanito el control del presupuesto de barbarie, útil para garantizar hinchadas fervorosas, para aplaudir en la civilización de las presentaciones. Queda, casi inadvertido, el tal Marañao. Aunque nadie registró, hasta hoy, la existencia de Marañao. Que también es, con seguridad, de Buenos Aires.
Carolina Mantegari
para JorgeAsísDigital
permitida la reproducción sin citación de fuente.
Relacionados
El Don Juan de la Seducción Rentada
Grindetti se dispone a arrebatarle la gobernación que tenía en el bolso. Pero se le vinieron en patota los desastres.
La chispa, la pauta y la literatura siciliana
Sentencia clásica, para permanecer "es necesario que todo cambie". Para que todo siga exactamente igual.
Como los billetes de Gostanian
Es el neomenemismo libertario de Javier. Pero aquel Carlos tenía detrás al Partido Justicialista.