Menemcitos
Kirchner, Duhalde, Solá, Das Neves, Gioja, Menem, De la Sota, Barrionuevo, Scioli, Reutemann, Rodríguez Saa. Peronistas presidenciables.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
A los copiosos menemcitos que peregrinan en el templo de Belgrano, cuando le manifiestan sus ambiciones, Carlos Corach suele, respetuosamente, enviarlos «a caminar».
Se entiende, a «caminar» por los confines de la república. «Se hace camino al andar», diría Machado. «Verso a verso». Con objetivo tenazmente constructor.
Algunos menemcitos salieron del despacho, con tanto entusiasmo, a caminar, que aún caminan. Sin llegar, que se sepa, a ninguna parte.
Es llamativa, en la sublime instancia de extinción del peronismo, la cantidad de peronistas que sobrevaloran sus atributos providenciales. Al extremo de evaluarse como candidatos a la presidencia de la república.
Sería injusto omitir, de la lista, tío Plinio querido, al menemcito de cabecera. El que otorga su nombre para la fundación del neologismo. A Carlos Menem, que vuelve a anotarse, con lo que le queda, en la carrera.
Carne baja
«Cuando la carne se cuelga baja, hasta el perro salchicha se le atreve». Una frase inapelable de Andrés Amil, el filósofo radical yrigoyenista.
Hoy la carne está tan baja, que cualquiera se atreve a elevarse para pegarle un tarascón Y llevársela.
Un recuento elemental de menemcitos, que salen a caminar, tiene que incluir, en sitial de privilegio, a Duhalde. Aunque aún lo niegue.
Sabe Duhalde que, aunque sea el titular de una de las dos ventanillas, la carne dista de estar para el.
Por lo tanto, Duhalde pregona la irreparable derrota del peronismo en el 2011. Por culpa de Kirchner, el titular de la otra ventanilla. Aún, la principal.
Kirchner es el otro menemcito superador que, de proseguir con los invalorables oropeles de la libertad, aspira también a ser de la partida.
Aunque La Elegida, la menemcita culposa, en el caso utópico que se pueda recuperar, tiene su derecho institucional de anotarse.
Con la posible anuencia de Kirchner, brotan al menos cuatro menemcitos.
Son los que pueden asegurarle, a Kirchner, para la salida, cierta prolijidad. A los efectos de despegarlo. Sin pensar en la merecida residencia en Marcos Paz.
Ellos son, o fueron, gobernadores. Dos son conejos surgidos de la galera de Menem. En primer lugar, el menemcito Reutemann, el célebre Mártir de Punto Doc. Pero Reutemann «camina», en sentido corachiano, muy poco. Siempre quiso llevarse del baile a La Polaca sin siquiera cabecearla. Tuvo suerte.
El otro menemcito es Scioli, el conductor de la Línea Aire y Sol.
Como la hiedra a la pared, Scioli debe continuar aferrado a Kirchner. «Con fe y con esperanzas». Vamos para adelante con «el Estado Social Activo».
Otros dos menemcitos, acaso sus pesares, se ubican en el parakirchnerismo.
Das Neves, el Tenor portugués, de abdomen operístico, que «camina» desde hace algunos meses. En el andar se le abren, en vez de los caminos, sólo consultores que pretenden facturarle una reinvención.
Pero surge, de repente, Gioja. Es el nuevo caminante «que nunca persiguió la gloria».
Es tan simple, tío Plinio querido, lanzarse. Basta con decirlo, al pasar, en un reportaje en La Nación. «Caminar» significa peregrinar en la aventura mediática.
Cómo ganar amigos
Los menemcitos que se sitúan, disciplinadamente, en la fila de la ventanilla de Kirchner, son agrupados, para contraponerlos, con los menemcitos que orbitan alrededor de la ventanilla de Duhalde.
Con el que Kirchner, en el fondo, va a negociar. Las ventanillas tendrán que ser unificadas.
Aquí figuran los astutos menemcitos que Duhalde ampara, a los efectos de vaticinarles la crueldad de la derrota.
En primer lugar, figura el menemcito De la Sota. Aunque es una lástima. Porque a De la Sota le cuesta, tío Plinio querido, pasar de la primera, y poner segunda.
El menemcito Solá. Avivado a punta de conflicto agropecuario, Solá ya puso la tercera y se mandó. A esta altura, sólo puede detenerlo la realidad.
El menemcito Barrionuevo, el Lula Blanco, brinda superiores argumentos parea las notas de color. Es el candidato periodísticamente necesario, pero se toma en serio, en principio, las mediciones. Y segundo, se convenció que es un auténtico filósofo existencialista.
El menemcito Puerta, alias Karpov, que suele anotarse, para primero, con la ilusión de cerrar como segundo. Le queda, para negociar, el gran as. La relación privilegiada con Macri. Es bastante, pero insuficiente.
A propósito, Macri es el neomenemcito que, en la parafernalia del paraperonismo sin identidad, crece a medida que se calla.
Sólo con quedarse quieto, en la condición de aliado distante, a Macri le sobra para aventajar al colectivo de los menemcitos citados.
Por suerte, para algarabía de la sociedad, serán invariablemente de la partida alguno de los Barros Schelotto. Los menemistas melancólicamente tardíos.
De lejos, mayor preparación tiene, tío Plinio querido, como menemcito, el Adolfo.
Aunque sea significativamente rescatable la audacia del Alberto. Es el reconocido artista plástico de alucinante capacidad expresiva. El Alberto es admirable porque construyó, la fortuna personal, a través de la venta de sus cuadros.
Para terminar la misiva, aún se desconoce, tío Plinio querido, cuál va ser la actitud del menemcito Romero. Infortunadamente, Romero considera insatisfactorias las ventanillas vigentes. Tal vez espera que se abra otra. Pero tendría, en todo caso, que atreverse. Y abrirla él.
Por último, tampoco se sabe cual va a ser, sin ir más lejos, la actitud de su sobrino.
Un imprevisible discípulo de Dale Carnegie. Aquel del clásico «Cómo ganar amigos».
¿Podrá aparecer, tío Plinio querido, otro Sobisch en el horizonte?
Pero que tía Edelma se tranquilice. Para vice, prometido, nunca más.
Un menemcito como su sobrino sólo podrá lanzarse a través del anunciado Partido Digital.
Habrá que buscar el entusiasmo, al fin y al cabo, en el templo de Corach. Para salir a caminar.
«Camina camina y al final compra en Sadima». Nostálgica frase publicitaria de la infancia. Coméntesela a tía Edelma. La va a recordar.
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Cantares, por Joan Manuel Serrat.
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