Filitos intelectuales
De Boudou o Moreno a Axel Kicillof, El Gótico.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
En el barrio -acuérdese- se los llamaba «filos». Se «afilaba».
Ni relación seria, para casarse, ni noviazgo.
Filitos. Deslumbramientos transitorios para pasar el rato. Mientras se aguardaba la llegada del «amor real».
Nuestra César, intelectualmente, tiene, tío Plinio querido, sus «filitos».
Los alterna. Sobre todo desde que partió El Furia, el único que pudo contenerla.
Y desde que se liberara de la tutela poética de Alberto Fernández.
Pasó por el encanto transgresivo de Boudou, El Descuidista. La sedujo con aquellos manotazos hacia los fondos de pensión. Transformados, arbitrariamente, en logros.
Con el vigor metafórico de la motocicleta y las vibraciones de la guitarrita.
Pasó por el autoritarismo de Moreno, Guante de Box. Espantosamente simpático.
Con maneras de peronista cultural que le ayudaron a construir el prestigio de pesado.
Por la colección de gansadas monumentales para tratar en sobremesas de country.
El Descuidista se estrelló pronto. Cayó mortalmente acribillado por la adicción incontenible hacia el ruidito febril de las monedas.
Era tarde. Nuestra César se sepultaba, por aquel filito, en la ciénaga.
Aún hoy supone que, en su megalomanía, que puede recuperarlo. «Blanquear a Boudou, a la cal» (cliquear). Por mostrarlo a su lado. Como lo que es. Un clavel.
En cambio, los sopapos desopilantemente inofensivos de Moreno la condujeron, a Nuestra César, hacia el laberinto del dólar negro. Mágicamente convertido en azul.
El filito con Guante de Box la llevó al desastre también por los obstáculos inútiles a las importaciones.
Consiguió extraordinarias deficiencias donde metió la mano. Sus víctimas justificaban la propia inoperancia. Por la carencia de lo elemental.
Culpas, todas, de Moreno.
Siempre fue maravilloso contar con alguien, tío Plinio querido, para echarle la culpa.
Escalas. De Vido. Randazzo. Abalito
Con los esporádicos raptos de cordura, sin filitos, Nuestra César suele recurrir, en sus escalas, a De Vido y su consigna moral que le sirve de apodo. «Antes Muerto que Preso».
Pero De Vido nunca iba a transformarse en otro filito. Se conocían demasiado.
Podía ser siempre necesario para aplacar algún sindicalista amenazante. O alejar intendentes, aquí mini-gobernadores, de la órbita de Scioli. El líder de la Línea Aire y Sol, que tampoco jamás será filito.
Y si Antes Muerto que Preso volvía, como si aún viviera El Furia, a creerse indispensable, ahí estaba Randazzo, El ex Killer. Para ser rescatado. Y rescatarla.
Randazzo venía atrincherado con el quiosquito de los pasaportes que sellaba. Desairado.
Con pucheritos desde que Nuestra César, para Premier, optó por la intrascendencia ideal de Abal Medina, El Abalito.
Mucho menos que un filo, El Abalito es, apenas, un secretario.
Como aquel Fabiancito, al que le fue tan bien en la vida. Pero con la firma de Premier.
Para devaluarlo a De Vido, ahí estaba Randazzo. Para clavarle el clavel redituable del Transporte. Con la caja que hizo, verdaderamente, grande al «modelo» recaudatorio de El Furia.
Caja que Nuestra César, meritoriamente, ni quiere tocar. Menos después del estallido del «modelo». Con los muertos impresionistas del Once.
El ex Killer tampoco nunca pudo, en realidad, ser filito.
Con la instrucción de Nuestra César, Randazzo aplicó el cambio fantásticamente revolucionario. Sacarle los trenes a Cirigliano para dárselos, con arrojo republicano, a la dupla Roggio-Gaby Romero. Dos chicos ascendentes, acaso, de La Cámpora.
Espejos
A los que preguntan, cotidianamente, por el destino de la Argentina, se les sugiere, tío Plinio querido, contemplar Santa Cruz.
La provincia diezmada es el espejo político del kirchner-cristinismo. La exitosa Santacrucificación Nacional.
Debe certificarse cuando Nuestra César, por definitiva vez, pontifica sobre el negocio pendiente. La gran represa sobre el Río Santa Cruz. Condor Cliff y La Barrancosa. Rebautizadas, para el nuevo lanzamiento, como «Néstor Kirchner».
Con la patriótica manipulación de las tierras adquiridas por Lázaro, El Resucitado.
Con otras tierras de «cóndores», aún en la nebulosa. Centenas de miles de hectáreas que podría aclararnos el contador Víctor Manzanares. Tomografía informativa que ampliaremos.
Pero el espejo económico lo representa, hoy, tío Plinio querido, Aerolíneas Argentinas.
Trátase del tragado diario de los millones que proceden de la soja.
Inocentes baldes de agua que se arrojan en el desierto de la inteligencia.
El modelo Aerolíneas Argentinas se toma, tío Plinio querido, para Yacimientos Petrolíferos Fiscales.
La desprolija expropiación de YPF nos convirtió en tardíos motochorros de la política internacional.
Instrumentada a la bartola. Movilizados por la ilusoria creencia de una caja disponible, rápida. Para aplacar la desesperación. Y llevársela.
Pero no había nada, en la caja, para sacar. Sólo debían conseguir aventurados para poner.
YPF era ya la nueva Aerolíneas Argentinas.
«Soja corazón».
El último filito
El delirio nos lleva, de la mano, hacia el último filito de Nuestra César. Axel Kicillof. El Gótico.
Impulsa, incluso, hacia el rescate de los filitos anteriores. Para encontrarles méritos.
El Descuidista fue por las monedas pero, por lo menos, nos cantaba.
Y Guante de Box, con sus escenografías, aunque nos estrellara, nos divertía.
El Gótico, tío Plinio querido, es invariablemente el peor de los tres filos.
Acumula libros (mal) digeridos. Abruma con la agresiva articulación oral. Con la pedantería intelectual que trata de «papagayo» a cualquiera que lo impugne (así sea a través de esta carta).
«Tonto pero no tanto», El Gótico aplica los conocimientos marxistas para lidiar con los empresarios.
Astutos aventureros que suelen hacer equilibrios en el vacío de la estructura pre-capitalista.
Con ínfulas, y sin corbata como cualquier macricaputista, Kicillof nos demuestra que no entiende un pepino de capitalismo.
Pero tampoco entiende nada, tío Plinio querido, de marxismo.
Trátase de la alucinación atendible en el plano filosófico, que generó extraordinarios desastres en la economía.
Lo prueba el epílogo del «socialismo real». La estética del vencido que adopta la cultura del vencedor.
(Queda el recurso trotskista de no resignarse. Decir que nunca se aplicaron, científicamente, los supuestos superadores).
En el imaginario económico del nuevo filito, sólo existen los funcionarios. Funcionales a la visión exactamente retardataria de la economía.
Y los seres relativamente escrupulosos, como los empresarios. Malditos que quieren ganar dinero.
Ningún pecado. Al contrario, ganar dinero, incluso en el pre-capitalismo, es la obligación.
Final con cuentos de Asís
«Decime la verdad, ¿estarías con una mujer como vos?, mirate».
Lo dice el abandonador. Hombre cruel del cuento inédito de Asís. A la abandonada. Dama exasperante, sufrida, que acosaba con reproches e histerias.
Igual que en el cuento de Asís:
«Decime la verdad, ¿invertirías una moneda aquí? Con estos delirantes. Miralos».
Dígale a Tía Edelma que los excesos del Año del Dragón siempre se pagan en el Año de La Serpiente.
Y dígale que el 2013 es el Año de la Serpiente.
Y que el último Año de la Serpiente fue el 2001.
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