La simbólica centralidad
Macri negocia desde la fuerza. Nunca desde la debilidad.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Gracias al S.O.S. de El Destape (cliquear), Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, conquista la centralidad en el ARA San Juan. Representación simbólica del país.
Los denunciados “aportantes truchos” llegaron para rescatarlo, cuando la ofensiva interna le reclamaba cambios. Desde la ejemplaridad de los 20 puntos de ventaja en las encuestas, la señora gobernadora María Eugenia Vidal, La Chica de Flores de Girondo, le respiraba en la nuca. Junto a Horacio Rodríguez Larreta, El Geniol, se ponía el Tercer Gobierno Radical al hombro, en feliz coincidencia con Nicolás Caputo, El Ex Co, paladín del macricaputismo que retornaba como “bombero voluntario”.
El trío arrastraba el apoyo coral de Emilio Monzó, El Diseñador, hoy recluido en el Mc Donald’s de Diputados. Y de Rogelio Frigerio, El Tapirito, a quien tantos se ilusionan con reemplazar.
Clausuraba la patota Ernesto Sanz, Eterna Esperanza Blanca.
Sin el GPS, El Ángel -atormentado- se desgastaba. Surcos repujados en el rostro.
Por si no bastara, desde el silencio, La Doctora crecía. La favorecía el “efecto comparativo” (cliquear). Paradoja.
La dinámica del cambio insistía por cargarse la cabeza de Marcos Peña, El Pibe de Oro. Para suplirlo por Geniol. Pese a los extraordinarios deseos de no relajarse nunca en el control del Artificio Autónomo. Del MaxiQuiosco que Diego Santilli, El Bermellón, podía atender. Señorío para despachar golosinas.
Prendían, con demora, las viejas ideas que Monzó impulsara para su desgracia. Instalar puentes hacia lo poco que podía ser rescatado del Peronismo Perdonable. El PP. Para ensanchar las bases políticas de la congregación.
La ofensiva transformadora se había cargado dos ministros al hilo. Juanjo Aranguren, Papá por Siempre, y Francisco Cabrera, El Seductor Tardío. Amigos que Macri tenía, en el fondo, secretos deseos de despedir.
Pero al Pibe de Oro nunca lo iba a entregar.
La noche fecal
A partir de los “truchos”, la dama ejemplar debe, en adelante, explicar. En el país donde, quien explica, siempre pierde.
Es el turno de la catastrófica rendición de cuentas de la campaña de 2017. Las macabras listas de los aportantes desposeídos se extendían hacia la epopeya de 2015. Ceremonia que fue dramatizada cuando el intendente de Mar del Plata, Carlos Arroyo, El Regalito del Momo, tomó el megáfono para aclarar que “no había puesto un mango para ninguna campaña”.
Con rústica perversidad, el Ángel pudo despegarse públicamente de La Chica de Flores. Fue el ostensible objetivo de la memorable conferencia de prensa. Ofrecida sin nada para anunciar, y menos para decir.
Mientras tanto se cimentaba la idea de que, en la práctica, todo era lo mismo. Cambiemos no había cambiado un pepino.
Pero el Ángel sabía que pronto se le venía, a la Doctora, la noche fecal. Con el impacto de los elaborados cuadernos providenciales del Remisero de la Fortuna. El relato de la distribución de la vieja “marroquinería política” iba a producir estragos. Apresamientos fenomenales, alcahueterías por doquier.
Con la peste de transparencia (cliquear) cambiaban la pelota de arco. Arrinconaban empresarios que producían la glamorosa epidemia de arrepentimientos al por mayor. Palinodias escasamente respetables.
Transcurrió hasta el arrepentimiento del tierno primo Ángelo. Derivó en un rebuscado argumento para la permanente campaña electoral.
Para ganar la partida era necesario, a veces, entregar un alfil.
Naranjas en flor
Los empresarios, con excepciones que confirmaban, competían entre sí para ofrecer el espectáculo más expresionista. Para mostrar a quién, los terribles kirchneristas, habían apretado más. Comandados por Roberto Baratta, El Killer.
Los apretaban -pobres- como a «naranjas en flor».
De repente Baratta surgía de las penumbras del perfil bajo para transformarse en el elemento fundamental de la patología kirchnerista. El Killer apretaba a los resignados empresarios que no tenían otra alternativa que poner. Las “naranjas en flor” se diluían, en bloque, por el error estratégico de la delación. En general, en quince días, al delator no lo respeta siquiera la amante. Menos la madre.
Renacía, de pronto, la confianza electoral. En la vorágine descendente, los sensibles cambistas volvían a sentirse superiores. Imbatibles.
La Doctora debía esmerarse, en adelante, en conservar su piso, mientras los voceros indirectos del TGR plantaban la idea del desafuero. Antesala, en efecto, de la cárcel. Para obligar a los PP a enfrentar la espantosa situación límite. Defenderla o entregarla. En ambas decisiones perdían.
Al defenderla, quedaban pegados a su destino. Al entregarla, quedaban como traidores.
Conste que la mayoría conserva vestigios de chispas en las manos por haberla aplaudido tanto.
PP rigurosamente seleccionados
Exactamente aquí debe aceptarse que el Ángel Exterminador se comporta como un auténtico pesado del oficio.
Ahora, porque se siente fuerte, se encuentra más predispuesto a escuchar las ideas que pretendieron imponerle cuando estaba débil.
“Desde la fuerza se negocia, desde la debilidad se rinde”.
Encarar los cambios, pero no a pesar de Marcos Peña. Con Peña adentro. Aunque haya que esforzarse para encontrarle algún rasgo de utilidad a Quintanita, Luz de Mis Ojos I.
Como no se cree un predestinado, en condiciones de reemplazar a nadie, Gustavo Lopetegui, Luz de mis Ojos II, no tiene conflictos.
“Ensanchar la base de sustentación” del TGR, como sugería El Diseñador. A través de la incorporación de los PP rigurosamente seleccionados.
Los PP emergían como beneficiarios exclusivos del fusilamiento mediático de La Doctora. A quien, en Cambiemos, preferían como candidata. Pero instalada en la rutina de Comodoro Py.
En plena endemia de arrepentimientos, debía evitarse el fortalecimiento de otra alternativa. Se imponía el acercamiento de aquellos que pudieran construirla.
Cuando el Ángel estaba fuerte, los PP supieron esmerarse para ser los mejores «dadores voluntarios de gobernabilidad».
Desde la posición dominante, el TGR se propone tentar a no menos de cuatro cuadros racionales del PP. Con el objetivo de atraerlos hacia la granja, para someterlos a otra situación límite.
Enfrentar en simultáneo a La Doctora y al Ángel, como lo propone el postergado pensador Humberto Roggero, El Sofista, hoy constructor artesanal del pichettismo.
O aceptar la amplitud de la propuesta generosa. Mojar, con protagonismo, la medialuna de la participación. E incorporarse a “la epopeya del cambio”.
Mientras se suceden los arrepentimientos de las naranjas en flor, se barajan peronistas rescatables para ser atraídos al imantado paraíso de los globos. Donde se encuentran legitimados, al comando del ARA.
Al cierre del despacho, los PP elegidos, son cuatro. A saber…
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