Los «amigos» de Irán
D’Elía, el "levantino", Esteche, el humanitario, y el “Loco”, Chávez.
Artículos Nacionales
El hermetismo de Timerman permitió que la denuncia del Pacto con Irán se extendiera. A través de la secuela moral de indignaciones.
Fue en un momento de significativa presencia de Irán en la agenda diaria.
Conste que el Juez Federal Rafecas (más conocido en Casa de Gobierno como el «Hermano del Bombón»), deslizó que, desde la sede diplomática de Irán, suelen financiarse organizaciones sociales y políticas.
La información del señor Juez es relativamente mala. Semejante nivel de colaboraciones de ningún modo se instrumenta, según nuestras fuentes, a partir de la diplomacia institucional. Son otros los canales eventuales que deberían investigarse. Pero aunque los argentinos se obstinen en ser llanamente simples, debería aceptarse que Irán es, ante todo, una entidad compleja. Heredera de la civilización persa, portadora de algunos siglos que instigan a tratarla, acaso, con menor dosis de frivolidad.
D’Elía, el levantino
La evaluación financiera del juez Rafecas trasciende cuando se asiste al lanzamiento de la flamante formación de Luis D’Elía, el «levantino». Aunque trafica negritud, es un «Turquito» de Isidro Casanova. Un consumidor de kebbe que emerge como el máximo emblema de la estética kirchnerista.
El «levantino» es un ostensible «amigo» de los iraníes. Enemigo frontalmente declarado del sionismo (como el estado iraní). Celebró en el Luna Park, con la presencia de figurines de primera línea del gobierno. Como el angelical ministro Tomada, que intenta posicionarse -con suerte relativamente baja- como aspirante a la jefatura del artificio autónomo. Junto a su colega de indolencias, Amado Boudou.
También lució su estampa de intelectual suburbano el caudillo Mariotto. Consagrado por no cumplir los acuerdos que él mismo propone, a Mariotto no se lo puede tomar con elemental respeto.
No obstante, Mariotto aspira a secundar a Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, en «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear) (aunque es más probable que D’Elía entre por el ojo de alguna aguja a que Mariotto sea vice gobernador de Scioli).
Junto a semejantes patriotas, de la magnitud del «Chino» Navarro, se encontraba también el señor Encargado de Negocios de Irán. Don Ali Pakdamon, un profesional de la diplomacia que, según nuestras fuentes, conserva, en el país complejo que representa, más amigos entre los opositores al régimen de los ayatholas, que entre sus personeros.
La incautación de Dorrego
D’Elía es tan «amigo» de los iraníes como Fernando Esteche. Es el conductor de Quebracho, el grupo violentamente humanitario que tradicionalmente estaba inventariado en el ministerio del Interior, o alternativamente desde el Servicio de Inteligencia. En apariencia, Quebracho opta por la salida revolucionaria y se independizó del Gorro Frigio.
Esteche se mantuvo en la primera fila para atender, aparte, en La Plata, la dilatada disertación del locutor Hugo Chávez, presidente de la Venezuela Bolivariana y otro gran amigo de Irán, pero sobre todo de su presidente, el alucinado Mahmud Ahmadinejad.
Chávez hoy se consagra, aparte, como el gran defensor de Kadhafi, y como el sostenedor entusiasmado de Cristina.
Fue cuando Chávez decidió conmovernos con el canto desentonado del himno nacional. Pero también se destapó con la incautación de la memoria del fusilado Manuel Dorrego.
(«¡Ay, Hugo, mirá este libro y vas a ver que nosotros no somos los únicos locos!», le dijo Cristina a Chávez). Al recibir el Premio Rodolfo Walsh, inspirado en aquel cuentista que los represores apodaban Calculín. Aunque se merecía, con énfasis, el Premio Sergio Velazco Ferrero, antecedente de su estilo oral.
Comerse el amague
La fundamentación del Premio Rodolfo Walsh, para Chávez, suele ser más creativa, acaso, que la idea originariamente improvisada de concedérselo.
Ocurrió que Chávez se venía de nuevo al sur y quería, como siempre, hablar. Como desconocían qué escenario ofrecerle surgió, según la Garganta, la idea de entregarle algún premio. Entonces de La Craneoteca de los Genios, que comanda Zanini, surgió la idea de entregarle el Premio Rodolfo Walsh. Porque total la izquierda, con tal de permanecer y comerse un choripán, puede fundamentar admirablemente lo que sea.
Podían aprovecharse, aparte, las diatribas de Chávez contra la única oposición verdadera que interesa rescatar. La prensa. Y hacer cartón lleno. La carambola a tres bandas, en la tacada contra el Grupo Clarín. En coincidencia con el bloqueo infantil que le permitió al enemigo -Clarín-, cargarse de unas cuantas bocanadas de oxígeno. Necesario para continuar la lucha disparatada, desigual.
Justamente Clarín fue bloqueado cuando la virulencia de sus portadas era, cada vez, menos ofensiva. Pero el bloqueo lo volvió al grupo Clarín hacia el centro del ring. Como adversario principal. Se reiteró, al fin y al cabo, la exacta fórmula para devaluar nuevamente a los opositores.
Los insaciables opositores volvieron a comerse el amague. No encontraron otra alternativa que defender, en bloque, «al Monopolio».
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