Tristezas de la Recluta Fernández
Se le escapa la tortuga verde del dólar, mientras, convertida en rehén, se deprime.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
«Si de verdad disponen de 40 mil millones en reservas en el Banco Central, basta con soltar 500 millones, al mejor estilo Cavallo, para vaciar de pesos el mercadito, y bajarlo en dos días a menos de 5», confirma la Garganta.
La realidad -concluye- es que «no los tienen». «Se acabaron los verdes».
Se esfumaron los «dólares de libre disponibilidad».
Quedan bonos, documentos. «Papelitos que, en una corrida como ésta, sirven para metérselos en el…».
En «La representación del fracaso» (cliquear) se afirma que todo, en la Argentina, invariablemente, termina mal. Siempre.
A este paso, con el vigente «modelo de crecimiento con inclusión social», con la catarata interminable de logros imaginarios, con la epopeya retóricamente transformadora, el cristinismo podrá disponer de un epílogo, incluso, inquietantemente peor.
Aunque las encuestas certifiquen, precipitadamente, el optimismo del apoyo hacia la figura presidencial. Aún del 60%.
Y un acompañamiento favorable del 75% hacia la principal impostura que diseña el «PP. País Paria» (cliquear). La improvisada expropiación de YPF.
Felices noticias. No debieran ser fastidiadas con los momentos deplorables que suelen vaticinar otros interpretadores de la actualidad.
Los que indican, entre el final del tercer trimestre y principios del cuarto, la irrupción de otra escalada de negatividades. Con el alto riesgo del «conflicto social». Y por supuesto salarial. Especialmente en las provincias que estudian el recurso artificial de producir su propia moneda.
Anarquía ideal, en definitiva, para ser silenciada.
A la conjunción de problemas, que se amontonan caprichosamente, se le debe sumar -al cristinismo- la preocupante incapacidad.
La insolvencia estructural de los «papagayos» que sólo se encuentran preparados para gobernar entre sublimes tiempos de benevolencia.
Para desperdiciar los persistentes «vientos de cola» había que disponer de una caudalosa imaginación. La tuvieron.
Y de la voluntad, inconscientemente explícita, de estrellarse. A pesar de no tener, enfrente, nada. Ni nadie.
Sólo el paredón infranqueable de la realidad. Y sectores gravitantes de una sociedad sometida diariamente a la extorsión del 54%. Cada vez más hastiada que no encuentra, hasta hoy, representación política.
«Se les escapó la tortuga verde del dólar», sintetiza la Garganta. «La tortuga que al Furia, como lo llaman ustedes, nunca se le iba a escapar».
Entonces, desde el Purgatorio, El Furia nunca los va a perdonar.
La Rehén
Hasta instalar la teoría, aquí se sostuvo que el cristinismo debiera interpretarse a través de sus recuperaciones. De sus caídas frecuentes. Con el beneficio de carecer de contestadores de peso, que se dediquen a agudizar los porrazos. Al contrario.
Gracias a los inofensivos antagonistas, el cristinismo suele sepultarse, a menudo, en rigurosa soledad. Por sus propios medios.
Como se sepultó sola Nuestra César al designar, como compañero de fórmula, a Boudou. El Descuidista que hoy, según nuestras fuentes, la avergüenza. Hasta el tormento. O el arrepentimiento. Situación que la descalifica, incluso, hasta con los suyos. Los que deben obligadamente encarar, sin convicción, la causa perdida de defenderlo.
«¿Y qué querés que haga?», se justificó, casi suplicante, ante el cronista, uno de los defensores que hace méritos.
Oficialmente al Descuidista deben sostenerlo. A pesar de los perjuicios cotidianos que ocasiona, «al proyecto», la divulgación de las fechorías cometidas.
El pretexto movilizador, para dar la vida por Boudou, consigna que «hoy vienen por Amado y mañana vienen por Cristina».
Pero la cuestión contiene menos dramatismo límite. El implícito apriete de Boudou la convierte, a Nuestra César, en La Rehén.
«Vos pataleá, asustá, mira que estos hijos de p… no vacilan, llegado el caso, en entregarte».
Es el consejo sabiamente práctico de Boudou, según nuestras fuentes, para otro funcionario que atraviesa, también, malos momentos. Desagradables. Consecuencia de la cincuentena de muertes accidentales.
El Descuidista lo aconsejaba al ex funcionario, basado en la experiencia propia.
«Nadie va a dar la cara por vos», le dijo.
Cuando notó que nadie le hablaba. Que lo dejaban caer, solo en el centro del círculo.
Lo comprendió en Bariloche. Al enterarse que le habían allanado el departamento que ocupara, oportunamente, Vandenbroele.
Así como el error máximo de Cristina consistió en designarlo vice a Boudou, el máximo error de Boudou consiste en la chiquilinada de negar la relación con Vandenbroele.
Es el monotributista acorralado que depende, exclusivamente, de la contención de Núñez Carmona. Nariga. El Jefe.
Nariga es el Jefe, incluso, de Boudou.
Trasciende que en Bariloche, acosado, Boudou puso en acción su teoría.
Asustó. Pataleó. Le dijo: «Cristina, no me van a dejar caer por ésto, no me entrego, me voy a defender».
«Angola mide»
«Hay que hablar de Angola, porque Angola mide», confirma el productor.
Sobre todo Angola medía en televisión.
Lo que medía, en la práctica, eran los considerados papelones de Cristina.
La reiteración de la danza impulsiva. Y sobre todo el grotesco de Moreno, en su rol de apuntador. Para uno de los discursos más tilingos de la dilatada trayectoria.
Pero Angola alcanzó su punto culminante en la degustación del domingo de Jorge Lanata. A través del espectáculo periodístico que contiene, para la moral de Cristina, efectos devastadores.
Cuesta abajo
Otra vez, inesperadamente, Nuestra César debe asumir el desafío de recuperarse. Reaccionar, después del nuevo porrazo. Ponerse estupenda.
Al menos para atenuar los trascendidos que brotan desde su entorno. De los traficantes de conocimiento, por la cercanía presunta.
Aluden a la densidad de la depresión presidencial. A la vergüenza explicablemente retrospectiva.
Porque Nuestra César, que opta por la protección del aislamiento, dista de ser tonta. Toma consciencia retrospectiva de la magnitud de los papelones.
De la «cuesta abajo» de la Argentina (como tituló una nota «El País» de Madrid, a página entera).
No olvidar que Nuestra César supo construir, desde los medios, cuando era parlamentaria, cierta imagen de cuadro inteligente. La que se resistía a ser «La Recluta Fernández».
Es precisamente aquella muchacha, que incursionaba por los canales de cable, la que le señala, culposamente, la intensidad insigne del actual ridículo.
El Partido Vegetal
Ajenos, como complementos circunstanciales de la catástrofe, los dirigentes del Consejo Nacional del Partido Justicialista, se comportan como los émulos de aquella Recluta Fernández. Pero sin resistencias.
Decidieron también colectivamente inmolarse. Firmes, junto a la «Conductora». A través del suicida sentido de la lealtad, que mantiene, en realidad, las implicancias difusas del temor.
Los consejeros nacionales, todos hombres grandes, gobernadores que saben de qué se trata, junto a diversos alcahuetes de estación, accedieron a la instrucción presidencial de suministrarle un Valium 50 al Partido. Para dormirlo hasta marzo. Como corresponde al «Partido Vegetal» (cliquear). A los efectos de acompañar la deriva del gobierno que naufraga.
La complicidad en el diseño del País Paria. De país moto-chorro de la política internacional. Encabezado por aquella que se resistió a ser La Recluta Fernández, que hoy se deprime en absoluta soledad.
Entre somatizaciones inquietantes. Mientras la tortuga verde del dólar se le escapa, y la traiciona la sensatez del pudor. Ante la humillación pública. Y popular.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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