Macri-La Doctora y el paisaje
Contemplar el país desde la ventanilla.
Artículos Nacionales
escribe Jorge Asís, especial
para JorgeAsísDigital
En una punta se encuentra Mauricio Macri, la señora María Eugenia Vidal y la señora Elisa Carrió.
En la otra punta se encuentra la señora Cristina Fernández, La Doctora, acompañada de cerca por Daniel Scioli.
El resto es paisaje.
Puede fascinar el valle encantador, que se inunda. La Franja de Sergio Massa, con el anexo complejo de la señora Margarita Stolbizer.
O el bosquecito uniforme de Martín Lousteau, el arroyo de Juan Manuel Urtubey, el intrigante monte Randazzo (Florencio).
Y tal vez algún gaucho, no necesariamente a caballo. Puede ser Adolfo Rodríguez Saa, Juan Carlos Romero, Perotti o el gauchito Bossio. No olvidar el puente Binner, la laguna Donda, el sol de Solanas.
En el paisaje, desde la ventanilla, abunda la interminable etcétera.
Conjunción de íes
La punta dominante de Macri cuenta con el manejo disipado de la Banelco. Seduce provisoriamente a los sindicalistas (ver «La Banelco persuasiva», cliquear). A los líderes de las organizaciones sociales que asustan, con sus rostros enigmáticos, a la eficiente señora Carolina Stanley, a los efectos de explotar los temores de diciembre. Y a la reconocida colección de peronistas perdonables, repentinamente demócratas. Dispuestos a ayudar, a aferrarse al orden establecido.
Sobran los dadores relativamente voluntarios de gobernabilidad. Desde Duhalde a Pichetto.
Aunque el gobierno de Macri se encuentre infortunadamente surcado por la letra i.
Por impericia, inoperancia, intrascendencia y -sobre todo- insustancialidad.
A casi un año de las irrelevantes justificaciones, puede definirse a Macri como un buen producto, sobrio, pero absolutamente desperdiciado.
Por la conjunción conceptual de las explicitadas íes, que actúan en conjunto y se estimulan recíprocamente.
Sujeto sustancial
Prematuramente, para apaciguar el ímpetu de los tres patriotas que pugnan por la sucesión, Macri baja la idea de quedarse ocho años.
Se encuentra sostenido por el «efecto desastrosamente comparativo» (cliquear).
En campaña para la elección de mediano término, de 2017, Macri necesita que las presentadas atrocidades del pasado continúen vigentes.
Con La Doctora acosada entre indagatorias, imputaciones y procesamientos. Pero no presa.
Como lo dijimos, aquí choca la agenda de Macri con la agenda del Grupo Clarín. «Sujeto sustancial de la historia política contemporánea». Que los mejores colegas omiten.
Con bastante fundamento, los directivos de Clarín sostienen que a Macri lo instalaron en la presidencia. Como si le dijeran:
«Presidente lo hicimos nosotros, se agrandó y ahora cree que es un estadista».
En todo caso exageran. Tanto como Clarín, a Macri lo ayudó a llegar Córdoba. Provincia macrista como fue, en su momento, lavagnista.
Hasta ahora, cabe reconocerlo, Macri cumplió con los dos. A Clarín lo liberó de la roca. Lo desató de la Ley de Medios, que expiró sin el menor réquiem.
A Córdoba le prometió los fondos que le adeuda el Gorro Frigio.
Hoy puede insinuarse que Schiaretti, el gobernador, es el aliado insuperable de Macri. Mas leal y útil que La Coneja, El Milico, o el no asumido German Kamerath. Ampliaremos.
El sciolismo de Vidal
Al lado de Macri se encuentra el fenómeno Vidal, que lo enriquece.
A Vidal no le entra una bala de teflón. Como en su momento tampoco le entraba la bala a Scioli. Los proyectiles los paga siempre la nación.
Mientras tanto Vidal hace el mejor sciolismo, como desde 2009 a 2014.
Se luce Vidal desde la provincia inviable. La estimulan a hacer cambios drásticos. Puede equivocarse, incluso, con algún juez de garantías que quieren castigar.
Ahora Vidal acierta al otorgarle la máxima magnitud al ex alcalde Joaquín De la Torre. Es quien clavó la garrocha en La Franja y se elevó hacia la punta de la Banelco. Cambiemos.
La función de De la Torre es captar, con el rigor del que sale de shopping, al peronismo desorientado, que especula y abunda, y suele anotarse para cobrar en todas las ventanillas posibles. Y al mismo tiempo el saltarín les sirve para diseñar otra densidad en la provincia, escenario principal de 2017.
Candidato a senador podrá ser Jorge, el Primo (que era) Pobre, el doctor Facundo Manes, o tal vez cualquier tapado. No precisamente un cuatro de copas.
De todos modos la campaña la van a hacer Macri y Vidal.
En resumen, a esta altura ni hace falta el pensador Durán Barba. «Votar por el Cambio o por la vuelta del Pasado» (aquí resulta fundamental mostrar a La Doctora agonizante. Siempre por ir presa. Para no ir. Y cascotear a toda hora con los bolsos de López, los insultos de Esteche, los posibles arrepentimientos que nunca llegan de Lázaro, o multiplicar los tuits de D’Elía).
Es trío. No dúo
Carrió, situada en la misma punta, es par. Se trata entonces de trío y no de dúo.
Significa confirmar que Carrió es otro litigio potencial para Macri y sus desafortunadas íes.
Ocurre que Carrió es tan acreedora como Córdoba o Clarín. Le cedió la pátina de la trasparencia. Para registrar el «cambio de metal» (cliquear). El paso de la plata al ilusorio bronce.
Si Carrió hubiera hecho una mínima campaña por su Lousteau, en la segunda vuelta capitalina, Rodríguez Larreta hocicaba con el proyecto de Cambiemos. Y se iban juntos al descenso. Sin el redituable maxiquiosco.
Para Macri, tenerla a Carrió en sus filas, representa siempre un capital a favor. El dilema consiste en bancarla.
Pero Carrió se agranda. Sabe que «le marca la cancha, que lo acota y con frecuencia lo conduce a Macri». Lo desautoriza. Lo hace quedar, en ocasiones, como dice Gioja en confianza.
Sin embargo Macri confía en su suerte. La banca. Y debe renovarla. Sin la banca, la potencia de Carrió equivaldría a la de otra opinadora del montón.
Final con Yuyo verde
En la otra punta se encuentra La Doctora, que no va a ser candidata a nada. Se queda para la posteridad con el 54%. ¿Para qué arriesgarse a bajar el record?
Mantiene el triste frepasismo tardío. Apoyada por la izquierda en banda. Por la decisión racional de Scioli. Y por el sector peronista que responde a Moreno.
Pero La Doctora sola, con su frepasito incluido, tiene más que el resto del peronismo indignado. Sin Jefe ni conductor.
Los peronistas invertebrados dudan en apoyarla. No se atreven entonces a defenderla, la tienen ya como una causa perdida.
Pero la verdad, «que no salga de aquí», «entre nosotros», no tienen con quién enfrentarla.
Podrían con la Franja-Valle de Massa, pero ya «se cruzó de vereda». Es del Frente Renovador. «Está con Stolbizer».
Que no la defiendan a La Doctora, vaya y pase.
«Pero apoyar a quien se propone encerrarla es demasiado», confirma la Garganta.
Los radicales que forman parte del paisaje dependen de Macri. Los de la Línea «Todo por dos Pesos». Úselo, agréguese, o tírelo.
Los peronistas, en cambio, deben resolver el conflicto existencial con La Doctora que los neutraliza. Hasta paralizarlos.
Los rencores estáticos los inhabilitan para interpretar la realidad dinámica.
Pasan desde la ventanilla como los arbustos, es yuyo verde, parte del paisaje y nada más.
Continuará
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