Federación de Repúblicas Provinciales (Desestructuradas)
La elección en Buenos Aires, La Inviable, importa mucho más que la elección nacional.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Previa
El peronismo como destino
Aburre, a esta altura, la confrontación entre Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, con La Doctora.
Aunque sea presentada como la pugna conflictiva por “dos modelos de país”.
Macanas. No existe ningún proyecto de país.
La rivalidad impide identificar otro fenómeno, aún no tratado.
La transformación de Argentina en una Federación de Repúblicas Provinciales (Desestructuradas).
Como elemento unificador, se mantiene, en la Federación, la persistencia (o la ausencia) del peronismo, en sus distintas vertientes.
Con el complemento de la pasión del antiperonismo. Es lo que le brinda al peronismo la legitimidad que cuesta asumir.
El peronismo fue definido -aquí- como la ideología del poder.
Para la cultura argentina es un destino.
Sinónimo de sistema político (el antiperonismo sostiene la teoría).
En pleno esplendor institucional del antiperonismo, el peronismo se multiplica.
Como en aquella trillada frase de los gatos, que se le debe atribuir a Arturo Jauretche.
Para no sucumbir, el antiperonismo que hoy gobierna debió peronizarse.
Carolina Mantegari
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La
gran mayoría de las repúblicas provinciales de la federación ya
tienen decidido su rumbo político.
Sus gobernadores se aseguraron
los dominios por los próximos cuatro años.
Amigos que se mienten
entre sí, muchos de ellos son peronistas, sin derecho a la
reelección, que no ocultan sus potenciales proyectos
presidenciales.
Desde Juan Schiaretti, en Córdoba, o Sergio Uñac,
en San Juan. Hasta Manzur en Tucumán, Bordet en Entre Ríos, o el
ascendente Perotti en Santa Fe.
Elementos de reserva estratégica
que muestran la vivacidad de la cultura de referencia. La teoría del
destino.
La monotonía de la centralidad en pugna -Macri/Doctora-, evita también valorar la magnitud de la única elección interesante que resta celebrar.
En Buenos Aires, la Provincia Inviable, fundamental República de la Federación, pero no sólo por el voltaje numérico.
Refleja la representación del fracaso estructural que elevó los caudales de la inmigración interna.
De (casi) todas las repúblicas provinciales de la Federación se aportaron habitantes que generaron la aglomeración que se conoce como conurbano.
Con el agregado sustancial de los fracasos personales de países vecinos, que enriquecieron el fenómeno sociológico.
Sor Vidal vs Axel, El Gótico
En la clave República Inviable de Buenos Aires disputa por su reelección la señora María Eugenia, Sor Vidal, La Chica de Flores de Girondo.
Dama con innegable coraje. Se atreve a arrastrar la inveterada cruz de Mauricio por la Tercera Sección Electoral.
Por el duro conurbano bonaerense, sociología que incluye a la mayoría de las provincias federadas.
Sor Vidal debe bregar, en simultáneo, con Axel Kicillof, El Gótico.
Es el exclusivo producto innovador del kirchnerismo, que ni siquiera conoció a Néstor Kirchner, El Furia.
El Gótico contiene la mayor parte de los votos cautivos de La Doctora. Los minigobernadores se lo tienen que fumar.
Como cabeza de lista de legisladores, Axel carga con un buen amigo político de Sor Vidal.
Sergio Massa, El Desconcertante Conductor, perfectamente puede situarse entre los elementos estratégicos de reserva que se debe tener en cuenta para 2023.
Como Juan Manuel Urtubey, El Bello Otero. Es quien rechazó ir como cómodo vice de Macri para aceptar, en el entrevero, ir como segundo del testimonial Roberto Lavagna, La Esfinge.
A Kicillof, en Buenos Aires, la identificación con La Doctora lo beneficia.
A Sor Vidal, en cambio, la asociación con Macri le produce un daño irreparable.
Cada visita del Ángel, para el sacrificio de Sor Vidal, es otra perturbación.
Efectos especiales
La
Doctora y el Ángel, para la elección secundaria, se agotaron en sus respectivos golpes de efecto.
Alberto Fernández, El Poeta Impopular, y Miguel Pichetto, Lepenito (o Garrocha).
A Alberto, el
operador, en principio le costaba encontrar el perfil como candidato
que creyó ver en él La Doctora.
Por el desgaste lícito que
promovía la carga de las contradicciones. Tan graves como las
contradicciones que debía asumir Pichetto.
Pero con la diferencia
extraordinaria de jugar en una cancha inclinada por los grandes
medios. Los que favorecen, sin vacilar, al Ángel.
También se
juega en un escenario inclinado por la geopolítica. Por un conjunto
de irresponsables.
Por el descaro antidiplomático de Bolsonaro,
que hizo estragos en Itamaraty.
O por la ligereza del colombiano
Duque, garantía confiable del Comando Sur.
O del chileno Piñera,
el hermanito de José, el Piñera que vale.
O del eterno
adolescente Donald Trump, que mantiene el refinamiento sutil de un
carnicero de Ohio.
El peronismo de la tercera edad
Para
la subalterna elección nacional, le resulta más fácil a Pichetto
acompañarlo a Macri que a Alberto acompañar a La Doctora.
Ella
atraviesa la situación límite. La centralidad en la adversidad.
Agobiada por los regalitos dejados por El Furia, pedidos de
apresamientos y culpas familiares.
Al extremo de constatar que,
para su proyecto de subsistencia política, es infinitamente más
beneficioso su silencio que su palabra. Que se busca, para
degradarla.
Entonces El Poeta Impopular hace lo que puede. No
tiene votos propios, pero resulta eficaz para la tarea del
mantenimiento.
Alberto se destaca por el mérito, nada menor, de
no espantar los votos cautivos de La Doctora.
Pero Pichetto, en
cambio, le aporta al Ángel. Atrae, para el Tercer Gobierno Radical,
a los desplazados peronistas de la tercera edad.
A los que no
tienen, ni tuvieron, lugar en la vertiente oficial del peronismo.
El
kirchnerismo que los espanta. Les echó a menudo el flit de la
indiferencia. No les permitió siquiera acercarse.
Son muchachos
transcurridos que aún no están para el geriátrico.
Fueron
protagonistas durante las versiones más amplias del menemismo y del
duhaldismo. Pese al paso del tiempo mantienen la ambición de la
medialuna enarbolada, dispuestos, tal vez en cuatro años, a
mojarla.
Al Ángel, si gana, le quedan cuatro años. Y a Pichetto
pueden quedarle, después, otros cuatro.
Si es que se llega a 2023
y Garrocha puede situarse a la par de Horacio Rodríguez Larreta, El
Geniol, sucesor históricamente natural.
O de Sor Vidal, si no es
extinguida (como en el fondo programan).
O de Marcos Peña, El
Pibe de Oro, si no es consumido por el estigma de la
vergüenza.
Porque Pichetto les desmorona la antigua pedantería
que caracterizaba aquel artificio de la superioridad moral.
Atributo
que Peña lucía con brillantez, arrojo, arrogante prepotencia,
cuando creía representar el viento de “lo nuevo”.
Lo
innovador que irrumpía, con el Ángel como mascarón, para desterrar
“lo fracasado” y acabar con “lo viejo”.
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