Baruj Spinoza, consultor del Ángel
Bergman y Avelluto elevaron a Macri del tercer subsuelo hasta hacerle descubrir el sentido teológico de la política.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
1.- El bautismo de la teología política
El filósofo Baruj (Bento o Benedictus) Spinoza nació en Ámsterdam en 1632 y murió excomulgado en La Haya en 1677.
Pero 342 años años después, en la remota Argentina, Spinoza iba a modificar el estilo del derrotado presidente Mauricio Macri, El Ángel Exterminador.
En pleno agosto de 2019, mientras el Ángel habitaba moralmente el tercer subsuelo.
Ocurrió que Sergio Bergman, El Rabino Popular, ministro con rango de secretario, durante una mañana del invierno radiante le dijo:
“Presidente, debemos tomar como consultor a Baruj Spinoza. Lamentablemente ya no puede contratarlo como a Durán Barba».
El Ángel caído quería sacárselo de encima, mientras el Rabino le plantaba la verdad.
“Spinoza, jefe, nos dejó el Tratado Teológico Político. Es para volver a la simbología de la religión”.
El Rabino Popular lo desbordaba.
«Para insuflar de mística a la política a través del contacto del líder, o sea usted, con su pueblo».
En
simultaneo, otro ministro degradado a secretario, Pablo Avelluto,
Teórico del Choripanerismo Cultural, respondía a la convocatoria
patriótica del cineasta Campanella y del penetrante actor Luis
Brandoni.
Cientos de exponentes de la Argentina Blanca se
desplazaban aquel sábado hacia la Plaza de Mayo para expresar el
desasosiego, la impotencia.
No se trataba de personajes de
Pirandello en búsqueda del autor. Eran argentinos desconcertados por
el regreso triunfal de La Doctora.
Ministro orgánico, Avelluto le envió un whatsapp a Marcos Peña, El Pibe de Oro, que se recuperaba en el quinto subsuelo.
Lograron que el Ángel, acompañado por la señora Juliana, Sherezade, se trasladara de inmediato a la Casa de Gobierno.
No había equipo de sonido pero ahí ya estaba José Torello, el asesor en la lona.
Con su móvil, Torello se puso a filmar al Ángel que se tocaba el sensible corazón. Lagrimeaba. Era el bautismo de la teología política.
En adelante, bastaba con ponerle un formato a la idea inicial de Spinoza.
Faena ideal para el productor Hernán Lombardi, El Obeso Saltarín. Debía encargarse de diseñar las giras por 30 ciudades. Y de la animación del pogo, con la flexibilidad de su cintura superior.
Por Spinoza, el Rabino y Avelluto, el Ángel de pronto descubrió los atributos de la épica.
Le sirvió para trasladarse electoralmente desde el tercer subsuelo hacia la planta baja.
Para perder otra vez con Alberto Fernández, El Poeta Impopular, pero por mucho menos de lo que se esperaba. Y completar, aliviado, el desperdicio de su ciclo.
Hasta pasar del alivio a la felicidad (especialidad de Rozitchner, Pensador del Entusiasmo y del Confort).
Feliz por el apoyo del 40 por ciento de la sociedad que moviliza la economía. Con la que planifica exterminar al sucesor que lo venció.
El Poeta Impopular debía precipitadamente configurarse como Alberto el Estadista.
Debía hacerse cargo hasta del Frepasito Tardío que arrastra el extraño progresismo de La Doctora.
La Jefa temible que impone el alineamiento geopolítico que reproduce el terror excesivo de la Argentina Blanca.
2.- El flagelo impune de la esperanza
En
efecto, por el amontonamiento de expresidentes alejados
melancólicamente del poder, la estudiantina de Puebla armó su
colorida kermesse moral en el progresismo fatuo de Buenos Aires.
Lo
que debía limitarse al desfile de las auto-celebraciones, de los
debates estériles, se enriqueció con el melodrama de dos
situaciones límites.
Primero, la liberación de Lula Da Silva, en
Curitiba.
Libertad que desató la euforia conmovedora. Flotaba, en
los salones del Hotel Emperador, el flagelo impune de la
esperanza.
Segundo, la renuncia de Evo Morales, a través de la
ornamentación del golpe de estado que El Evo pedía, en efecto, a
los gritos.
La algarabía del Frepasito Tardío hizo que la
estudiantina de Puebla adquiriera la magnitud de la relevancia.
De
repente la Argentina entera se impregnaba de la improvisada
problemática cultural, étnica e histórica de Bolivia.
Hasta
que El Poeta Impopular, “El Presidente que más se parece a todos
los argentinos”, sintió que se elevaba.
Entre estadistas
precarios como Bolsonaro, Evo, Piñera, como López Obrador y el
severamente trastornado Donald Trump.
Convertido
en Alberto El Estadista sintió que podía conquistar el liderazgo de
América Latina.
Sin que ningún Morales le dijera lo mismo
que Gerardo Morales, El Milagrito, le dijo a John Grabois, Pobre pero
Honrado.
Aunque sin la mística
de Spinoza, el Poeta Impopular también se modificaba.
Quien
dos años atrás fuera el jefe de campaña de Florencio Randazzo, El
Loco, aspiraba a proyectarse como el líder de América
Latina.
«Bueno, sí, de acuerdo, Alberto, tiene razón,
repitamos que lo de Bolivia fue un golpe de estado».
Pero
ofrendarse por Evo Morales, menos que una tontería, es un error.
Mejor batirse por el sistema métrico decimal.
En
default, en quiebra absoluta, con las monedas para compartir un
cortado en jarrito, la Argentina dista de encontrarse en condiciones
de postularse como referencia moral.
«Nada, Alberto,
legitima el golpe de estado en Bolivia».
Ni la disruptiva
pasión del Evo por quedarse y creerse indispensable.
Ni los
forzados recursos institucionales que traspasaron las enigmáticas
fronteras del papelón.
Ni lo más importante: mantener el dominio
agotado de la «democracia descompensada».
(Nada legitima
el golpe. Sólo lo explica).
3.- De tres gobiernos a uno
Cuatro
años atrás, los macristas se desvivían por la gloria de tomar las
cajas de los tres gobiernos.
El Maxi Quiosco, la capital, quedaba
para Horacio Rodríguez Larreta, Geniol.
La Provincia Inviable,
Buenos Aires, para acompañar a la señora María Eugenia Vidal, La
Chica de Flores de Girondo.
Y la caja inagotable de la Nación,
para la pasión destructiva del Ángel Exterminador.
Cualquier
muchacho de PRO que tuviera un primo diplomado podía jurar como
secretario de algo. Asumir como subsecretario, o director.
Miles
de puestos para ser cubiertos por los patriotas que decidían
colaborar con la república.
(Hoy, por la derrota, abundan los
funcionarios que reparten curriculums).
Queda en pie el Maxi
Quiosco más surtido. Con mando de tropa y el digno presupuesto del
Artificio Autónomo.
El cetro de jefe debiera caer, naturalmente,
sobre la calva de Larreta, El Caudillo inapelable de PRO.
El
exclusivo ganador que queda mejor posicionado para representar el
descontento de la Argentina Blanca. Asociado a Sor Vidal, la santa
adicta al sacrificio.
En armónica relación con los radicales que
fueron reconfortados, en los últimos cuatro años, con los caramelos
de madera (ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable).
Con
la conducción de Coti Nosiglia, El Monje Inmortal. Con las ínfulas
de Alfredo Cornejo, Cobos y Vos. Y con el carisma engañosamente
juvenil de Martín Lousteau, El Personaje de Wilde, prefieren
sentarse en la mesa de las decisiones.
La influencia presunta del
Trío de radicales debilita la posición de Mario Negri, Zorro Gris,
el amarillo preferido del Tercer Gobierno Radical.
4.- El Renacimiento
El
Ángel, ahora, viene por más. Gracias a Baruj Spinoza, el consultor
sefaradí que desplazó a Durán Barba, El Equeco. Y a la aplicación
del Tratado Teológico Político.
Nada de post macrismo. Al
contrario, por Spinoza se viene el Renacimiento.
Junto al alicaído
Marcos Peña, el producto del Ángel con mala terminación (aunque
aspira a rajarse un año).
Y junto al ideólogo Miguel Pichetto,
Lepenito. Fue quien colaboró con Spinoza para convertir al Ángel en
el populista tardío.
Por lo tanto, desde el refugio desmoronado
de la Big Data, emerge el Ángel como un furtivo besador de pies.
Es
el eje Macri-Peña-Pichetto. Al que se anexa la señora Elisa Carrió,
La Derrotada Exitosa.
Dama que cambia con habilidad el arco de la
derrota. Sorprende con la renuncia que nadie, en el fondo, le
cree.
La Derrotada Exitosa se muestra conforme. Por plantar las
bases de la república. Aunque no haya plantado un pepino. Pero se
aguarda su regreso mediático con gloria, un show gratuito y
divertido.
Ante
la precipitación del epílogo, Alberto, Líder del Randazzismo sin
Randazzo, esquiva las minas antipersonales. Las que Mauricio espera
que exploten, entre las alfombras del poder que
desperdició.
Irresponsablemente.
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