Malvinas. Consumo interno
Se aguarda la palabra de Nuestra César en el Comité de Descolonización.
Artículos Nacionales
escribe Serenella Cottani especial para JorgeAsísDigital NUEVA YORK (de nuestra corresponsal itinerante, SC).- Nuestra César viene a pontificar, sobre Malvinas, pero para consumo interno. En el Comité de Descolonización, cuyo nombre completo es -a nuestro juicio- demasiado largo. Para escribir y nunca memorizar. Suena, en español, horriblemente redactado. Trátase del «Comité Especial encargado de examinar la situación con respecto a la aplicación de la Declaración sobre la concesión de la independencia».
Los miembros
Fue creado en 1961. Supo ser conocido como el «Comité Especial de los 24». Aunque hoy cuenta, en realidad, con 29 miembros. Todos permanentes. Dos de ellos, Rusia y China, son infinitamente más iguales que el resto. Los otros 27, oscilan entre la condición de países de clase media, media baja, o de impresentable actualidad. Como Siria. O de complicada situación para tallar en el ámbito multilateral. Como Irán, Etiopía, o Irak. Y con africanos de los «menos adelantados», como Sierra Leona. O que padecen, en eterno conflicto, como Malí. Aunque, acaso para simular, está Tanzania, y el Congo. No obstante, en el amontonamiento figuran varios estados miembros, relativamente solidarios, del Grulac. Grupo Latinoamericano y del Caribe. Algunos países están ideológicamente radicalizados. Con representantes de la Cuba de los Castro. De la Nicaragua de Orteguita. De la Bolivia del Evo. La Venezuela Bolivariana del enfermito Chávez, al que le creció de pronto un Capriles. Y el Ecuador de Correa, que preside el Comité, a través del señor Morejón. Y los paisitos del Caribe, los que nunca cumplen, como Antigua y Barbuda, Granada, Santa Lucía. Por suerte también está Chile, que será, según nuestras fuentes, el miembro encargado de presentar la Resolución. La que ya viene, para qué negarlo, fotocopiada, desde hace varios años. Y que permitieron lucimientos de graves cancilleres que ya tienen su sitial prescindible en la historia. Como el injustamente olvidado Rodríguez Giavarini. El inexplicablemente descendido Rafael Bielsa. Y el que se dirigió, aquí, en la Sala 3, a sus interlocutores imaginarios, con mayor énfasis. Fue Jorge Taiana, El Inadvertido. El digno que se sintió degradado cuando Nuestra César lo comparó, para colmo, con Amado Boudou. Más conocido, en El Portal, como El Descuidista. Que se queda, El Descuidista, cuando trasciendan estas líneas, a cargo del Poder Ejecutivo. La Resolución fotocopiada invita, a las partes, al diálogo. Argentina, a través de la Presidente. El Reino Unido, con un secretario de embajada.
Un «caso» de 16
Es la primera vez que un Presidente, de la magnitud de Nuestra César, hoy excesivamente inspirada en los atributos de la diplomacia gestual, va a participar del análisis de los «casos». Los que, tradicionalmente, son reservados para los funcionarios de segundo y tercer orden. Con el canciller Timerman, para ser francos, sobraba. Aquí Malvinas es, según nuestras fuentes, un caso más de los 16 para tratarse. De los cuatro principales. Junto al Sahara, que registra el litigio entre Argelia y Marruecos (donde intervino de mediador el ex Secretario de Estado James Baker). O el ya rutinario de Gibraltar, entre la rescatada España y el altivo Reino Unido. Y Puerto Rico. Aunque los portorriqueños contengan más explicables deseos de ser estadounidenses que los nativos de Ohio. Los 16 casos del Comité de los 24 deben agotarse, a lo sumo, en dos horas y media. En general en esta Sala 3. Posiblemente desbordada por la barra que aporta la Argentina, que toma la instancia piadosamente burocrática, y menor, con el impulso de una cruzada nacional. Hablarán, con brevedad, los que quieran, sean miembros del Comité o no. «Esta vez con mayores deseos de lucirse», confirma un funcionario. Por la presencia de la televisión nacional. «Y con intenciones de quedar bien. Por poco». Alguna palabrita, con ademanes.
Consenso
Se descuenta, con seguridad, el documento de consenso. Ya debe estar fotocopiado. Suele elevarse a la IV Comisión (la Política), que lo remite hacia la próxima Plenaria de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Organización donde Argentina no tiene, aún, embajador. La delegación se encuentra a cargo del correcto ministro de segunda Mateo Estremé. Pero persiste, por aquí, un secreto colectivamente compartido. Llega, incluso, desde el Soho hasta Harlem. Indica que el ex embajador en la ONU, Jorge Argüello, hoy embajador en Washington, es quien maneja la totalidad de la jugada. Para ostensible desconsuelo de Timerman, que supone, con fundamentos legítimos, que Argüello se propone reemplazarlo. Otro rumor más alucinante indica que Timerman, a su vez, se guarda la embajada en Naciones Unidas en la heladera. Para comérsela él. Aunque también asoma Daniel Filmus, El Psicobolche. Ocurre que Filmus, el perdedor serial, quiso presidir la Conferencia General de la Unesco. Pero no tuvo, según nuestras fuentes, tampoco suerte. «Todos los casos, Serenella, sin excepción, van a pasar para el próximo año», confirma la Garganta sabia de la ONU. Y así sucesivamente. Es de esperar que Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, o Macri, El Niño Cincuentón, o Del Sel, El Tapado, cuando les toque, modifiquen el estilo de la diplomacia meramente gestual. Con focos espectaculares de acción directa, sólo programados para el consumo interno. Y que no se lleguen, en barra brava, hasta Nueva York, para protagonizar otro papelón. Habitual, después de todo. Como el de Angola. Y el papelón que nos espera, con impaciencia, en Azerbaiján. Serenella Cottani para JorgeAsisDigital.com
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