Lousteau, Randazzo y el Efecto Depilación
Los obstáculos de Mauricio, Daniel y Sergio.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Los polarizadores, Mauricio Macri, Niño Cincuentón, y Daniel Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol, deben superar aún dos efectos respectivos.
Macri el Efecto Lousteau. Scioli el Efecto Randazzo.
Mientras tanto el tercero en la discordia, algo más retrasado, Sergio Massa, El Renovador de la Permanencia, tiene que superar el Efecto Depilación.
Efecto Lousteau
Después de liberarse de la rivalidad incómoda de la señora Gabriela Michetti, La Novicia Rebelde, Mauricio tiene que ganarle, en julio, a Martín Lousteau, El Personaje de Wilde. Cuarentón apolíneo al que aún no le entran las balas.
El problema es que Mauricio -exponente máximo del macricaputismo- tiene que defender el Artificio Autónomo de la Capital, su territorio, sin ser el candidato. Delega en Horacio Rodríguez Larreta, El Carismático, extensión gestionaria de su cuerpo.
Horacio mantiene una reconocida adicción al trabajo, pero se encuentra ostensiblemente acotado por la carencia de encanto.
Mauricio, a través de Horacio, pudo vencer inicialmente, en la carrera de obstáculos, a Gabriela. Pero ocurre que un porcentaje gravitante de los votos que fueron hacia La Novicia Rebelde contenían un obvio tinte antimauriciano. Votos que hoy parecen tener de destinatario a Lousteau, vencedor a su vez de la señora Graciela Ocaña, La Reina del Dengue.
Quien no cuenta ni hasta diez es Mariano Recalde, El Isidorito Cañones de Aerolíneas. Es el camporista que triunfó sobre un conjunto de buscapinas, pero ni siquiera logró superar los insignificantes sufragios que obtuvo, en su momento, Daniel Filmus, El Psicobolche.
Los sabios de la prestigiosa Consultora Oximoron confirman que Rodríguez Larreta (o sea Macri) y Lousteau tendrán que disputar nomás la segunda vuelta. Y es exactamente aquí donde la plana mayor de estrategas del macricaputismo siente la preocupación que aún se oculta. La extraña sensación que, El Personaje de Wilde, les sopla en la oreja. Por ahora conviene simular la persistencia del soplido.
Para colmo, Lousteau contiene un atributo similar al de Scioli. La incombustibilidad. Su inspiración de amianto fue el pretexto principal que ocasionó la llamada «crisis del campo». Nostalgia superada que a la sociedad porteña no le importa y ya ni siquiera la registra.
Pese a su dulce atuendo de «bananita dolca», con zapatillas y saco, con la camisa abierta y afuera, Mauricio encara con arrojo una sucesión trascendente de combates. Después de sortear a Michetti lo espera pronto la primera y segunda vuelta contra Lousteau. Y después, como último obstáculo, le queda Scioli. Ambos con deseos de polarizar y polarizarlo a Massa, El Depilado.
Efecto Randazzo
Para polarizar con Macri, El Líder de la Línea Aire y Sol necesita superar el Efecto Randazzo. Aludir a tal Efecto significa tratar la desconfianza que los airesolistas le tienen aún a La Doctora. Sentimiento que atenta contra la necesaria tranquilidad.
«En cualquier momento nos clava otra daga», confirma la Garganta.
Por la sospecha que en el último tramo, de puro perversa, La Doctora se disponga a maltratarlo. Aunque hoy, para ser francos, Scioli es más importante para La Doctora que a la inversa. Y aunque con los vegetales del justicialismo Scioli sea infinitamente más significativo que la totalidad del cristinismo no peronista. El que se resiste a votar por él. Desde la señora Hebe, Inmobiliaria Quebrantada, hasta los frepasistas tardíos de Carta Abierta. Buscapinas del progresismo a la deriva que desconfían de Scioli. «La cría involuntaria del proceso kirchnerista».
Esta conjunción de kirchneristas políticamente correctos prefieren apoyar al desafiante interno. Florencio Randazzo, El Loco de los Trenes, al que La Doctora, según nuestras fuentes, tampoco estima. Pero El Loco es fuertemente sostenido por Carlos Zannini, El Cenador, conductor ideológico del PJ que aún ni aprendió La Marcha de Los Muchachos Peronistas, entonada con los dedos en V.
Mientras sella pasaportes y pica boletos, Florencio disfruta por anticipado del apoyo de los peronistas-kirchneristas que desprecian a Scioli para satisfacer a La Doctora.
Con cierta inteligencia que brinda el poder de tenerlos a sus soldados a merced y regalados, La Doctora participa del juego doble. Consiste en detestar a Scioli y en simultáneo decirle que, para legitimarse como candidato presidencial, tiene que ganarle a alguien. Y nadie mejor que Randazzo, al que estimula con fotografías sonrientes para ganarle a Scioli, si puede, de verdad.
Por lo tanto Florencio lo ataca a Daniel con la virulencia poco elegante que La Doctora, en el fondo, aprueba. Ya decidida a dejar sólo a los dos en la carrera. Al Natural Scioli y al Efecto Randazzo. Después de enviar a los audaces, con ambiciones pero sin votos, hacia la ducha triste de los humildes.
Efecto Depilación. Giustozzi
Con estoicismo, Massa debe sortear el extendido Efecto Depilación.
Darío Giustozzi, El Quejumbroso, es el penúltimo exponente del sistemático proceso de depilado. Se inició cuando le depilaron a Reuteman, Planta Permanente, y siguió la depilación con Posse, El Hijo del Cholo. Luego fue Sandro y Los de Fuego, de Escobar, y ahora es el turno de Cariglino, Compañía de Jesús.
La depilación de Giustozzi le produjo a Sergio un daño generacional. Pero se veía venir.
«Los intendentes fundadores debieron echarlo antes, sacárselo de encima a Sergio», confirma la Garganta.
Ocurre que Darío, el ex mini-gobernador de Almirante Brown, fue acercado a La Franja de Massa por tres pares fundacionales. Katopodis, de San Martín, De la Torre, de San Miguel, y Eseverry de Olavarría. Y en la etapa de la sumatoria, perfectamente Sergio pudo haberle prometido a Giustozzi el apoyo para que fuera gobernador en 2015.
Pero todavía era 2013 y Sergio debía decidirse a emanciparse del cristinismo para producir la sorpresa.
Para ganarle al representante de La Doctora, Martín Insaurralde, El Amante del Suburbio, mini-gobernador de Lomas de Zamora. Y a Francisco De Narváez, El Caudillo Popular, que «venía en Falsa Escuadra por el borde del fangal».
Pero Giustozzi no podía imaginar que los dos derrotados -Insaurralde y Narváez- iban a relacionarse pronto con la Franja.
Primero Insaurralde protagonizó el fastidioso amague que elevaba su cotización. Con un temible nivel de conocimiento extrapolítico que arrastraba el Vendaval Cirio.
El susceptible Darío se mostraba molesto y quejumbroso por la posible incorporación de Insaurralde, quien al final realizó un magnífico viraje de garrocha para aterrizar en Tigre, sí, pero en Villa La Ñata, donde Scioli lo recibió con los spaguettis abiertos y la pastafrola cortada.
La irrupción de Narváez, para Giustozzi, fue insoportable. Se instaló literalmente en el mismo edificio de Sergio, en Tigre, para transformarse de pronto en la incorporación más positiva.
Narváez contenía el secreto encanto: de «poner de la suya». Con la extravagancia febril del que financia su propia campaña. Para tormento de Giustozzi, que hacía planteos pasionales.
«Si va El Colorado Narváez yo no voy, Sergio, elegí».
Cuentan que Tito Lusiardo, alias Juanjo, cuando era el jefe de la campaña, intentó bajar al Quejumbroso hacia la crueldad de la tierra. En el cafetín de una estación de servicio, Lusiardo le dijo:
«Darío, para enojarte con Sergio tenés que medir por lo menos 15 puntos. Como medís 2 no podés enojarte un c…”.
Lo aconsejable, en adelante, era echarle la culpa a Sergio del Efecto Depilación. Sostener que es «un desordenado». Y hasta «un caótico». Lugares comunes.
«Pero incumplir promesas de imposible cumplimiento nunca significa traicionar», confirma la Garganta que lo defiende. Y que trata, junto al núcleo de los incondicionales, de contener el Efecto Depilación.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com
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