Correo, el Hotesur de Macri
Escenarios cruzados. El bumerang del lawfare.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
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La política y las fojas
“Con Mauricio sólo no alcanza. Sin Mauricio no se puede”.
Traslado automático hacia el macrismo de la argumentación inspirada en La Doctora.
Ella volvió como vicepresidente. Mauricio se propone iniciar el regreso.
Mientras tanto, los letrados Garavano, Tonelli y Pichetto consignan el bumerang del «lawfare», ahora contra Mauricio.
Utilizan la fuerza de los argumentos del adversario para describir la gravedad de la posición del defendido.
“El kirchnerismo presiona a la Justicia para… perseguir al ex Presidente Macri y su familia”.
(Título del documento distribuido a la propia tropa. Para defender la posición del “jefe político”.
Debe destacarse el apasionamiento por borrarse de la pelea).
“Correo es el Hotesur de Macri”.
Causa intensamente política, desperdiciada por fojas judiciales menos interesantes.
Interpela la historia contemporánea y a sus personajes fundamentales.
Desde el mítico Alfredo Yabrán, don Alfredo o don Franco Macri, Calabrés Sentimental, hasta Néstor Kirchner, El Furia.
Tres extintos que condicionan a quienes aún respiran.
Desde el ministro Oscar Aguad, El Milico, que no pudo resolver el expediente.
Hasta Carlos Zannini, El Cenador, hoy Procurador del Tesoro que se inspira en nombre del Gorro Frigio.
El Estado. El Viejo Bobo.
Carolina Mantegari
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A don Franco no le interesaba el Correo. Le tenía ganas a los Aeropuertos.
El orden natural indicaba que, en las privatizaciones de los 90, El Correo debía ser para Alfredo Yabrán.
Pero don Alfredo venía a los tumbos. Hostigado por el ministro Domingo Cavallo.
Consta que Mingo había batido el record. Once horas de testimonio en el Congreso. Contra Yabrán.
En el afán de evitar que el enemigo elegido se quedara con el Correo, cuentan que Mingo interesó en el negocio a don Franco Macri.
Un consagrado simulador de fortuna personal.
Entonces don Franco suplía la portación de verdadera riqueza con el protagonismo sentimental.
Un galán maduro, sexagenario seductor, generoso con las mujeres que se quedaban en el camino.
Se evita aquí la zona de riesgo de las penumbras. Precaución derivada de los arrebatos judiciales de ciertos hombres honorables.
Cada empresario construye, en Argentina, el mito propio de la proeza personal. Sin manchas fastidiosas.
Pero: ¿fue don Franco el Palo Blanco de don Alfredo?
Enigma. La pregunta alude al rol indeseable. Al menos hubo algún entendimiento comercial con Yabrán.
Pero herederos y continuadores aún insinúan acerca de una diferencia nunca menor de 40 millones de dólares.
Lo importante es que se registró una corriente de simpatía recíproca entre el Turco y el Calabrés.
Los unificaba el privilegio de ser poco aceptados por la paquetería social de los empresarios igualmente veloces, pero con mejores vínculos sociales.
Pero que podían quedarse afuera de los negocios. Algo cambiaba.
Calabrés y Turco pronto se entendieron.
“Tiene códigos don Alfredo, y eso es valorable”, aseguraba don Franco, a los jóvenes suyos.
Uno de ellos estaba destinado a ser la máxima elevación institucional. El Ángel Exterminador.
Aquí ingresa el periodismo como protagonista.
El 25 de enero de 1997 asesinaban a José Luis Cabezas. Reportero gráfico que iba, por una imagen, al frente.
Cabezas había quebrado el anonimato protector de Yabrán. A partir de la fotografía playera de Pinamar que fue portada del semanario.
Don Alfredo venía mal, aunque Cavallo ya había dejado de ser ministro.
A partir del crimen de Cabezas su situación se fermenta. Se extiende lo que Rimbaud llamaría la “temporada en el infierno”.
La dinámica del infierno lo condujo exactamente hasta el suicidio que a los escépticos aún les cuesta admitir.
Un año después, en un paraje triste de Entre Ríos. Escopetazo en la boca, como Ernest Hemingway.
Orden natural. Gárgaras
El
Correo fue para don Franco. Se quedó con las ganas de los
Aeropuertos.
Un “suyo”, de La Familia, que aún lo admira y
prosigue en la cultura de la lealtad, confirma que don Franco, antes
que nadie, “la vio”.
“En 20 años todo va a comprarse por
internet. Pero alguien tiene que trasladar los objetos
vendidos”.
Describía el negocio que sería de Amazon. O de
Mercado Pago.
Que entre el Estado Concesionario y el Empresario
Privatizador se registren problemas judiciales no sorprende. Es el
orden natural.
Tampoco alarma que se registren juicios cruzados.
Eternas cuestiones del “canon que no se paga”, originadas en
“incumplimientos” de quienes actúan en nombre del Gorro
Frigio.
Un clásico. Con El Estado siempre, en la práctica, se
arregla. Se renegocian los pagos.
Cuando se hacen gárgaras
invariablemente algo se traga.
Sobran los pretextos para complicar
el panorama. Encarajinarlo.
Pero con estadistas pasablemente
racionales es factible llegar a un acuerdo.
Como con Fernando De
la Rúa, El Radical Traicionado. O con Eduardo Duhalde, El Piloto de
Tormentas (generadas). Seres sensatos, adictos al diálogo.
El
problema para Franco se agrava en 2003, cuando fue designado
presidente Néstor Kirchner, El Furia.
Base doctrinaria
A
la distancia, cabe consignar que Kirchner
fue contra don Franco, hasta expropiarlo, porque lo creía la fuente
financista de Mauricio, el próximo Ángel.
La verdadera base
doctrinaria.
Si le
vaciaba el sustento económico, acababa con facilidad con el
adversario estratégico.
Similar razonamiento del huracán
Furia debe utilizarse al quedarse también con Ciccone, la editorial
que publicaba billetes.
Quería evitar Kirchner que Ciccone fuera
de Duhalde. Un delirio.
Pero El Furia creía que desde Ciccone,
Duhalde podía financiar su regreso político.
Explicación
bestial que cierra. Se proponía terminar con quien lo había
catapultado hacia la presidencia, como si fuera un mero instrumento
del poder ajeno.
Se explica entonces que Franco se opusiera a la
aventura política del hijo. Resultaba perjudicial para los
negocios.
Multiplicaba la visibilidad.
Para la pelea Kirchner era letal. Atacaba hasta la humillación. Para naturalmente negociar desde una superior posición de poder.
La cuestión que los perforó a Los Macri. Le expropió los activos y le dejó, al expropiado, los pasivos.
Es la principal argumentación a la que se aferran Los Macri. Aún hoy, cuando Zannini decide intervenirles la empresa.
Franco y El Furia partieron. Mauricio fue presidente y en cuatro años no logró resolver el conflicto.
Hay familiares espantados que lo culpan por inútil. Lo descalifican.
Sobre todo cuando los acusan de haber vaciado la empresa.
“Al contrario, los kirchneristas nos vaciaron”, reclaman.
Pero cuesta comprobarlo entre las fojas. No pueden contra los recursos de la Fiscal Boquín.
El zafarrancho, cada vez más complejo, avanzó con la desmesura de la crueldad a partir del fracaso electoral.
Temor a ejercer el Poder
“Tuvo temor a ejercer el poder, pasa que no es peronista”.
Lo confirma el allegado que le dispensa, pese a todo, cierto cariño.
“Se creyó el verso de La Carrió. Quiso ser transparente, se imaginó un presidente transformador, pedazo de pel…”.
Pese a haber sepultado, en el lodo de los procesamientos al extinguido ministro de Comunicación, Oscar Aguad.
“En diez días los kirchneristas que volvieron avanzaron más contra nosotros que nosotros contra ellos en cuatro años”, se lamenta la Garganta.
Con
pavorosa similitud, Mauricio debe experimentar la misma sensación
amarga de La Doctora, cuando sentía que involucraban a su hija.
Tal
vez no hizo lo suficiente para evitar que los malos operadores la
hostigaran. Se imaginaban, los giles, que eran permanentes.
Aunque
fueron sacados oportunamente de la grilla de accionistas, familiares
directos alcanzaron a avalar balances lo suficientemente delicados
para preocuparlo.
Y para que el trío de los defensores políticos,
Garavano, Tonelli y Pichetto, plantee el escenario espantoso de otra
persecución.
Con el bumerang del lawfare. Contra el Ángel
Exterminador “y su familia”.
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