El ajusticiamiento electoral del General Soleimani
Donald Trump, con el dronazo, se presenta como el Guapo del Barrio.
Artículos Internacionales
escribe Jorge Asis,
para JorgeAsisDigital.com
París, especial
Con
el ajusticiamiento del general Qasem Soleimani (y de Abu Mehdi al
Mohandi), Estados Unidos completa con Irán el último eslabón de la
inagotable cadena de errores iniciada en 1953.
Fue cuando la CIA
ayudó a los británicos declinantes a derrocar al nacionalista persa
Mohammad Mossaddeq, en uno de los episodios cinematográficos menos
explotados de la Guerra Fría.
Con el verso de evitar que
Mossaddeq se inclinara por Moscú, los americanos del norte se
quedaron con el negocio del petróleo iraní, y con los alicaídos
ingleses como lugartenientes subalternos. Ensayo ideal para instalar
la monarquía escenográfica de los Reza Pahlevi. Un sha-monarca que
era tan distraído como el pobre Jimmy Carter, aunque más refinado.
Mientras los petroleros felices contaban las montañas de billetes
casi ni se daban cuenta que se les venía encima, en 1979, la
revolución de la fe.
Es
el tiempo de la barbarie de la religión como polo de
poder.
Emergencia del ayatollah Ruhollah Komeini. Un imán chiita
que admiraba el tercerismo del general Perón y que, de estar
exiliado en Nauphle le Chateau, un pintoresco villorrio de Francia,
pasó a conducir el temido régimen persa que, desde entonces,
atormenta al Gran Satán, así bautizado por Komeini.
Se trata de
un imperio que no suele armonizar el poderío nuclear con la sutileza
de la inteligencia. Ser el más fuerte de ningún modo significa ser
el más apto para orientar los destinos del mundo cada vez más
complejo. Con jugadores que crecen a sus expensas. A partir, en
general, de los desaciertos ajenos. O por el fenomenal avance
tecnológico. Los atributos del 5G
pueden ser más poderosos, en un futuro cercano, que el militarismo
excesivo. China. Efecto del capitalismo casi salvaje endulzado con
los atributos totalitarios del marxismo mercantil.
Estrategia a la bartola
Irán
se fortalece en la región gracias, en gran parte, a la colaboración
indirecta de los americanos del norte.
Graves especialistas en
equivocarse con sus catastróficas tácticas para alcanzar alguna
estrategia a la bartola.
Después del atentado trágico de las
Torres, organizado por Al Qaeda versión Afganistán, el avance
ciegamente vengativo de Estados Unidos permitió que Irán se
liberara de dos trascendentes enemigos regionales.
El duro
Talibán, con el mejor hashis de Afganistán. Y el dictador de usos
múltiples Saddam Hussein en Irak.
Para completar el ciclo de los
favores especiales, hasta le hicieron el favor de eliminarle también
a Osama Bin Laden, líder del adversario Al Qaeda.
Resultaron
fundamentales para instalar la nueva dinámica de conflicto en la
región.
Ya la hegemonía del
litigio no la tiene reservada el interminable entrevero histórico
Palestina-Israel.
Ahora se trata de la confrontación
étnico religiosa Chiita-Sunnita.
Por
una parte la sunni rigorista Arabia Saudita (con Estados Unidos e
Israel).
Por la otra la chiita Irán, recostado sobre la Rusia que
quiere volver a ser imperio (como la ambigua Turquía). Con la
anuencia sigilosa de China. Completado por una serie de países
árabes literalmente destrozados, que oscilan de un bando a otro,
entre desgracias reiteradas y relativos favores.
Guapo y varón
En
este marco se produce el dronazo irresponsable, masacre ordenada
jactanciosamente por Donald Trump, el “guapo y varón” del tango.
«Entre la gente de avería. Patrón».
Arrogante
populista que decide mantener de rehén, simplemente, al mundo.
Con un Premier tan brutal como Pompeo, que incluso se atreve a reclamarle, a los aliados europeos, una mayor solidaridad con sus barbaridades.
Pero los socios de la OTAN no son tan dependientes como determinados países del sur que interesan menos.
Alguno hasta necesita de la influencia del guapo para conseguir un crédito internacional, y todo para que un amigo personal gane una elección. Del mismo modo, necesita de su influencia aquel que le ganó al amigo, pero para no pagarlo.
Los socios europeos tienen suficientes problemas estructurales pero son -aceptémoslo- un poco más serios.
No pueden negar que, al menos con respecto al fantasma de Irán, estaban más entusiasmados con Barack Obama, El Keniano. Que con Trump, el prepotente guapo y varón que se los lleva desde el cuello y por twitter.
Con Obama coincidieron en alcanzar hasta un acuerdo nuclear que los iraníes se disponían a cumplir. Justamente cuando Estados Unidos, por intermedio del Guapo, se disponía a anularlo. Su problema no era Irán. Era Obama.
Menos aún los aliados europeos pueden asociarse al ajusticiamiento electoral del general Soleimani. Como el que acaba de ordenar Trump, a través del dronazo. Con el pretexto patriótico y moral que posibilite sacar, de las primeras planas, la humillación del juicio político. Creía que el bochorno le jugaba a favor, pero comienza a preocuparlo.
Pero el Guapo del Barrio no puede convencer a la señora demócrata Nancy Pelosi. Entonces nada puede reprocharle, ni exigirle, por ejemplo, al acosado Emmanuel Macron. Un muchacho que ya tiene suficiente con el país paralizado por el laberinto de la huelga civilizada, y en simultáneo salvaje.
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