Macri prefiere a Cristina
Se dispone a tomar examen a los candidatos presidenciales. Tema Buenos Aires.
Artículos Nacionales
Ganó, pobre Macri.
Tiene otros cuatro años más de alcalde del Artificio Autónomo.
El problema es que probablemente no van a transcurrir -los cuatro años- en intensa cohabitación con la presidencia de Cristina. Como descontaba (y como tal vez prefiera).
El doble triunfo de julio, contra Filmus, en el Artificio, resultó sustancial para instalar el desmoronamiento final del kirchnerismo, en su versión cristinista.
Marcó la agudización de la ruptura del oficialismo con los grandes centros urbanos.
La derrota de Santa Fe, en cambio, sirvió para acentuar la prepotencia del lugar común. Indica que Cristina tampoco entra en los sectores agrarios.
Aunque en «el campo» ya no la cuenten. La pesan.
La sensación de imbatibilidad de Cristina, hoy resulta menos creíble. Consecuencia de la vanguardia de los heroicos combatientes del Frente Encuestológico de la Victoria.
Al comerse el amague de la invencibilidad de la adversaria preferida, Macri, el Niño Cincuentón, se bajó de la ventura presidencial. Con el objetivo logrado de repetir el control del presupuesto de la alcaldía, para tranquilidad financiero-espiritual de Nicolás Caputo. Y los números optimistas de don Jaime Durán Barbas, El Equeco. Que atraviesa, en pleno triunfalismo de globos y pachangas, su momento triste de declinación.
La Garganta lo descalifica: «Es (Durán Barba) de aquellos vivos que cuando deciden espiar tocan el timbre».
Por los efectos de la travesura innecesaria que Filmus, tardíamente, decidió utilizar.
La idiotez no influyó, para nada, en los impulsos del electorado. Bastó para que Durán Barba, en el esplendor de la sucesión de glorias, debiera recibir, de apuro, el carnet de gil.
El sistema moral, que mantiene como nutriente al simpático Federico Achaval -acaso el socio más distinguido de Cristóbal López- se extiende por otros cuatro años.
Para satisfacción estética de los camaradas del colegio. De la magnitud de Torello, y del Gran Capo, el poder real, Nicky. Tan influyente, en PRO, que se habla, incluso, de la consolidación del macricaputismo.
Garantía del entendimiento moral, a la distancia. Asegura que la competencia, entre la nación y la ciudad, nunca va a llegar a extremos inquietantes. Por el culto fascinante del diálogo.
Adversarios recíprocamente preferidos
Con la bajada de Macri, y con su doble triunfo en el Artificio Autónomo, se cumplió la primera parte del cálculo.
Ahora sólo falta que se cumpla la fase dos. Que gane también Cristina.
Para preparar, en cuatro años, la sucesión. De Cristina hacia Macri.
Pero el desmoronamiento de Cristina pone en riesgo la fase dos.
En el cálculo de Durán Barba no entraba, ni remotamente, la alternativa de tomar, como beneficiario del desgaste, a Ricardo Alfonsín, El Menoscabado. O a Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas).
Alfonsín ya no tiene límites con Macri. Lo digiere, y aguarda sin culpas sus electores.
Y Duhalde, con cierto derecho, supone que es el beneficiario natural. Ya coincidieron en Santa Fe.
Aunque ambos sospechen que Macri no quiere más alteraciones. Y que dilata los apoyos porque prefiere, acaso, compartir los próximos cuatro años con Cristina.
Porque Cristina y Mauricio son, en definitiva, el uno para el otro. Adversarios recíprocamente preferidos.
Para ser el sucesor en el 2015, Macri se bajó de su apetencia en el 2011. Le dejó a Cristina el camino despejado. Era el único que, si se armaba, le podía ganar. Desalojarla de Olivos.
En cierto modo, Cristina supo retribuir la amabilidad de haberse bajado. Como sparring de Mauricio, lo designó a Daniel Filmus, el Psicobolche Nostálgico.
Ganarle a Filmus, para Macri, se convirtió en una rutina histórica. Macri ya está cansado de ganarle a Filmus.
El apasionamiento por la derrota, de este buen psicobolche, debería atenuarse.
Difícilmente Filmus se atreva a insistir en el 2015. Para perder, según los cálculos, con Marcos Peña.
El angelito exterminador
Macri aprendió a poner el rostro de tonto. Le sale bien la impostura de «no ser un político tradicional». Pero el danzarín es un angelito exterminador. Puede testimoniarlo López Murphy, Blumberg, Narváez.
Ahora Macri dice que quiere escuchar los proyectos para Buenos Aires que tienen los candidatos a presidente. Va a escucharlos a todos.
Traducido, Macri se coloca por arriba de ellos. Le asiste el derecho. Ya que es el opositor que tiene mayor peso específico. Es el sucesor, que habla de unidad, de temas de Estado, y está situado en el centro de la oposición. Aunque no sea postulante a la presidencia.
Se dispone entonces a tomarles examen. Como si los presidenciables fueran como los postulantes truncos. Como Horacio Rodríguez Larreta, el carismático caudillo de Flores Sur. Y Gabriela Michetti, abandonada en la grisalla del parlamento. Ambos se prestaron al papelón. Debieron recitar, ante los militantes amarillos del PRO, los motivos por los que se creían preparados. En condiciones de ser los alcaldes de la ciudad. Aquella mañana, Mauricio los aprobó. Pero no pudieron pasar de grado.
Bolillas
Buenos Aires, Bolilla 1, alumno Duhalde, dígame ¿qué va a hacer con la Policía Metropolitana?
Bolilla 3, alumno Alfonsín ¿acaso planifica acabar con la revolución de la bici-senda?
Y a todos, ¿qué van a hacer con la educación? ¿podrán tirar contratos a los amigos como Narodowsky? ¿Y con el transporte? ¿Qué van a hacer con Otero? ¿Y con el ex gordo Cirigliano?
Alumna Carrió, no se copie de la alumna Argumedo. Ni de Rodríguez Saa.
Todos los presidenciables sospechan, según nuestras fuentes, y hasta ahora sin decirlo en voz alta, que Macri la prefiere, en el fondo, para cohabitar, a Cristina. Otros cuatro años de convivencia. Van a aprender a quererse.
Después de todo ¿para qué cambiar?
Mal que digamos, con Cristina, a Macri, no le fue.
Y lo que tiene acumulado, El Niño Cincuentón no tiene motivos. Para regalarlo.
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