Fragmentos para la inteligencia del ballotage
DÉCADAS DEL XXI (I): 1999-2019. Veinte años de virajes y desplazamientos.
Miniseries
escribe Carolina Mantegari
Producciones Especiales,
para JorgeAsísDigital
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Dinámica swinger
1999-2019. Veinte años de dinámica swinger. Virajes ideológicos y desplazamientos electorales.
El ciclo puede estudiarse desde el peronismo. Se extiende desde el pragmatismo neoliberal de derecha (Menem), hasta el pragmatismo progresista de izquierda (Kirchner y La Doctora).
Virajes que pueden estudiarse desde los radicales.
El siglo XXI los sorprende con los máximos atributos del poder (De la Rúa). Para atravesar el camino en pendiente. Desde la hegemonía hacia la complementación.
Cumplen (los radicales) un rol secundario en 2007, junto a los peronistas de Kirchner.
Para reproducir el repliegue de 2015, que los lleva a complementar al macrismo.
El fenómeno macrista asoma como un movimiento que accede desde la derecha, por primera vez, al poder. En elecciones.
Los 20 años pueden tratarse también desde el macrismo. Concepción que se inicia con el siglo, conquista Buenos Aires en 2007 y la nación en 2015.
El desafío consiste en ensayar la visión desapasionada del conjunto. Para interpretar el tramo que se define en 2019.
Cuando el macrismo consolide su instalación, o pase, a la indiferencia de la historia, como un paréntesis accidental.
C.M.
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Saltos ideológicos
En Argentina -sostiene Asís- todo termina invariablemente mal.
El siglo XX culmina con Carlos Menem. Intentó el penúltimo y acaso único proyecto capitalista, con una clara estrategia de pertenencia occidental.
El agotamiento de década menemista indujo a los saturados sectores medios a optar, en 1999, por una ilusoria idea del progresismo y de la transparencia. Turno de la Alianza. Con el radical Fernando De la Rúa junto a la ascendente fracción peronista de Chacho Álvarez, que partió el esquema menemista (como en 2013, Sergio Massa iba a partir el esquema kirchnerista).
El colapso de 2001/2002 reproduce, en el peronismo, el escenario fragmentado de 2003. Que se replica -sin colapso- para 2019.
Sectores del peronismo equivocado claman, en pleno 2018, por la alucinación de la unidad. Sin tener en claro aún que el peronismo unido pierde.
El “no peronismo”, que hoy gobierna, lo supera. Se encuentra más armado, apoyado, es más fuerte. Aunque padezca el desgaste de gobernar (muy mal).
Ambos, peronismo y “no peronismo”, deben preparar los fragmentos para la inteligencia del ballotage.
Esquema 2003
Tres fórmulas peronistas (Menem-Romero, Kirchner-Scioli y Adolfo Rodríguez Saa-Posse) confrontaron con tres fórmulas relativamente radicales (López Murphy-González Diez, la señora Carrió-Gutiérrez y Moreau-Losada).
Con un misericordioso 22% asumió Kirchner. El desconocido seleccionado por Duhalde, que iba a destacarse como el arquitecto de la próxima nueva mayoría.
Respaldado por una economía altamente favorable, Kirchner sedujo con ventajas y derechos humanos, al progresismo y a diversos sectores de la izquierda. Y supo cautivar, con concesiones efectivas, a los radicales kash.
En el ensayo de Misiones, el Cardenal Jorge Bergoglio le perforó a Kirchner, para siempre, el delirio irrealizable de la reelección eterna. Pero igual Kirchner se las ingenió para diseñar la mayoría que le permitió a La Doctora, su esposa, en 2007, triunfar en la primera vuelta, con poco más del 45%. Acompañada de Julio Cobos, Radical kash. Para relegar al tercer lugar a los fragmentados radicales que proponían al peronista Lavagna, acompañado por el radical Morales, hoy gobernador de Jujuy. Segunda quedaba Carrió, de la Coalición Cívica, que ya nada tenía que ver con los radicales (con quienes volvería a coincidir en 2015, como complementos del fenómeno macrista).
Es precisamente en 2007 cuando comienza la cohabitación de La Doctora con Macri, que triunfa en (el Artificio Autónomo de) la Capital, el Maxi Quiosco que controla hasta hoy.
Macri era el opositor favorito que compartía La Doctora con Néstor, El Furia.
Los Kirchner se suponían enrolados en la izquierda. Macri les resultaba funcional porque pertenecía al imaginario de la derecha.
Consolidación y quiebre de la mayoría
Pese a la declinación económica, a la crisis con el universo agrario, al combate con el principal medio de comunicación, y a la irresponsable muerte de El Furia, en 2011 La Doctora mantiene la mayoría. Y más aún, la incrementa al 54%. Acompañada de Amado Boudou, obtuvo guarismos sólo superados en el XX por la fórmula Perón-Perón.
Había otras dos ofertas peronistas. Alberto Rodríguez Saa-Vernet, y Duhalde-Das Neves. Entre los tres, la identidad peronista alcanzaba casi el 70% de la población.
Y es justamente con La Doctora cuando aquella mayoría se quiebra. Por la radicalización sintetizada en el “ir por todo”. Por el desgaste que arrastraba. Por el esoterismo revolucionario y la sucesión de conflictos que signaban un populismo más sofocante que autoritario.
En el peronismo se repetía, desde la izquierda, la experiencia de Menem desde la derecha. La creación de la Franja de Massa reprodujo -se reitera- el efecto de la fracción del Chacho Álvarez, que de repente desapareció de la política por la ventana.
Con las parlamentarias de 2013, y acompañado por Macri, la Franja de Massa inaugura el circuito de derrotas sucesivas que terminaría por devastar al peronismo y desalojarlo del poder. Sobre todo en la provincia de Buenos Aires.
El acuerdo de Massa con Macri fue brevemente efectivo para perforar el anhelo de permanencia de La Doctora, que contaba con la complicidad del resto del peronismo, con gobernadores y parlamentarios que se mantuvieron con ademanes hasta las últimas semanas de 2015. Para diplomarse, inmediatamente, como anti-doctoristas, alejarse e intentar otra fórmula.
Como si nunca la hubieran aplaudido, de pie. O celebrado hasta la más altiva de sus imposturas.
Con el advenimiento recortado (por Macri) de la Franja de Massa, la sociedad de 2015 reclamaba transparencia. Como en 1999. Prefirió darle la oportunidad otra vez al “no peronismo”. A la derecha normal que encabezaba el ingeniero que cohabitaba con La Doctora (y Cristóbal) desde 2007. El opositor favorito. Macri llegaba para quedarse apoyado por el penúltimo viraje de la Unión Cívica Radical.
Hacia el ballotage
Sólo el naufragio de la economía, asociado a la ostensible incompetencia, puede impedir que Macri sea reelecto en 2019.
Mantiene enfrente al peronismo fragmentado que le cuesta recuperarse. Con la casi totalidad de los medios de comunicación en contra y con dirigentes que vuelven a tener ensoñaciones perniciosas de unidad. Reconfortantes en el plano emocional y para entonar la marchita, pero nocivas para la matemática. La ciencia sustancial para ganar elecciones.
El peronismo repite el escenario de 2003. Sin mayorías que garanticen el triunfo de nadie en la primera vuelta.
La certeza del ballotage debiera agudizar la inteligencia. Como en 2015, cuando Macri, sustentado en la astucia de la normalidad, supo encarar su salto personal. Se había preparado para ir en un frente con los peronistas y de pronto tomo la garrocha para encabezar un frente con los radicales. Suficiente para vencer, en el ballotage, al peronismo en el desierto que llevaba a Scioli.
Y como debió haber ocurrido en 2003. Si el peronista Menem optaba racionalmente por asumir la derrota, en un servido ballotage, ante aquel desconocido peronista que llegaba del sur.
Kirchner se quedaba con la sortija de la presidencia por la perversidad inteligente de Duhalde.
Continuará
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