Mortajas de rayón
Mensaje perverso de Macri a La Elegida. Con el bandoneón.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
Ni a Mauricio Macri -al que Picca, el Pensador de La Toscana, llama «El Bombón Asesino»-, ni al recio galán maduro, Rodríguez Larreta, pudo habérseles ocurrido.
La idea tiene que haber sido, tío Plinio querido, del ecuatoriano.
Don Jaime Durán Barbas. También llamado, a sus espaldas, El Equeco.
La idea de obsequiarle, a la Elegida, el expresivo bandoneón. Aunque se trate del bandoneón de fantasía, para cotillón. Con una conjunción de tanguitos adentro.
De los bandoneones furtivos que se compran por internet. Cuestan, a lo sumo, novecientos pesos.
El presente del bandoneón es, tío Plinio querido, de una perversidad estremecedora. Una indirecta inmerecida.
Porque el Alcalde Macri debería apostar por la excelencia de una cordial cohabitación con la Presidenta Cristina. La Elegida. Y en menor medida, con sus ministros. Aunque lo maltraten, como el Aníbal. El Premier que piensa cargarse, lo que queda del gobierno, al hombro.
Aníbal, El Premier, sostiene que el alcalde Macri nunca trabajó. Que es, aparte de ignorante, un vago.
Para colmo, El Premier es casi tan tanguero como De Vido.
Himno
Ocurre que el bandoneón remite, tío Plinio querido, de por sí, al «Che Bandoneón».
Es -«Che Bandoneón»-, el himno sublime con formato de tango. Con la letra de Homero Manzi, y la música de Troilo.
Contiene Manzi, en «Che bandoneón», algunos versos llamativamente simbólicos. Los que suele recitar, en el boliche de Talcahuano, el Chacho Bustos.
«Esas ganas tremendas de llorar/ que a veces nos inunda sin razón».
Aluden a la estricta actualidad del gobierno. El que preside, justamente, la destinataria del regalo. Que se encuentra, como «el alma, en orsay».
Sobre todo registre, tío Plinio querido, el verso que enuncia:
«Vistieron al final, mortajas de rayón,
al eco funeral de tu canción».
Formato diálogo
Dramático sabor de despedida. Tonalidad de requiem. El telón se baja. El boleto está picado. La calesita, estrellada.
El kirchnerismo se prueba sólo, tío Plinio querido, las «mortajas de rayón». Sin verdugos que lo incentiven. Sin piadosas extremaunciones.
Se las ponen solos. Se meten adentro.
Sin embargo, con las mortajas de rayón, en actitud de espera, el kirchnerismo parece ser, aún, temido.
Inquieta la probable ceremonia de la resurrección. De aquello que, precisamente, todavía no murió.
Los ronquidos de la agonía debieran prolongarse dificultosamente, durante 29 meses más. Y mantener, mientras tanto, la ficción de la iniciativa.
A través de la distribución, democráticamente festiva, de los chupetines de madera (ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable). Chupetines que adquieren, de pronto, el formato del diálogo.
Los placebos permiten adherir a las ceremonias dilatorias de la civilización oral. Con encuentros cumbres, «saludablemente tardíos». Como el de la Presidente, La Elegida, que mira el bandoneón de utilería, como Virginia Luque miraba el bandoneón real. Con el Alcalde. El Bombón Asesino. Serial.
O en los entreveros ministeriales, con señores circunspectos surcados por el optimismo explícito. Los induce -el optimismo- hasta a estrenarse una corbata, a los efectos de dialogar, como si fuera trascendente, con el ministro Randazzo. Florencio, el ex Killer, quien suele presentarse sonriente, moralmente preparado para las fotografías. Con una bolsa de chupetines de madera espolvoreada. Sin mortaja.
Liquidación de invierno
En adelante, van a sucederse, tío Plinio querido, los juramentos. Con precipitación. Porque los habitantes posibles de las agendas, infortunadamente, se acaban. En la plenitud de la anticipada liquidación de invierno. Entre la desbandada, sólo los incondicionales, los patriotas resignados, agarran.
Los próximos ministros convocados llegarán a jurar, cada vez, más cansados. Deslegitimados, los pobres, antes de acceder a las crepitaciones del despacho.
Como el ascendente Boudou. Los malignos, como el sarcástico Rocamora, lo comparan, a Boudou, con aquel Pugliesse. Juan Carlos, el del tramo final de Alfonsín.
Aquel político memorable, que llegaba a Economía para hablar con el lenguaje del corazón. Mientras los cretinos le respondían, tercamente, con el tecnicismo del bolsillo.
Pero Boudou, con Moreno adentro y todo, aún mantiene firmes posibilidades de recuperarse. Aunque contenga el pecado, en el kirchnerismo, de ser, para algunas mujeres, un galán atractivo. Casi tanto como Rodríguez Larreta, el Casanova del Pro.
Conste que la capacidad de seducción es algo que Kirchner, El Elegidor, decididamente, detesta. Le disgusta que la miren, como si fuera aquella Virginia Luque, a La Elegida.
Altos y lindos
Ser alto, durante el menemismo, era un inconveniente tácitamente menor. La estatura física facilitaba las postergaciones. Políticamente favorecidos resultaban los más bajitos. De inteligencia concentrada. Permita prescindir, innecesariamente, de los nombres.
En cambio, en el kirchnerismo, tienen menor aceptación los «lindos». Como los llama Basile, el técnico de Boca.
Entonces Boudou debe lidiar con los atributos negativos de la atracción. Los que signaron el destino fatídico de dos predecesores.
Uno en Economía, su actual cargo. El injustamente recordado Martín Lousteau. Con su aspecto de Sir Alfred Douglas, el tormento de Oscar Wilde.
El otro es Sergio Massa, aquel que fuera su superior. Demasiado ambicioso, Massa, para ser tan joven.
A los dos, en cierto modo, fue Moreno quien les puso la respectiva mortaja de rayón. Como al poeta Alberto. Conforman la Asociación de Víctimas de Moreno, en formación.
Kirchner participa, en cierto modo, de la estética de Basile. El que tampoco prefiere defensores «lindos». Basile extraña a Díaz, el Cata. Porque el Cata asustaba, igual que Moreno, a los adversarios. Ni se animaban a entrar al área.
Pero Moreno, tío Plinio querido, pobrecito, ya no asusta. Ni siquiera a un quiosquero de Montserrat.
Dígale a tía Edelma que Mario Raskovsky, el «astrólogo político» de Salta, fue entrevistado para «Poder Vacante». Va a emitirse tal vez el viernes. Emisión especial de Conocimiento Alternativo.
Raskovsky también sostiene que el bicentenario no debe celebrarse el 25 de mayo del 2010. Debe celebrarse, a su sensato criterio, el 9 de julio del 2016.
Porque el 25 de mayo es un festejo municipal. De Buenos Aires. Sólo el 9 de Julio es nacional. Aunque los Kirchner aprovechen, los 25 de mayo, para rajarse hacia alguna provincia. Sin la menor dignidad. Disparan de la sobredosis del Tedeum de Bergoglio, el compañero Cardenal.
Che bandoneón, por Virginia Luque
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