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La Reelegida

Del sepelio a la reelección. Sin escalas.

Jorge Asis - 2 de noviembre 2010

Cartas al Tío Plinio

La ReelegidaTío Plinio querido,

Para ser La Reelegida, La Elegida tiene que aprovechar la transitoria centralidad. La intensidad inicial del duelo.
El duelo brinda, en la práctica, inmunidad. Inhibe a los impugnadores. Los desorienta. Los inmoviliza.
Es de mal gusto, incluso, entrarle durante el duelo. No corresponde.
Por lo tanto, ningún opositor mueve una ficha. Por la conveniencia de tomar distancias.
Hay que aguardar el momento propicio para saltarle. Y ahí sí, entrarle.
En cuanto La Elegida comience a equivocarse, van a irle, tío Plinio querido, por la yugular.

Por el duelo, La Elegida mantiene suficiente aire político en los pulmones. Garantía para un par de semanas. No más.
Tendrá que disfrutar la centralidad, por ejemplo, en Corea.
En la cumbre del G-20. En la membresía lograda por aquel comportamiento condenable de los noventa.
En materia de interlocutores, La Elegida va a elevarse. Al recibir las condolencias de los líderes magnéticos. Son muy útiles para la reproducción de fotografías.
El beso previsible de Obama. De la señora Merkel. Del chino Hu Jintao. Del distante Sarkozy.
A todos ellos, circunspectos y pacientes, La Elegida les va a brindar, desde el dolor, pero sin anestesia, otra espléndida clase académica. Con recomendaciones explícitas, desde la experiencia en materia de crisis.
En Corea, pero con «consumidor final», tío Plinio querido, en la Argentina. El destinatario exclusivo que interesa.
Si saben planificar el duelo, en quince días, completan el trabajo los vanguardistas del Frente Encuestológico de la Victoria.
Para la numerología, La Elegida gana en primera vuelta. Para ser, en adelante, La Reelegida.

Pleitesías. Panegíricos

Kirchner supo, tío Plinio querido, retirarse a tiempo. Como Gardel.
En la antesala justa de la declinación final.
Tenía, el pobre, el boleto picado. La escuadra sistemáticamente se le desmembraba.
La fatalidad de la muerte brota para brindar, a los suyos, el último servicio.
Es productor, aparte, gracias a la muerte, de las pleitesías más inesperadas.

Enternece, sin ir más lejos, el tratamiento de TN al estadista extinto.
Por la conmoción, «Todo Noticias» hoy parece competir, en materia de indulgencia, con C5N.
O con los dilatados tramos del Canal 26. O del 9, el Canal «recuperado». Como el Hotel Bauen.
Con su muerte, El Furia logró doblegar, por si no bastara, al Grupo Clarín.
Con la esperanza, acaso, que los más sensatos puedan contener a La Elegida.

En el 2010, Héctor Magnetto debió ocupar, tío Plinio querido, el lugar vacante. El de jefe de la oposición. Cetro que le correspondió, en 1974, a Ricardo Balbín.
De no haberse optado por la instrumentación del velatorio para barra bravas, perfectamente Magnetto estaba capacitado para mirar a La Elegida. Y dificultosamente decirle:
«Este adversario despide a un amigo».

Kirchner resulta, al fin y al cabo, más tolerable muerto que vivo.
Abundan los panegíricos por doquier. Tardaron en darse cuenta que El Furia era un patriota total.
Panegíricos, por ejemplo, de los intendentes que fueron taponados con el polvo de las obras. De los mini-gobernadores de Buenos Aires. Los que fueron convocados por Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.
Pudo percibirse, a través de los panegíricos, que Konrad Adenauer, al lado de Kirchner, era un poroto.
Sin colectoras a la vista, desborda la súbita pasión kirchnerista.
De haberla mantenido en junio del 2009, se le hubiera ahorrado, a El Furia, el descenso. La humillación del triunfo de otro desorientado. Narváez.
En definitiva «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear) está con «el modelo».

El duelo

Del sepelio se pasó, tío Plinio querido, a la reelección. Sin escalas.

La centralidad transitoria sirve para persuadir a la sociedad que aún muerto Kirchner, el kirchnerismo continua indemne. Dolorosamente igual. Sin límites para la audacia.
No les basta, a los kirchneristas estimulados, con llegar, con migajas de aire comprimido, hasta el 9 de diciembre del 2011.
Al contrario, vienen por más. Por la «profundización del modelo».
Es la alucinación que persiste entre los funcionarios. En la plenitud de la impostura, participan de una epopeya revolucionaria.

Desde el duelo, el Operativo Clamor está lanzado. Es imparable.
Deben explotarse los efectos sutilmente redituables del duelo.
Como si formara parte -el duelo- de la fabulosa kermesse del Bicentenario.
Otra superproducción de Fuerza Bruta. Falta, apenas, la muchacha voladora. Símbolo de la patria altiva, para las cámaras programadas de La Corte.

Peronismo y kirchnerismo

El peronismo es, tío Plinio querido, la ideología del poder (tema de discusión para el seminario).
La construcción popular gestada, en los cuarenta, por los sectores esclarecidos del ejército que ya no existen.
Basta, para descubrirlo, con leer a Robert Potasch. Es aquel ecuánime estudioso de la Universidad de Amherst. El que más sabe, acaso, del GOU (Grupo de Oficiales Unidos).
O con frecuentar a Abelardo Ramos. De los pocos intelectuales que se extrañan.
O al prolífico embajador Piñeiro Iñiguez. Por prejuicios con la diplomacia, aún no es valorado como se merece.

El kirchnerismo, en cambio, es una versión patológica del peronismo.
Pero peronismo al fin. A pesar de la indignación de los peronistas «federales». Los que se encuentran desarmados. Frustrados por la muerte del enemigo principal.
El Furia que los consolidaba, en el fondo, en la forzada identidad.

Aún muerto el líder más concentrador, el kirchnerismo, en su patología, sólo puede reconstruirse desde el poder.
Sin el poder, al contrario del peronismo, el kirchnerismo no puede aspirar a la estructuración de ninguna resistencia mitológica. La ética es presupuestaria.

Explica entonces la voluntad de los funcionarios que salieron, desde el espectáculo del dolor, a plantear la reelección de la viuda digna.
A inventar, desde el residuo democrático de la monarquía, los atributos de Máximo.

Contienen ambiciones de permanencia. Ayudados por la inmunidad del duelo. Por la oposición inhibida. Siempre envuelta al vacío, como el salmón.
Amordazada por las cintas de sus carencias.

Justo cuando los kirchneristas debían preparar el bolsito, El Furia, tío Plinio querido, se les viene a morir. Para salvarlos. Como Jesús.

Por el duelo no le envíe, esta vez, ningún mensaje a la tía Edelma.
En la próxima tendrá data sobre el tarot gitano del amor.

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