Los Radicales Kash no se entregan
A falta de Cobos siguen Saiz, Zamora y Colombi, otro swinger.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
«Colombi, Ricardo, estuvo siempre», asegura la Garganta.
Para recuperar Corrientes, Ricardo tuvo que ampararse en el romanticismo de los radicales clásicos. «Moralistas», sin aditamentos.
Para gobernar, o sea pagar los salarios, Ricardo regresó adonde le correspondía.
Con Kirchner, el impulsor de los Radicales Kash.
Kirchner, políticamente, está perdido. Pero lo disimula muy bien.
Se recupera de las inquietantes nanas interiores. Las irritabilidades del colon, que lo mantuvieron, secretamente, tres días en el Hospital Alemán.
Casi repuesto, Kirchner asiste al espectáculo más delicioso. El desmoronamiento de los adversarios. Sin ir más lejos, el de Macri. Reducido al best sellerismo berreta del espionaje de entrecasa.
Si Macri, del dramatismo de las payasadas, sale entero, podrá pensarse, con seriedad, en su proyección. Ampliaremos.
Flojito de códigos
A los radicales tradicionales, los que venían en ascenso, Kirchner acaba de comerles el trebejo que les brindó la penúltima alegría.
Ricardo Colombi, gobernador electo de Corrientes. El que supo pasear, en la noche del triunfo, y de la manito, la euforia triunfal del senador Gerardo Morales.
Trátase -Morales- del presidente de la Unión Cívica Radical. Fue usado, abandonado como un cubierto de plástico.
Morales debió enterarse por el diario que Ricardo, su candidato, superaba, de pronto, las marcas legendarias de Borocotó (Al que habría que hacerle, por otra parte, en el Luna Park, un acto de desagravio).
Porque Ricardo Colombi se pasaba, muy flojito de códigos, y sin irrisorios atisbos de pudor, a la permanencia kirchnerista. Para erigirse como el Borocotó Super Plus (mantenerlo fuera del alcance de los niños).
Política swinger
El Colombi de Morales, Ricardo, había desalojado a su primo Arturo, el Colombi de Cobos.
La lucha dinástica de los Colombi emergía como el desafío grandioso para la interpretación de los cientistas políticos. Para terminar en la máxima precariedad.
A los pies de quien emerge, paulatinamente, desde la lona. Kirchner.
Queda el pretexto falso de repetir el título ingenioso de TN: «billetera mata gobernador».
Sin embargo el tema -para los cientistas- es menos simple.
Indica que nadie, ningún Colombi, ata su suerte a la estrategia de ningún proyecto muerto.
Ricardo encuentra, en Kirchner, algo más que la salvación coyunturalmente presupuestaria. Aseveración que indica que los Radicales Kash, como experiencia, como concepción cultural, no está agotada.
Es el mensaje, en principio, para Cobos. Aquel -Cobos- que fuera el principal emblema del radicalismo kash. Que se convirtió, en la patología swinger, en el jefe de la oposición.
A falta de Cobos, de Mendoza, emergió con fuerza Gerardo Zamora, gobernador de Santiago del Estero, el que superó, en dominio hegemónico, a Juárez.
Persiste aún el gobernador Víctor Saiz, en la lealtad rentada de Río Negro.
Y ahora, de yapa, se asiste al regreso de Ricardo Colombi. Flojo de Códigos, pero que nunca se fue. Y que marca, con la brusquedad del retorno, el grado de carencia de perspicacia básica. Valor fundamental que caracteriza, y más bien mortifica, al viejo radicalismo.
Frivolidad estival
En adelante, Kirchner se dedicará, según nuestras fuentes, a distraer la frivolidad del verano con los altibajos del jueguito tradicional. El del «pingüino o la pingüina».
O sea, la reelección de La Elegida, o el retorno de El Elegidor.
Mientras tanto, en fila, los trebejos adversarios se le derrumban. Es la estrategia.
Tiempo de poner en marcha el operativo destrucción de Cobos.
Y, si es que se atreve a proyectarse en marzo, de Reutemann.
Kirchner se ajusta a la consolidación del control sobre la provincia de Buenos Aires. A retener a los minigobernadores del conurbano, en su condición de Padrino. Pero de casamiento, pagador de la fiesta.
Duhalde -aunque se enojen los duhaldistas-, aún no preocupa.
«Radicalista»
Para la lateralidad del resto de las provincias, sólo se piensa en una concesión federal. La posibilidad de acompañarlos. A la dama o al caballero. Como vices.
Es imposible, si es Pingüino, que vuelva a acompañarlo Scioli, en la fórmula, como en el 2003.
Para bonaerense, ahora, está el transplantado. Kirchner.
Difícilmente, después de la experiencia Cobos, el copiloto sea otro Radical Kash.
Es más fácil que sea alguien parecido. De doble identidad cultural.
Un «radicalista» reversible. La combinación swinger del peronista con el radical. Con prestigio de buen administrador y legitimidad territorial.
Debe tenerse en cuenta, según nuestras fuentes, a Alperovich, del Tucumán.
Es aquel gobernador radical que debió, en el desierto de la política swinger, hacerse cargo del naufragio provincial del peronismo.
Final con (o de) Scioli
Por último, la rendición explícita de Ricardo Colombi, el gobernador que debe pagar los aguinaldos de Corrientes, extiende un manto implícito, de comprensión, sobre Scioli. Porque el vitalista debe abonarlos en Buenos Aires.
Líder de la Línea Aire y Sol -llamado hoy Roberto Carlos porque «quiere un millón de amigos»-, Scioli debió darse una ducha de realidad.
Por lo tanto, Scioli disminuyó -«con fe, con esperanzas, siempre para adelante»- las ambiciones. Al extremo de apostar, como última ficha, a que Kirchner, al final, en un rapto de lucidez, lo nomine.
Como si Scioli aspirara a ser El -próximo- Elegido.
Sólo cuando Kirchner se resigne a aceptar que la reconciliación con la sociedad es imposible. Utópica. Porque en segunda vuelta, lo aguarda, inapelablemente, la derrota que se construye y merece. Contra cualquier Cobos.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
Continuará
Manténgase conectado.
Relacionados
El parravicinismo libertario contra el peronismo del año impar
Momento pleno de inflación baja, pero de ambición larga.
La delincuencia al poder
La justicia argentina tampoco se queda atrás en el vasallaje del ridículo. ¿Y si les vuelve a ganar?
Lucha por el poder en La Pajarera
Acaso peronismo sea todo aquello que subsiste después de las declinaciones de las modas dominantes.