La tolerable levedad del PRO
“Nuestra idea”. Documento para debatir la identidad del macricaputismo.
Artículos Nacionales
escribe Carolina Mantegari
Editora del Asís-Cultural,
especial para JorgeAsísDigital
«Nuestras diferencias no son ideológicas. Son cronológicas».
Circula «Nuestra Idea», entre los cuadros dirigenciales del PRO, la expresión institucionalmente organizada del macricaputismo.
Trátase del «documento disparador del debate». Acerca de las «ideas y convicciones», que moviliza al «grupo que tiene vocación de gobernar la Argentina».
Texto liminar. «Síntesis o enchastre de varios otros documentos».
Emerge como una superación cronológica del clásico «¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento», de Vladimir Ilych Lenin, redactado a inicios del siglo veinte (1902).
En «Nuestra Idea» se propone, en cambio, «iniciar un foro de debate de pensamiento abierto y permanente».
La iniciativa, entre la caudalosa desertificación conceptual, debiera celebrarse. Calificarse auspiciosamente. Con la mejor onda. Sin la crueldad de tomar relativamente en serio al colectivo literario.
Créditos
En la inspirada «elaboración» de «Nuestra Idea» participaron destacados referentes del parlamento. Prohombres del PRO. De la magnitud de la señora Gabriela Michetti. Es el crédito que admite la sublime esperanza electoral. Al devolverla hacia «Buenos Aires, la provincia inviable», por ser oriunda de Laprida, de donde nunca, acaso, Gaby debió haber salido.
Y otro prohombre de la espesura intelectual de Federico Pinedo. Es el otro crédito que aspira a ascender, desde la mayoritaria diputación, hacia la selectiva senaduría, siempre por el Artificio Autónomo de la Capital. Territorio que el macricaputismo ya gobierna, a su modo.
Pero también participó, con la estricta agudeza de sus gerundios, el filósofo Alejandro Rozitchner. Y el notable teórico Iván Petrella. Junto a Francisco Cabrera, Miguel Braun y Federico Suárez, «entre otros».
Entre esos «otros» debe rescatarse a Marquitos Peña, el Benjamín. Junto al aporte estremecedor de la figura parental.
Don Jaime Durán Barbas, El Equeco.
«Fundamentalistas del Futuro»
«Tal vez el eje de toda la visión ordenadora pase por la idea de que el quiebre es temporal. No es derecha/izquierda, mentira/honestidad. Estatal/privatizador, ideología/gestión. Es pasado/futuro».
Para que quede clarito, el PRO tiende hacia el futuro.
El «desarrollo y trabajo», que signa a la agrupación, «pertenece al siglo veintiuno».
En su línea de interpretación, y en una sorprendente muestra de pedantería temporal, las restantes opciones políticas pertenecen, en su totalidad, al siglo veinte.
Son -se imaginan- los «fundamentalistas del futuro».
Apasionados por la cronología, que se impone sobre la ideología. El almanaque brota, aquí, como un instrumento inapelable de la transformación social.
Es una «visión y una realidad revolucionaria y contracultural en la historia argentina».
Solos y Solas
Sin embargo, menos que las bases de un vulgar partido político que se entregue a las tensiones fervorosas de la lucha por el poder, en «Nuestra Idea» persisten excelentes atributos para fundar un Lugar de Encuentro. Entre Solos y Solas.
A través de tres exclusivas dimensiones, «Nuestra Idea» diseña la esencia fundacional del macriputismo.
A saber, «la cercanía», o la «empatía» que determina el «desde dónde» se practica (la política).
La «positividad», que equivale al «hacer transformador». El «para qué» se la cultiva (la política).
Y tercero, otra vez, el Futuro, que tienen escriturado. Signa el optimismo estratégico del calendario.
Pero abundan los hallazgos:
«Estoy cerca tuyo, entiendo lo que te pasa, siento lo que sentís».
O más inteligentemente aún:
«Quien desee ser cercano tendrá que estar, en primer lugar, cercano a sí mismo».
Otra maravilla de concepto consiste en la necesidad de ser «auténtico».
E innovaciones teóricas que permiten la gloria de redescubrir el valor de la «vulnerabilidad», que hace al hombre «más fuerte».
En un trazo, La Comisión Redactora, conducida por Marquitos y Durán Barbas, se carga la alucinación dialéctica, que tanto fastidiaran dos de sus precursores. Hegel y Marx.
«Nos despertamos a la mañana pensando en lo que vamos a hacer, no en lo que va a pasar».
Unos buscan «culpables». Otros, los fundamentalistas del futuro del PRO, buscan «soluciones».
Final con Kundera
En fin, Mauricio Macri, como candidato eventual, es infinitamente más importante que la fuerza política que lo sostiene en el imaginario.
Y el PRO, que aún genera una marcada expectativa en los grandes centros urbanos, contiene, a pesar de los inquietos redactores con iniciativas, una pronunciada fragilidad intelectual.
Para parafrasear a Milan Kundera, «Nuestra Idea», con su tolerable levedad, certifica la indeseable sentencia que nos pertenece.
«El PRO no es bueno ni malo. Es insustancial».
Perfectamente los suscriptores del texto liminar pueden estampillar, al Portal, de antiguo. La condena explícita de pertenecer al siglo veinte. Sin pertenecer, como el PRO, al siglo veintiuno.
En todo caso se equivocan. Adscribimos, por arbitrariedad del director, al siglo diecinueve.
Carolina Mantegari
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