Cadena de la felicidad para quebrar
Perversa operación de inteligencia deja en silencio al Gobierno de Consultores.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com
Lule conducción
“Cuesta creer que Lule Menem se involucre en alguna cadena de la felicidad”.
Se escuchó en el streaming explosivo de dos colegas.
Pero Lule, Eduardo Menem, El Operador, figura en todos los portales como animador del escandaloso negociado que denunció el funcionario menor Diego Spagnuolo, protagonista y simultánea víctima del perverso operativo de inteligencia que mantiene en silencio al Gobierno de Consultores del Panelista de Intratables que Lule, como asesor, integra.
O más grave aún, que Lule conduce. Al menos en el exclusivo armado del show territorial, aunque amparado en el paraguas de la señora Karina, El Jefe, secretaria general de la Presidencia.
La repostera ocupa el vértice trascendental en el Triángulo de Hierro (fundido).
Geometría imaginaria que comparte con el vértice del “jaimito” Santiago Caputo, el Neo Giacomini.
Pero después de las desastrosas derrotas parlamentarias se transformó en el Triángulo de Cuatro.
Por la incorporación obligada del cuarto vértice, a cargo del Premier Guillermo Francos, Amanecer.
Dólares crocantes
Lule era el asesor cordial y eficiente del tío homónimo, el senador, El Hermanísimo del presidente Carlos Menem, El Emir, auténtico número dos de los años noventa.
Pero Spagnuolo, El Parlanchín, lo desciende a Lule con la injuria de tildarlo como recaudador fundamental de la maniobra.
Le quiso poner, incluso, “un delincuente para chorear”.
La fundación de la desconocida “cadena de la felicidad”, inspirada imperdonablemente en los discapacitados.
Con los generosos billetes crocantes aportados por una de las droguerías altisonantes, cuyo propietario (un paisano generoso) fue sorprendido cuando pretendía salir a respirar desde su residencia arbolada de country.Con 266 mil dólares crocantes, envueltos en varios sobres listos para ser distribuidos, acaso, entre los felices encadenados.
Aparte de perversa, la operación de inteligencia fue brillante.
Plantada al mileísmo para quebrarlo en el momento exacto. En pleno inicio de la campaña. Durante el tratamiento financiero de la discapacidad en la Pajarera de Diputados.
Con el complemento de la multiplicación de discapacitados eufóricos que aguardaban con sus familiares en la plaza del Congreso, sentimentalmente dispuestos para abrazarse con la patética algarabía del triunfo cuando el veto, en efecto, como un piano, cayera.
La perforación
La imprudente lengua larga de Spagnuolo perforó el Gobierno de Consultores.
Desde hace días, en las alturas, optan por la táctica conveniencia del silencio, que los torna aún más sospechosos.
Nada tienen para decir.
Justamente en La Bolsa de Rosario, se esperaba con énfasis al Panelista porque los inversores y los buscapinas suponían que iba a bajar alguna línea al respecto.
Pero el Fenómeno prefirió aburrir al auditorio impaciente con las pegajosas ponderaciones hacia los aciertos imaginarios de sus medidas económicas que “cuestionan los mandriles y los econochantas”.
Corresponde que el Congreso, en el tramo electoral, esté cerrado por vacaciones.
Pero aquí la inexperiencia se asocia con la fragilidad.
El Fenómeno de exportación exhibe en el plano interno el atributo de la oquedad legislativa.
La prepotencia del vacío. La intensa insustancialidad que brota cuando el que habla no es Milei, el sujeto Milei, sino cualquiera de los precarios predicados.
Alta celeridad
Las denuncias del hiperactivo doctor Gregorio Dalbón difícilmente merecieron tanta consideración.
Pero el fiscal Franco Picardi -en armónica dupla con el juez Sebastián Casanello- se caracterizó por una eficacia comparable con la celeridad para actuar.
Allanaron 17 domicilios con fervor, capturaron celulares para despanzurrar con auditorías invasivas, dictaron prohibiciones para rajarse del país.
La causa judicial aún no existe, pero se descuenta que pronto se dispara el festival de indagatorias, las previsibles imputaciones y los temibles procesamientos.
La lengua larga del Parlanchín imprudente no está bajo control.
Se esperan, se temen, nuevos arrebatos.
En las alturas blandas se implora para que no broten más emanaciones tóxicas.
Al cierre del despacho, nadie puede imaginar si Casanello, al que Jorge Lanata apodó Tortuga, se comporte esta vez como una liebre.
Y que convoque a declarar, como imputada, al Jefe. Para el semanario Noticias, “La Cajera”.
La Repostera Prodigiosa que solía defender al hermano dependiente, cuando el malo del progenitor, el colectivero cruel, lo castigaba con la mano cerrada, convertida en puño.
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