La sociedad harta que espera
CRISTINA, MAURICIO Y DANIEL (III): Ni Macri ni Scioli capitalizan el descalabro del cristinismo.
Miniseries
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Ni Mauricio Macri, El Niño Cincuentón, ni Daniel Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, pueden aprovechar, hasta hoy, el inapelable descalabro del gobierno vice-presidido por Amado Boudou, El Descuidista que mantiene, de rehén, a Cristina Fernández, Nuestra César.
La miniserie del triángulo «Cristina, Mauricio y Daniel» (cliquear), por presión negativa hacia uno de sus vértices (Cristina) se transforma, infortunadamente, en un rectángulo.
El cuarto vértice lo representa Boudou. El vicepresidente que hunde, en el fango, la segunda presidencia de Nuestra César.
Con anterioridad, El Descuidista pretendió ser competidor de las celebridades que ocupan los otros dos vértices.
De Daniel, primero, cuando Néstor Kirchner, El Furia, lo entrenaba para ser gobernador de «Buenos Aires la provincia inviable» (cliquear).
De Mauricio, después, cuando intentó ser el elegido por el dedo de Nuestra César, para disputar por el Artificio Autónomo de la Capital.
El primer objetivo, se le desmoronó al Descuidista cuando El Furia, en un rapto autodestructivo, se dejó, irresponsablemente, partir.
El segundo objetivo se le desmoronó por un atisbo de lucidez de Nuestra César. Cuando los mantuvo en suspenso, penosamente, a los tres vástagos, cortesanos que pretendían ser depositarios del mismo dedo. Carlos Tomada, decano inadvertido de los ministros, de apodo imperdonablemente cruel, y el senador Daniel Filmus, El Piscobolche, admirable profesional de la derrota.
Para elegir, el dedo de La César, a Filmus. Para que perdiera, otra vez, ante Mauricio. Consciente que El Psicobolche, iba, invariablemente, a estrellarse.
Artificio Autónomo
«Que no se le ocurra a Filmus, ahora, perder de nuevo, para renovar en el senado» -confirma la Garganta que suelta la dueña del dedo.
Sin imprevistos, en el 2013 se va a librar, en el Artificio Autónomo de la Capital, la batalla electoral por el Senado. Es la intrascendencia que contendrá los mayores focos mediáticos.
Para la banca que también aspira, insólitamente, Alberto Rodríguez Saa.
Es el inquieto Artista Plástico del Estado Libre Asociado de San Luis, que cambió de expresión artística, y de territorio.
De arte, porque «el Alberto» se esmera por lucirse, como actor relativamente dramático, en la interpretación de «El acompañamiento», de Carlos Gorostiza.
«El teatro suple al psicoanálisis», sostiene.
Y de territorio porque «el Alberto» abandona el Estado Libre y quiere ser electo, ahora, por el Artificio de la Capital. Y entrar en el senado, al menos por la minoría, a los efectos de cumplir con el sueño de integración que porta cualquier provinciano conquistador. E insistir, en 2015, con los afiches para la presidencia. Con el propósito ilusorio de ser otro vértice.
Sin embargo, para cabeza de la misma banca de senador, también aspira Alberto Fernández.
Es aquel poeta post-romántico, oportunamente expulsado del palacio. El sonetista, algo desesperado, ya lanzó su agrupación, maliciosamente apodada «Las Viudas del Rock and Roll».
Con deliberada nostalgia, el destacado sonetista suele facturar enfáticamente, y a través de los canales de cable, su invocada condición de socio-fundador de la monarquía kirchnerista. Aunque, por decisión de la emperatriz, que no puede verlo ni por casualidad del zapping, ya no sea más aceptado en el palacio.
Se aguardan los versos desgarradores, de la magnitud nerudiana de «los más tristes de esta noche». Inspiraciones que certifiquen que lo cambiaron, al sonetista, por la guitarrita osada de Boudou.
Perfectamente el trovador, después de algún «año atroz», al verla por la tele, en cadena nacional, con vaga atmósfera de tango, podría cantarle:
«Yo no sé si el que te tiene así se lo merece».
El que la «tiene así», pobrecita, es Boudou. El Descuidista que convirtió, a Nuestra César, la primera celebridad de la miniserie, en La Rehén.
Celebridades. Mauricio
Dijimos que Mauricio, la segunda celebridad, aún no puede aprovechar el descalabro moral del cristinismo.
La credibilidad pulverizada del gobierno vice-presidido por Boudou, que diseña el «PP. País Paria» (cliquear), «motochorro de la política internacional».
Nuestra César se esfuerza en privilegiarlo a Mauricio, con la estampilla del principal opositor.
Lo arrastra con frecuencia hacia el ring. Pero Mauricio, con su juego de piernas, suele esquivar los golpes. Devuelve, de vez en cuando, alguno. Pero siempre parece temer que Ella, la mala, decida destruirlo antes de lo conveniente. Y si le deja medio metro de ventaja, probablemente Nuestra César lo va a destruir. Con las acotaciones «de gestión». Las cotidianas recriminaciones sobre los subtes, y otros temas donde Mauricio le ofrece cierta vulnerabilidad (de gestión). O con los tradicionales hostigamientos judiciales, que mantienen su propia dinámica.
Lo que Mauricio no puede capitalizar, al cierre del capítulo, es el creciente hartazgo de la sociedad agobiada, que carece de representación política.
Un sentimiento aún indescifrable en las encuestas de Berenstein, pero que ya estudia Consultora Oximoron. El agotamiento explícito de considerables sectores de la sociedad, que mantiene un impulso opositor infinitamente más intenso del que tienen aquellos que debieran cumplir el rol de opositores.
Con reminiscencias del apesadumbrado Raúl Scalabrini Ortiz, puede afirmarse que es «la sociedad la que está sola y espera».
O mejor: es la «sociedad harta que espera».
Otra celebridad. Daniel
Hasta puede parecer una broma que el sentimiento del hartazgo se centre, aún más que en Mauricio, en la otra celebridad que ocupa el tercer vértice.
Daniel, el Líder de la Línea Aire y Sol. Con su «misterio de la presencia ausente». Repasar el capítulo anterior, «Para aniquilar a Scioli» (cliquear).
Crece Scioli, o se estrella, sólo por diferenciarse. Es tenido en cuenta por los multiplicados hartos, aunque el «aire-solista» se esfuerce aún en ser aceptado por quienes precisamente lo detestan. Y se esmere en los intolerables méritos de fidelidad «al proyecto». Al «modelo de crecimiento con inclusión social». A pesar de los aprietes de los cortesanos implacables. Los que, instruidos por Nuestra César, le imponen, al cierre del capítulo, un decreto. Para facilitarle el suicidio de ponerse la provincia de sombrero. Y el regreso furtivo a las emociones agrarias, del dramático 2008.
Entre partícipes de la superstición peronista, que suelen enrolarse entre el espejismo de «los disidentes», resulta admirable la capacidad de Scioli para aguantar presiones y agravios.
«Nosotros lo criticamos a Scioli porque concede. Ninguno de nosotros hubiera aguantado, pero estamos todos en el café» -se explayó la Garganta.
«Y a Daniel ahí lo tenés, en el juego», prosiguió.
Con «fe y esperanza». Y siempre «para adelante». Con aire y con sol.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
Continuará
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