Pichetto y Milei, menemizadores de Macri
Sinceramiento tardío de El Ángel Exterminador.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsisDigital.com
1.- Tapados con diarios
En 2015, cuando era El Galán Maduro, Mauricio Macri ya admiraba a Carlos Menem, El Emir.
Sin ampararse comparativamente en el paso del tiempo para celebrar su magnitud histórica.
Con el propósito de llegar al poder, Mauricio dejó las ideas «que no garpaban» al costado. Y diseñar el producto que derivaría en un paréntesis banal de la historia.
Mauricio identificó el agotamiento del kirchnerismo con el agotamiento del peronismo en todas sus vertientes.
Signó la componenda electoral con quienes ideológicamente lo despreciaban.
Los radicales de la Internacional Socialista que lo ponían como “limite”. Y con los que representaban culturalmente su adversidad.
Los purificados del carrioísmo que registraban su apellido como emblema prejuicioso de corrupción.
Después del carnaval de Gualeguaychú, Mauricio confirmó su desplazamiento. Para ser la cabeza de un cuerpo presentable.
Los radicales se olvidaban del «límite» y ofrecían la columna vertebral del territorio.
Y el carrioísmo aportaba el insumo de la transparencia. La epidemia de decencia administrativa que hegemonizaba la señora Elisa Carrió, La Derrotada Exitosa.
El fracaso los aguardaba para taparlos con diarios.
Pero el fracaso de los sucesores, en las vísperas de ser tapados con diarios, les permitió revivir.
2.- Para ser peronista basta con decirlo
Cuatro años después, con el fango instalado hasta el cuello, con la economía estallada y el país endeudado, El Ángel Exterminador recibió con indulgencia al dirigente peronista que venía igualmente en cuesta abajo.
Miguel Pichetto, El Lepenito, nunca había ocultado su admiración por Carlos Menem.
Pero cometía el precipitado error de tomar distancia del peronismo, enredado en la versión kirchnerista. Para saltar sin acrobacia hacia el macrismo.
Fue veinte años después que Mauricio ingresara a la política desde la ventana. De la mano del amigo peronista Ramón Puerta, El Presidente Breve.
Puerta lo había entusiasmado con la ocurrencia trunca de promoverlo como senador por Misiones.
Pero inició a Mauricio en peronismo básico, a través de su teoría efectista pero eficaz.
“Para ser peronista basta con decir que se es peronista y ya se lo es. No hay que leer como los radicales el preámbulo de la Constitución. Para ser peronista basta con decirlo”.
Hasta Eduardo Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas) se interesó en convertir a Mauricio en presidente peronista.
Aunque Néstor, El Furia, como La Doctora, preferían mantenerlo como adversario preferido.
Mauricio representaba al imaginario de la derecha. Menemista y con estampilla de neoliberal.
Pero durante el Carnaval de Gualeguaychú lo supo rescatar Emilio Monzó, El Diseñador de Roscas.
Junto con el radical Ernesto Sanz, La Eterna Esperanza Blanca, lo persuadieron para saltar en garrocha y dejar de ser “límite” (como lo fue con Alfonsín).
Mientras Carrió ya había tomado la carterita para dejarlo al legendario extinto Pino Solanas con el prejuicio en la boca.
3.- La seducción de Pichetto
Pichetto transcurría sus últimos meses como senador cuando sedujo políticamente al Ángel Exterminador.
El Lepenito es el menemista cultural que fue celebrado en vida por su maestro Menem, cuando le dijo que debía ser el próximo presidente. Pero finalmente en 2019 fue como compañero de fórmula del Ángel.
Entonces Pichetto brindó los conceptos mejor articulados para la insustancialidad genérica del macrismo.
Fue justamente Pichetto el que volvió a «menemizar» a Macri.
A aportar ideas que faltaban en el conjunto piadoso de generalidades que el Ángel pronunciaba mientras se lo llevaban puesto.
Pero mientras Pichetto se dedicaba a la menemización de Macri aparecía otro dirigente joven que se convertía en ventarrón ideológico.
Javier Milei, El León Libertario, consideraba frontalmente a Menem como “el mejor presidente de la democracia argentina”.
De pronto Macri sintió que pagaría por emitir las mismas disrupciones de Milei. Las sentía.
Pero para los radicales y los carrioístas Milei era peor que Menem.
Al identificarse con las palabras de Milei -y con los conceptos lineales de Pichetto- se explica que el Ángel no tenga reparos para celebrar a Menem. Augurarle un reconocimiento superior en la historia.
El reflejo condicionado era inminente. La reacción de Gerardo Morales, El Milagrito.
O la monotemática señora Mariana Zuvic, Cristina II, talentosa legisladora del carrioísmo que se desperdicia en ordeñar con denuncias al gastado kirchnerismo que aún brinda leche.
4.- Final con transformistas
La historia de transformistas continúa con otro desperdicio profundo.
Pichetto, El Menemizador, legitima al Peronismo Republicano, pero para ponerlo al servicio de Macri (o de Juntos).
Tal vez Lepenito toma conciencia del error de no haberse aguantado el llano. Por no haberse bancado en el peronismo como opositor interno del desgobierno de La Doctora que preside Alberto Fernández, Otálora. Epopeya que concluye en descalabro.
Ambos, La Doctora y Alberto, más los emotivos rebeldes de la compacta Agencia de Colocaciones Cámpora, se elevan como los fundamentales impulsores del regreso de Juntos.
El razonamiento contrafáctico indica que si Pichetto hubiera permanecido en el peronismo hoy sería el dirigente más solicitado. El líder del peronismo no kirchnerista.
Algo más relevante que ser el colector de peronistas en desuso. Pichettistas patrióticos y sentimentales que deben hacerse cargo de Juntos. Por formar parte del combo.
Juntos mantiene su propia dinámica y contiene, al cierre del despacho, un exponente prioritario. Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
Es Geniol quien obstruye -en semifinales- el regreso que ilusiona a la Celebridad, hoy El Ángel del Bridge.
Para raspar a Geniol, como instrumento el Ángel supo utilizar a la señora Patricia Bullrich, Montonera del Bien que deja de pronto de ser instrumento para convertirse en competidora.
Del Ángel, de Geniol y de Milei (al que pretende captar).
O de los radicales enviagrados que ya no solo aportan territorio. Por el Sildenafil político se anotan con Facundo Manes, Cisura de Rolando. O con El Milagrito.
Aunque la desangelaron hasta exterminarla con crueldad, aún muchos recomiendan anotar también a la señora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo. Se la banca y amaga con recuperarse.
Mientras tanto, entre tanta euforia artificial los transparentes del carrioísmo se estancan sin entusiasmo. Solo respiran a través de algún cañito de Clarín y asumen la digna categoría de ONG.
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