La Doctora no es chorra
El “compañero de vida” como “Nestornauta”.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com
Tres fieras de Talcahuano
Se percibe una severa disonancia entre los fundamentos jurídico-constitucionales de la ratificación de la condena, con el discurso que cautiva de la señora presidenta penosamente condenada.
La Doctora le habla a la militancia leal, pasionalmente conmovida, mientras los pilares literarios que por seis años la envían al encierro furtivo aluden al lenguaje despreciable de la corrupción.
La Doctora alienta emotivamente a “la organización popular”.
Apela para no convertirse en meros “militantes electorales” y exalta la magnitud del “desendeudamiento”.
O lo más grave, pontifica sobre la “más justa distribución del ingreso”.
Pero en el texto que suscriben «las tres fieras de Talcahuano» se alude de manera explícita a las licitaciones que ganaba invariablemente Lázaro Báez, El Resucitado.
El líder de culto
Néstor Kirchner, El Furia, fue un “líder de culto y un fenómeno delictivo”.
Un error casi romántico es tomarlo solo por el primer mérito. Líder de culto.
Pero otro error escandaloso es interpretarlo exclusivamente por el segundo. Fenómeno delictivo.
Ambas concepciones transcurren en simultáneo.
“Revolucionar y recaudar”. La consigna puede reducirse.
Remitirse en todo caso a la lectura de “Churrasquitos hervidos, billetes crocantes” (Sudamericana 2022).
Novela prácticamente inadvertida sobre la superstición del peronismo que compuso el director del Portal (del Periodismo Artesanal).En “churrasquitos” se percibe la pifiada fundamental de La Doctora.
Prefirió evocar dolorosamente al “compañero de vida” como si fuera el “Nestornauta”.
Adoptó, con franqueza ética, la opción del “líder de culto”.
Las valijas se llenaban igual
La Doctora no es chorra.
De entrada, en su flamante condición de viuda, en noviembre de 2010 decidió clausurar la rutina del desfile de las valijas.
Para generar una desorientación atroz entre los funcionarios que conocían las reglas del juego.
Sin embargo, resultó incapaz de desarmar estratégicamente la arquitectura de las irregularidades heredadas por el Nestornauta.
La gestión entonces solo podía mostrar eficiencia a través del ritmo de las valijas que se acumulaban de pronto sin destino.
Las valijas misteriosamente se llenaban igual.
Quien se hace cargo de lo que escribe es el autor de “La marroquinería política” (Planeta, 2006).
Se trata del primer libro de cierta resonancia que se atrevió a poner en letras de molde y como protagonistas a Lázaro, a Cristóbal, a Gerardo, al Neolopecito.
A describir la estética desenfadada de los billetes crocantes de 500 euros.
Ser su propio Yabrán
El Furia tenía un pragmatismo patológico.
Sostener que para “hacer política hace falta dinero” es una tontería vulgar.
Pero debe admitirse que a Néstor el dinero le gustaba demasiado.
Le fascinaba el aroma penetrante de los dólares.
Acariciaba con ternura a los euros crocantes.
¿Sabía La Doctora que El Furia era tan admirable para recaudar?
Solo por cargar en la espalda con semejante pregunta cualquier sujeto es condenable.
El Furia no quería tener nunca cerca a ningún capitalista del tipo Alfredo Yabrán.
Le encantaba ser el líder y -en simultáneo- ser su propio Yabrán.
No hacía política para enriquecer a ningún tercero.
Si debía existir un monstruo, el capacitado para serlo debía ser él.
La Doctora se entretenía con sus inteligentes barbaridades mientras aprendía lecciones cotidianas de manejo de poder.
A la bartola
La teoría indica que si el doctor Ariel Lijo formaba parte de la Corte la sentencia contra La Doctora nunca iba a ser ratificada.
Circunstancia que prueba el manejo desastrosamente a la bartola del kirchnerismo en materia judicial.
Abunda la literatura realista mágica del “lawfare”, pero los kirchneristas ni siquiera supieron designar al Procurador.
Desperdiciaron, incluso, hasta un año largo de franela literal con Daniel Rafecas.
Aparte optaron por la tragicomedia frívola de combatir a la Corte en vez de captarla.
A los efectos de organizar, en una sala oscura del Congreso, el juicio opaco que derivó en el excesivo circo legendario.
Sociedad de opinadores
La judicialización de la política admite lagunas ordinarias.
Como la laguna riesgosa de la doble o triple vara.
De imponerse la dureza jurídica utilizada con La damnificada Doctora costará encontrar en la Argentina algún minigobernador sin encierro domiciliario.
Es una pifiada extraordinaria de la “casta” (o “clase política”) que se suicida al entregar como muestra gratis promocional a La Doctora.
Pronto podrán arrepentirse de la fatal entrega.
A La Doctora le sobra información detallada sobre la manera hosca y tosca de ahorrar hasta enriquecerse de señalados impulsores de la “ficha limpia” que aún pontifican con audacia desde los canales de noticias.
Y sin descartar nunca a los multiplicados streamings que modificaron el sistema de comunicación en la sociedad de opinadores.
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