Noticias de Ener
Escribe el Ener al Portal, un día antes de su detención.
Miniseries
El miércoles 3, Marcelo Gaspar Chiapetta, alias El Ener envió al Portal un nuevo correo electrónico, titulado «Denuncia».
Para ser exactos, fue un día antes que lo detuvieran, por Larrea casi San Luís, donde vive su hermano.
Como en los textos anteriores de las distintas versiones de Eners, el correo «Denuncia» contiene ciertas claves que pueden resultar de utilidad.
Si es que se desea resolver el asesinato de Luis Emilio Mitre. O clausurar convenientemente el caso, con alguna otra previsible captura. Y con el ostensible dibujo cinematográfico de una pasión marginal.
(Pronto estará a disposición, para publicarse, el prometido informe técnico del Gabinete de Deconstrucción de los escritos, encargado especialmente para JorgeAsísDigital).En el mensaje «Denuncia», enviado con el remitente felisaelena@hotmail.com.ar, el Ener pide ayuda.
Dice con razón: «… no se cuanto tiempo más podré seguir prófugo».
Acaso pueda percibirse, en la orientación direccionada del correo, la reconocida astucia del doctor Stinfale.
Trátase del letrado que oportunamente recomendara, al entonces prófugo, determinado cronista. De cierto semanario que desconoce cómo pararse en el caso.
Aquí el Ener insinúa ciertas líneas de sospecha, destinadas a enturbiar la honorabilidad familiar del asesinado. Agrega:
«Creo que todo esto es político y por una cuestión de herencia, ya que Luís Emilio tenía mucho dinero en el exterior. Era bueno exterminarlo, porque era una vergüenza familiar, no sólo por su condición de gay, sino porque era contrario a las conductas moralistas de los Mitre».
Descalifica, aparte, a la señora fiscal, la doctora Felisa Krasousky.
La tilda, sin mayor originalidad, de inepta. Continua:
«…Está entongada…es una mujer conflictiva que se pelea con medio Poder Judicial, pregúntenle a los fiscales de cámara qué piensan de ella y me darán la razón…».
Consterna inferir que, acaso por otras razones, semejante conceptuación pueda ser bastante acertada.
Aunque se equivoca el Ener al sospechar que la doctora Krasousky «fue puesta por Menem».
Acontece que el amparo político no procede de La Rioja. Procede de Santa Cruz.
De buscar chapas protectoras de la doctora Krasousky habría que rastrear, según nuestras fuentes de Río Gallegos, por el costado de las influencias protectoras de la senadora Cristina Kirchner.
Al margen de las cucardas y escarapelas políticas, una conjunción de severas irregularidades alcanzan a amontonarse para cuestionar la solvencia de la doctora Krasousky.
Ampliamente compartidas, las irregularidades, y a veces hasta superadas, por el juez Pinto.
Altagracia
La cuestión que al Ener lo detienen, tardíamente, durante la noche del jueves 4 de mayo.
Aunque estaba perfectamente localizado desde mediados de febrero, en Córdoba.
Precisamente en las cercanías de Altagracia.
En alguna entrega anterior aludimos a Altagracia, al sugerir que se trataba de la ciudad serrana que había encantado al músico Manuel de Falla.
Sin embargo, por entonces funcionaron, con increíble ineficacia, los exhortos que obstaculizaban. Ocurría que la justicia carecía de motivaciones de esclarecimiento.
Conste que se trata de una justicia desbordada, hasta la parálisis, por la espesura social del apellido atemorizador del asesinado.
Reparación profesional
Entonces el Ener está preso, al menos por algunos días. Y se niega, en su estrategia defensiva, a declarar.
Para colmo ahora hasta saludablemente puede leerse, y como si fueran novedades, en La Nación, el diario donde la familia conserva un peso históricamente nominal, aquello que supo detallar el Portal cuatro meses atrás.
Datos que surgían del primer correo enviado por los que se presentaban como asesinos confesos, titulado «La verdad sobre la muerte de Mitre».
Por ejemplo que un vecino compartió, aquella fatídica noche del 30 de diciembre, el ascensor con los asesinos (ver para no repetir, Crimen imperfecto).
De todos modos, entre menoscabos mediáticos de competidores ingenuos, y la información atrasada que comienza a consumirse, aún puede encontrarse un margen espeso para hablar, con rigurosa seriedad, del crimen irresuelto de Luís Emilio Mitre.
En adelante, para que la crónica sea menos devaluada por la literatura, se registra sólo el turno de la cruda información clasificada.
El Tercer Hombre
En el cuerpo de Luis Emilio se encontraron vestigios de semen diferenciados (ver «A sangre fría»).
Falta entonces encontrar a Tomás G.
Trátase del amigo del Ener. Es alguien que podría proporcionar solidez a la tesis desplegada en El Tercer Hombre. O acercarse, aunque sea, a la motivación real del crimen
Tomás es quien comparte con Ener aquel pintoresco viaje excelentemente contado hacia el Paraguay. Un viaje que puede funcionar como principal coartada.
El viaje puede motivar que el Ener, en libertad, en pocos días vuelva a dedicarse a las estampas de sus vestidos. Y a ofrecer la prominencia de sus encantos, por internet.
El Informe del Gabinete de Deconstrucción anticipa que puede asistirse, con el viaje, a un desdoblamiento temporal.
Es decir, que el viaje es posterior al crimen. Aunque se encuentra relatado como si ocurriera durante.
Aparte, entre los persistentes altibajos esquizofrénicos del trayecto, el Ener acusa a Tomás, sin mayor convicción, de escribir mensajes con su nombre, ya que conocía el secreto de su password.
De ser cierto, se asiste a un cambio de identidad de los sujetos.
O a los arrebatos de una inteligencia que se atreve a los lujos de los contradictorios desdoblamientos.
Insinuó también Ener que Tomás tuvo algo que ver con el crimen de Luis Emilio.
Y que determinado sujeto, supuestamente vinculado al gobierno, le había entregado, a Tomás, aunque suene demencialmente fantasioso, 70 mil pesos en efectivo.
Como si la vida de Luís Emilio valiera sólo 23 mil dólares.
Datos para complementar la historia
En cierto modo cuesta creer que, durante dos meses y medio, un crimen de tanta envergadura social, haya permanecido a cargo de la Comisaría 17.
Y que, a pesar de los obstáculos burocráticos y del amontonamiento de causas, se avanzara en el caso, aunque hasta un frontón de silencio y dilaciones.
A mediados de marzo, el crimen de Mitre pasó a la jurisdicción de la División Homicidios. Es decir, adonde correspondía.
Según nuestras fuentes, el comisario Claudio Tapia sugirió al juez respectivo, el subrogante Pinto, que fueran, por lo menos, llamados -si no a indagatoria- a testimoniar a los familiares directos del asesinado. Y por supuesto también al doctor Groisman.
En apariencia al Comisario Tapia tampoco lo acompañó, por este carril, la suerte.
Aunque logró detenerlo al Ener.
Repaso sumario
Vaya un repaso sumario, para los que no siguen con precisión la historia.
A Luis Emilio Mitre lo asesinaron el viernes 30 de diciembre, por la noche, en su departamento de Posadas al 1400.
Y recién el lunes 2 de enero, casi sesenta horas después, al mediodía, la ama de llaves (que carecía de llaves), y el doctor Groisman, el psiquiatra que las tenía, se sorprendieron con la magnitud del horrible escenario.
Téngase en cuenta que los tres hermanos Mitre llegaron entre las 14.30 y las 15.
La señora Kinucha. María Elisa, con su esposo Juan, y Bartolomé con su esposa Nequi.
Sin embargo la notificación a la policía sólo ocurrió a las 18.15.
E ingresó el comisario Pedace, de la 17, a las 18.30. Y la fiscal Krasousky, a las 18.50.
Cuentan que la doctora Mónica Martino, por entonces secretario de la doctora Krasousky, por su afan investigativo debió disparar muy pronto de la Fiscalía. Aunque con seguridad existieron también otras razones.
Lo cierto es que ningún representante de la justicia intentó averiguar, siquiera por curiosidad, qué ocurrió durante las -por lo menos- tres horas que los familiares estuvieron en el departamento con el muerto.
Arrebatados, acaso, por una lícita emoción paralizante, que les impedía avisar, sin ir más lejos, a la Policía.
Trátase de una emoción unánimemente colectiva.
Porque Bartolomé, aparte de prestigioso periodista, es abogado. Y el competente doctor Groisman es psiquiatra. Ambos conocen los aspectos básicamente obligatorios de sus profesiones.
De todos modos, los constructores de historias electrizantes pueden probablemente decepcionarse. Porque Bartolomé Mitre no da, en realidad, para tanto.
Ocurre que gran parte del tiempo escamoteado se invirtió, según nuestras fuentes, en elementalidades derivadas del prejuicio socialmente cultural.
Por ejemplo en retirar, con las sobrias tutelas del recato, cualquier adminículo artificial que denunciara ciertas alusiones a la orientación homosexual de Luis Emilio.
Sin embargo, otras fuentes, muy cercanas a la familia, o en algún momento de la familia, indican que se buscaba alguna documentación relacionada con la mitificación del testamento.
Aparte, las citadas condecoraciones se contabilizan, para La Nación, como hurtadas por los extraños asesinos.
Pero las muestras de honorable bijouterie se encuentran, según nuestras fuentes, en poder oculto de alguna de las hermanas.
Puñado de dólares
Llama la atención también que los asesinos no hubieran intentado abrir, al menos con la improvisación de alguna barreta, la caja fuerte.
La caja fuerte que contenía, en billetes, alrededor de 50 mil dólares. Había también alguna decena de miles de euros, y aproximadamente 70 mil pesos en efectivo. Y estaban también tres tarjetas de crédito.
Por otra discutible decisión de las autoridades del juzgado, el dinero les fue entregado a los familiares. Fue en la segunda quincena de enero, cuando abrieron la caja.
Cuando se les hizo solemne entrega, en presencia del escribano Felipe Yofre, del departamento de Posadas.
La sucesión
A propósito, con el poder certificado por los tres hermanos, se iniciaron, de inmediato, los sustantivos trámites de la sucesión.
Se encuentran a cargo del estudio del doctor Martínez Seever. Y con la asistencia del doctor Hope.
Los bienes de Luis Emilio Mitre, que heredarán, por falta de testamento, los hermanos, se calculan en algunas decenas de millones de dólares.
Menos de cuatro y más de tres.
El teórico del derecho
En cambio, con atribuciones investigativas, y con el expreso objetivo de clarificación del crimen, María Elisa Mitre contrató al doctor Eduardo Aguirre Obarrio.
Trátase del experto intelectual del derecho, autor de «El delito del chantage».
Aunque el teórico suele destacarse más, en realidad, por ser el padre de la artista fotógrafa Vicky Aguirre.
Con la paciencia que brindan los graves segmentos de sabiduría acumulada, el doctor Aguirre Obarrio lee el amontonamiento de la causa. Con intenciones ocultas de encontrar razones que justifiquen sus previos puntos de vista.
Sin embargo, encarrilado en las desventuras de la brillantez analítica, el teórico del derecho suele volcar con cierta frecuencia.
Sobre todo cuando se extravía en tesis conspirativas. Algo entretenidas e imaginativamente lúcidas, merecedoras de otro despacho, más bien de color.
(Por supuesto, los materiales básicos utilizados para redactar esta crónica vuelven a ponerse a disposición de esta justicia.
Aunque sea como arrojar una moneda hacia el precipicio).
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