Naranjo en Flor
El Portal inicia un ciclo de Teoría Política Contemporánea: PERONISMO Y PODER (I). "Y al fin andar sin pensamiento".
Miniseries
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Consultora Oximoron, especial
para JorgeAsísDigital
Ante la sistemática autoaniquilación del último producto peronista, el peronismo vuelve a ponerse en movimiento. Para sucederlo. En la plenitud de la esquizofrenia, el peronismo se prepara para transformarse. A los efectos de ofrecer, al mercado, un producto nuevo. Con los elementos viejos.
Mientras se extingue, paulatinamente, el ciclo precario de los Kirchner, se perciben los deslizamientos de los tradicionales peronistas olfativos. Toman distancias, previsiblemente táctiles.
De irrelevante complejidad analítica, el abanico se abre en Duhalde. Quien estimula, en el país pacientemente inagotable, esperanzas furtivas de protagonismo. Las cuales prosperan, a partir de la negación, o del sigiloso ocultamiento, de las mismas.
Duhalde suele capitalizar el mérito reconocido del «armador». Aunque los armados, de planificación obsesiva, deriven, hasta aquí, en patéticos descalabros.
Con márgenes desconfiados de autonomías, lo secundan a Duhalde, en el primer plano, el más visible, una colección de dirigentes de consolidada magnitud gestionaria. Acompañados por los indispensables trajinantes de las segundas y terceras líneas. Son los que brindan la función significativa del termómetro. Con el amontonamiento oportuno de sus presencias, los acompañantes marcan la temperatura de la situación global. La atmósfera del poder, que se huele. A través de las pituitarias aventajadas.
Bolillero
En el plano visible, en la proximidad ficcional de Duhalde, emerge, en primer lugar, De la Sota. Otra vez, De la Sota arrastra la pendiente perspectiva nacional. Siguen, con insistencia emotiva, los dos Rodríguez Saa. Conservan la hegemonía del terruño, pero exhiben dificultades ostensiblemente culturales para la proyección. Después, el frecuentemente recursivo Reutemann. Con la indemne identidad de eterna esperanza blanca. Lucen además, en el interior del bolillero, aunque con menores energías, legitimados por cuestiones específicamente geográficas, referentes como Busti, o Puerta.
En cambio, Romero se encuentra en condiciones de asumir la singularidad de una actitud menos amontonable. Independientemente enigmática. Acaso a su pesar, se lo debe integrar en el bolillero de los caudillos que mantienen posibilidades sucesorias, pero de instrumentación improbable.
Proyectos que se intensifican, en definitiva, por el irreparable descenso del último producto de la congregación que vertebra la política esquizofrénica. Kirchner.
Aparte de la superstición fundamentada del peronismo, para tratar en un próximo despacho, los protagonistas del presente bolillero mantienen, en común, el antecedente, casi profesional, de haber sido gobernadores. En la actualidad, de los citados sólo lo es Alberto Rodríguez Saa, en (el Estado Libre Asociado de) San Luis.
Ocurre que el grado de osada independencia, de virtual radicalización, lo marca la cercanía -o la distancia-, con las herramientas convincentes de La Caja. Las que maneja, con indiscutible eficacia, la arbitrariedad del poder central.
Por lo tanto, cuando se abandona la gobernación, resulta más propicio el planteo estratégicamente diferenciador. Que le está vedado, en general, al gobernador en ejercicio. Con la excepción exclusiva de San Luis, un territorio aparte. Y de la Córdoba de Schiaretti-De la Sota, pero por la agudización de una circunstancia puntual, como lo es el interminable conflicto agrario. El que precipita el epílogo abrumador del kirchnerismo.
Los otros gobernadores vigentes, que mantienen el origen del pecado peronista, suelen comportarse, casi necesariamente, como meros Delegados Presidenciales. Son Regentes, en realidad, con rango de Gobernadores. Sin embargo no todo está perdido. Pueden recuperar la osadía, en cuanto dejen de serlo.
De acuerdo a este análisis, no pueden perder, las ilusiones recuperatorias, los diversos Delegados Presidenciales, con rango de Gobernador, del tipo desperdiciado de Capitanich, de Urtubey, Beder Herrera y Alperovich. Y queda Scioli, con el drama que arrastra, para tratar aparte.
La Caja del poder central impone la banalización suprema del concepto de federalismo. Emerge como el elemento que condiciona ideológicamente las posturas. Arbitra la distancia. O, lo que es lo mismo, la cercanía.
Significa, hasta aquí, que es un artificio tratar el peronismo, disociado de la problemática del poder.
Es un movimiento gestado desde el poder, donde sólo mantienen peso específico aquellos cuadros que supieron manejar los mostradores del poder real. Los Gobernadores. Canteras de donde surgen los presidenciables. Con la excepción única de Perón, el visionario que fundó el eterno negocio, y que no necesitó el peldaño de la gobernación.
Hasta la irrupción, en 1989, del producto peronista del menemismo, los gobernadores estuvieron asistidos por los sindicalistas. Quienes los nutrían, mientras se les equiparaban. Cuando representaban, antiguamente, la «columna vertebral del Movimiento». Y no eran, como hoy, prótesis involuntariamente secundarias. Folklóricas, pero prescindibles.
Teoría de la acción
El intelecto, en el peronismo, suele ser generalmente arrinconado como objeto suntuario.
Es desplazado, merced al malentendido que induce a la tendenciosa preferencia de la acción.
Suele desconfiarse, en principio, de cualquier marco teórico. Significa suponer que la teoría siempre marcha detrás de la acción que la provoca. Con el objetivo acotado de explicar, posteriormente, las acciones que ejecutan los hacedores. Los que «hacen», en general, sin disponer de la consistencia de ningún arsenal teórico que les sostenga la praxis. Característica que apunta a explicar que el peronismo puede tranquilamente deslizarse entre los extremos confrontacionales. Con los mismos protagonistas. Con un riguroso desprecio por la gratuidad de la palabra.
Entonces en el peronismo, la racionalidad del pensamiento surge, en el mejor de los casos, como elemento de decoración. Como le dijo un poderoso importante al Director del Portal, Jorge Asís:
«No quiero que seas mi asesor cultural, no te lo tomes en serio. Sólo quiero que se sepa que sos mi asesor cultural».
Igual que aquel protagonista, vagamente autorreferencial, del tango «Naranjo en flor», el peronismo puede, sin mayores inconvenientes fácticos, también «andar sin pensamiento».
La doctrina la brinda el ejercicio del poder.
Porque la explotación de los atributos del Poder, al fin y al cabo, genera, en el peronismo, su propia doctrina. La ideología del poder debe entenderse, en este caso, como una teoría de la acción.
Es la ética, desfachatadamente descarada, de «Naranjo en Flor». Legitima que no se responsabilice socialmente al peronismo por las consecuencias de las transformaciones inconclusas de los noventa. Las que signaron, con el sustento de la Convertibilidad, la década de Menem.
Tampoco aún se le reclama, al peronismo, y en todo caso saben esquivarse las culpas, por la calamitosa salida de la Convertibilidad, que encarnó Duhalde. Antesala del antinoventismo superficialmente despedazador que supo encarnar, con indudable eficacia, Kirchner, el último producto peronista que desemboca en las playas recientes del más flamante fracaso.
Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsísDigital
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Polaco Goyeneche – Naranjo en Flor
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