Onan y la Ley Anti-despidos
Tres semanas de onanismo político de peronistas, massistas y macristas.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Onan, hijo del Patriarca Judá, por no completar la fornicación a su cuñada, la fenicia Tamar (viuda de Er, su hermano) prefería lanzar el líquido bíblico hacia la hierba.
El pobre pasaría mal a la historia como el creador del onanismo. Sinónimo de la masturbación (que admite también términos más vulgares).
Para los minuciosos lectores del Génesis, Onan necesita una reivindicación papal.
Este improvisado tributo digital a Onan signa, en cambio, la paradójica intrascendencia de la extravagante política argentina.
Su simiente, para colmo, ni siquiera cae en la hierba. Evoca más a la cultura popular de Palito Ortega.
Queda apenas el «Sabor a nada».
Excitación oral
Tras más de tres semanas de intensa excitación oral, entre encuentros y desencuentros de pasantes y profesionales, de idas y venidas de las franquicias del peronismo invertebrado y fragmentado (cliquear), del massismo meridional, de difusa identidad y copador, y del macricaputismo obstructivo y oficial, se aprobó en el parlamento La Ley de Anti-despidos.
La Ley que Mauricio Macri, Presidente del Tercer Gobierno Radical (cliquear), con extraña parsimonia, se dispone a vetar.
Se asiste, en la práctica, al merecido reconocimiento moral a Onan.
Por colocar a las banalizadas instituciones argentinas al servicio activo de la inutilidad que ni depara, siquiera, placer.
El Poder Legislativo, el Ejecutivo (y el Mediático, sin resignación) se enlazan. Los tres poderes se arrastran en la faena colectiva de perder el tiempo.
El simulacro
Tres semanas de ensayos de orquesta para componer el gran simulacro. Para cumplir.
Para que cada franquicia quede relativamente bien con su clientela electoral.
«Cumplen en casa». Como determinados maridos culposos, pero con angustias.
Cumplen los parlamentarios y sindicalistas peronistas con los trabajadores. Como si el mensaje fuera:
«Hicimos los que pudimos para que los empresarios no los despidieran».
Y si los empresarios continúan con la ceremonia paulatina de los despidos, no queda otra alternativa «que plegarse al Paro General».
Pero también cumplen con los suyos los exponentes habilitados del Tercer Gobierno Radical. Como si el mensaje fuera:
«Vetamos esta ley porque afecta a la creación de empleo. Porque espanta a los inversores que van a llegar en el segundo semestre».
Por lo tanto, los empresarios reticentes ya pueden despedir tranquilos. Tienen licencia para rajar. Apenas firmaron compulsivamente un papelito inservible por noventa días. Después de todo no se compromete a nadie, porque en la Argentina hace tiempo que se acabó el honor.
En el medio de esta celebración tardía de Onan, queda el jamón y el queso del sándwich. El pícaro del siglo de oro que intentó copar la parada. Hoy emerge como herido en el simulacro.
Sergio Massa también puede confortar a los pregoneros de su Franja: «El macrismo arregló con el kirchnerismo solamente para dejarnos afuera, y votamos con el kirchnerismo para darles a los macristas una lección. Significa que les preocupamos con nuestro crecimiento, y que no les importa un pepino de las pymes».
Entremés
El entremés deriva en un firme entrenamiento para ensayar por televisión la colección de chicanas recíprocas. Las reproducen en los medios. En las ediciones sacrificadas de cable que complementan el simulacro. Con análisis que rinden también el solemne tributo a Onan.
Aquí, en nuestro entrañable onanismo político, nadie paga el costo del simulacro. Es gratuito.
La Doctora se encuentra suspendida entre el espacio del freezer y del microondas. Massa padece las turbulencias múltiples por estar en el medio y con la sarasa de pretender copar.
Y con el lápiz rojo del veto, Macri supone mantener aún alta la estima colectiva. La seguridad en sí mismo. En el estribo del próximo semestre.
Saben de sobra -los tres- que ya está lanzado el simulacro de la próxima campaña electoral.
Mientras tanto, con su simiente derrochada en la hierba, desde algún rincón olvidado de la Biblia, con mala prensa, Onan puede sentirse históricamente rescatado.
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