El rol vacante del jefe opositor
Cruce de egos entre Macri y Tinelli.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Desde Córdoba
Basta con decidirlo: Marcelo Tinelli puede convertirse en el jefe de la oposición a Macri, Presidente del Tercer Gobierno Radical. O en el contradictor principal.
Zona vacante que La Doctora quisiera ocupar. Sin suerte. Porque no le alcanza.
Pero tampoco le alcanza -ni aspiran a ocupar ese rol- a Daniel Scioli.
Ni a Sergio Massa, Florencio Randazzo o Juan Manuel Urtubey. Los «dadores voluntarios de gobernabilidad».
Todo es historia
Raúl Alfonsín, Presidente del Primer Gobierno Radical, creyó encontrar, en Antonio Cafiero, al jefe de la oposición. Después los sorprendió Carlos Menem.
Fernando De la Rúa, Presidente del Segundo Gobierno Radical, acertadamente encontró el rol de jefe opositor en Eduardo Duhalde.
Carlos Menem, Primer Presidente Peronista en la versión de la democracia iniciada en 1983, confrontó amistosamente con la jefatura oficial de la oposición, en poder de Raúl Alfonsín. Pero el antagonista real fue el progresista diluido Chacho Álvarez. Aquella década derivó en De la Rúa. Víspera de la irrupción transitoriamente institucional de Duhalde. Antesala de la sucesiva consagración de Néstor Kirchner, Segundo Presidente Peronista.
Con prematura clarividencia, Kirchner supo enfocar pronto al sujeto que mejor representaba la idea del contrario. Mauricio Macri, predestinado a ser el presidente. Antes de alcanzar, incluso, la piadosa diputación, históricamente inadvertida.
Es que tempranamente Duhalde, mientras rifaba la presidencia en 2003, cuando decidía evitar que Menem fuera presidente otra vez, intentó entregarle, en el revoltijo, la sortija presidencial al joven Macri. Como también frustradamente Duhalde ofrecía la sortija a José De la Sota, y hasta a Felipe Solá. Para terminar la rifa del poder en Kirchner.
Por su parte Kirchner quería elegir como sucesor al jefe opositor que minuciosamente construía. Macri. Aunque a quien declaraba enemigo número uno en ningún momento podía desafiarlo. El Cardenal Jorge Bergoglio. Amén.
El mensaje
Confirman que Kirchner, en 2007, con la sumatoria del poder en la mano, y mediante el mensaje de un poderoso banquero, tentó a Macri. Para que se presentara.
El mensaje de Kirchner, desde el banquero al «socio de la vida», traducido, fue así:
«Preséntese para presidente en 2007. Le voy a ganar. Pero como en 2011 no tendré reelección, tendrá el camino despejado para ser el Presidente usted».
Pero en 2007 los «amigos-socios de la vida», Nicky y Mauricio, desecharon sabiamente la oferta. Entre gobernar posiblemente en 2011, y hacerse del presupuesto de la capital, desde el mismo 2007, no había discusión.
La anécdota sirve para ilustrar que Kirchner de ningún modo tenía, como prioridad, ser sucedido por La Doctora, Presidenta del Tercer Gobierno Peronista.
Al no encontrar una mejor alternativa, Kirchner la eligió a ella. Con Cobos. Total, como Presidente consorte, Kirchner iba a auditarla durante un periodo. Para volver invariablemente en 2011. Pobre, El Furia no contaba con el error de cálculo de morirse. El deceso, aquí, funciona como una severa irresponsabilidad.
Para La Doctora, en adelante, el jefe de la oposición era claramente Macri. En su equivocación estratégica lo prefería.
El ascenso del TGR
Transcurre la experiencia transicional de Macri en la dinámica del poder.
La extinción abrupta del kirchnerismo ofrece un espectáculo expresionista, mucho más atendible que el ascenso emergente del macrismo.
Con el bipartidismo fragmentado, confundido entre entrecruzamientos, hoy a Macri le cuesta encontrar fácilmente el rostro del verdadero contradictor. La figura que pueda, potencialmente, asumir como el adversario. El cuento clarificador del contradictor principal.
Desde que compartieron aquel churrasco de Pinamar, al tanteo prematuro, se adelantaron generacionalmente los reconocidos dadores voluntarios de gobernabilidad. Los promovidos Massa y Urtubey.
Pero hasta hoy no concentran la atención como opositores. Se los percibe como cautelosos referentes que quisieran estar en la fila consensual de los sucesores.
Randazzo, el otro peronista con ínfulas, prosigue «oculto detrás de la computadora». A la espera ilusoria del momento ideal. Y Scioli aún no se repone del «error de la derrota».
Aparte, los cuatro citados padecen la presencia cotidiana, en la central condición de víctima, de La Doctora.
Para beneficio de Macri, La Doctora supone ser la voz, la imagen, de la confrontación.
Indagar entre los radicales inconformes (cliquear) no es ocioso. Componen la carnadura, la identidad del TGR.
Tienen inteligentemente que estar cerca del PRO: es la mejor manera de situarse cerca del electorado que perdieron.
Ernesto Sanz, la figura más consolidada de lo que perdura del radicalismo, depende, en la práctica, de la suerte de Macri. Está ligado a Macri en menor medida que Cleto Cobos. Otro exponente que también experimenta el alejamiento triste de la oportunidad. Se le escapa.
A quien puede estudiarse es a Facundo Manes, pero permanece reducido al territorio de la expectativa.
El drama insoluble de los radicales inconformes: no les alcanza para ser los sucesores de Macri. Pero no tienen un pomo que ver con la oposición eventual.
Semejante drama se reproduce también entre las turbulencias de la señora Carrió. Es una auténtica estrella, una primera figura que se cuelga también, a su pesar, del destino marcado de Macri. Con unas próximas elecciones, la legislativa de medio término, que le reserva una previsible identidad de pato rengo.
Dista de ser banal que el Presidente del TGR decida aplicarle la batería de twits polvorientos a Marcelo Tinelli. Porque Tinelli, en la práctica, irrita infinitamente más que cualquier crítico formal del elenco estable.
Aunque no pase por su momento más brillante, el profesional de la comunicación es temible. Con dos o tres burlerías planificadas, entra en emergencia el hipersensible TGR.
Los traficantes de conocimiento elemental suponen que Tinelli, en la proyección, se limita a la pasión por presidir la guarida del Fútbol. Como si lo contentaran con las ambiciones módicas.
Pero con un año menos que Macri, a los 56 Tinelli mantiene el proyecto, según nuestras fuentes, de desembarcar en la política. Invertir la popularidad que le brinda el oficio que le cansa, en la aventura por el poder real.
Ya a principios del año pasado se desbarató la idea conversada de ser el candidato de su amigo Scioli, para gobernar la provincia de Buenos Aires (pero Tinelli va por más).
Ante la repercusión, el mismo Scioli se apresuró en desmentirnos: «No hay nada». Su amigo Lautaro Mauro, sin embargo, calló.
Pero quien nunca desmintió fue Tinelli. El dato, filtrado por un abogado muy rápido, era irrebatible.
Cruce de egos
Macri suele destacarse por su crítica frontal hacia los egos excesivos. Ocurre que admite sólo el ejercicio activo del ego propio. Y ningún otro ego desarrollado puede existir en sus cercanías. Ni el de Bianchi, el de Riquelme, o el De Prat Gay.
Entonces Tinelli, con sus burlas, lo desorienta. Con el ego superador de quien no toma en serio ni su ego, por lo tanto tampoco lo toma en serio a Macri.
Basta con tres burlerías de la escudería de Tinelli para que tambalee el frágil edificio del TGR. Y el showman se convierta en el contradictor principal. Para ocupar el rol vacante que fulmine la impotencia de los trolls.
Pero el cruce de egos concluye amistosamente, para la tribuna, con sonrisas y abrazos, selfies sofisticadas. Concesiones conjuntas de adversarios ególatras que «bajan el nivel de la confrontación».
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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