¿Adónde quiere llevar el país?
Quiso saberlo Jean Marc Ayrault, por instrucción de François Hollande, presidente de Francia.
Artículos Internacionales
escribe Osiris Alonso D’Amomio
Política Internacional, especial
para JorgeAsísDigital
«¿Adónde quiere llevar el país?».
Es la pregunta que quiso formular Jean-Marc Ayrault, primer ministro francés. Por instrucción del presidente François Hollande.
En guerra activa y abierta, Francia disputa, con apoyos sólo morales, en la inmensidad del desierto de Malí. Contra las franquicias gravitantes de Al Qaeda, que tomaron inquietantes posiciones de poder, en el Sahara.
Ayrault estuvo cuatro horas en el tránsito programado de Buenos Aires, la capital del aislamiento. De paso para asistir, en Santiago de Chile, a la Cumbre Olvidada. Celac-UE. La misma que Dilma debió abandonar entre congojas. Por los 200 cadáveres del boliche Kiss, el Cromagnon del sur de Brasil. Y antes de padecer, según nuestras fuentes, el ruego lícito de Nuestra César. Para que intermediara ante Vale. La minera explotadora del potasio instalada en el sur de Mendoza (ver “Potasio caído en los pozos de Malargüe”, cliquear). En Vale evalúan que la Argentina es el país ideal para abandonarlo. Peligran cinco mil puestos de trabajo. Y ocho mil millones de dólares de inversión que se esfuman entre los pliegues arbitrarios de las medidas de Morenito y Kicillof.
En Addis Adeba, Etiopía, en el éxtasis del secretismo de estado, el canciller Timerman suscribía el acuerdo con Ali Akbar Salehi, su colega de Irán. Un memo casi intrascendente, casi un “ayuda memoria” que el parlamento argentino acaba de transformar en tratado. Después de todo, lo único verdadero del atentado a la Amiafueron los 85 muertos. Entre la transparencia absoluta de la confusión más rigurosa.
Se explica que Ayrault, dos meses antes, capitalizado por la información calificada de sus vertientes, estimulara las intenciones truncas de preguntarle a Cristina Fernández. Nuestra César.
¿Qué quiere hacer con el país?
¿Adónde pretende llevarlo?
Parque diplomático
En el parque diplomático acreditado en Buenos Aires imperan también inquietudes similares.
¿Para donde marcha la Argentina? ¿En qué anda?
Los diplomáticos aquí deben, en general, esmerarse. Para que sus respectivas cancillerías cancelen el estado de desinterés emotivo que nos dispensan. Suele extenderse hasta el asombro, sobre todo más allá de los países linderos.
Como correspondía, Ayrault cumplió con la excursión ritual por el Museo de la Memoria, ex Esma. Tributo emblemático hacia las monjitas asesinadas durante la cotidianeidad de la barbarie.
Es, en definitiva, de la Argentina, aún, el tema que más vende.
Sin los reflejos de aquella carnicería, la Argentina se encuentra destinada a la indiferencia total.
Errante
¡Pensar que Nuestra César, en algún momento, planificaba una Argentina que pretendía parecerse a Alemania!
Los que tratan de tomar, al buque errante de la Argentina, con relativa seriedad, se sorprenden ante el viraje que hoy conduce hacia Irán. País que Occidente, en bloque, con arbitraria injusticia, presenta unánimemente como centro del eje del mal. Aunque hagan los negocios que sean necesarios.
Irán es el aliado estratégico de Venezuela (un país que necesita cobrarnos sus deudas, pese a tanto boilivarianismo solidario).
El acercamiento de Argentina hacia Irán mantiene, según nuestras fuentes, la aquiescencia de Brasil, el BRIC indolente que no se decide a asumir un liderazgo subcontinental.
Y ni siquiera irrita que la movida hacia Irán haya sido facilitada por la gestión especial de “Bashar Al Assad, el oftalmólogo” (cliquear).
El tiranuelo de Siria que supo traficar el marketing del reformismo inicial. Para despacharse, después de la primavera destituyente que derivó en fundamentalismos, con que era más bárbaro aún que Haffez, su padre. Los muertos de Hama, de Haffez, quedan opacados por las varias decenas de miles de muertos que contabiliza Bashar. De sirios que no tienen derecho a la humanidad, ni a ilusionarse con la democracia. Deben oscilar entre autócratas represivos o la interpretación coránica del estado. Ni existen, siquiera, bocetos para la construcción de ningún Museo de la Memoria.
Pero Bashar aún puede cargarse cincuenta mil muertos más y destruir sus ciudades. Cuenta con el apoyo de hierro de Irán, y de Rusia y de China, que obturan cualquier proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad. Le designan mediadores que tienen menos peso que un pacifista en Afganistán.
Liderazgo vacante
En nuestra evaluación, el pedido de Hugo Chávez a Nuestra César se parece mucho a una instrucción. Consiste en facilitar la proyección de Irán en el subcontinente donde proliferan las democracias descompensadas. Como la de Venezuela, Ecuador y Bolivia (y con la mirada distraída del Brasil).
La atmósfera se impregna del caramelo energético que probablemente resuelva la larga década de imprevisión. Con el complemento del catastrófico fracaso de la empresa que se expropió inútilmente. Nos relega a la condición de país motochorro de la política internacional.
Epílogo transitorio. Bashar no deja un día de asesinar a canilla libre mientras Chávez se demora en la antesala del último vuelo. Continúa en la Sala de Embarque. Con los documentos en la mano y el equipaje despachado, ante la historia.
Nuestra César, acaso, se propone llevar al país con ella. En la Hermés de mano. A los efectos de ocupar, casi de garrón, el liderazgo que Chávez deja vacante.
Vaya como respuesta tardía a la legítima preocupación de Ayrault. Y de François Hollande. Y de cualquier Tercer Secretario de embajada, del parque diplomático acreditado, que al menos para constar en actas le interese saber hacia dónde, la Argentina, va.
Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsisDigital.com
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