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Pasar al frente

CICCONE Y LA BANDA DE DESCUIDISTAS (IV): Los errores de Cristina signan la caída de Boudou.

Oberdan Rocamora - 9 de abril 2012

Miniseries

Pasar al frenteescribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital

En adelante, habrá que tirarse con causas.
Para sacar la desgracia de Boudou, del centro de la agenda, habrá que tirarse con causas.
Arrojar otras causas judiciales al fuego. Les tienta arrojar, como leño, según nuestras fuentes, la causa de Moyano. Pero aún no hay suficiente fuego para que lo consuma.
O al más recursivo leño de los Schoklender, aún en lista de espera (ampliaremos).
Pero lo más aconsejable, a esta altura, es sacarlo a Boudou. Darle puerta. Sin la alternativa de la elegancia.

En su tobogán, Cristina cometió, con Boudou, tres errores graves que signan el estruendo de la caída.
El primero consistió en designarlo como compañero de fórmula.
El segundo, ya desatado el escándalo, consistió en sostenerlo.
El tercero, instruir una defensa demasiado tardía.

La irrelevancia como virtud

En su amateurismo, si Cristina lo escogió como vice a Boudou, fue por su marcada irrelevancia política.
La fragilidad suele funcionar, en nuestra patología, como una virtud.
«Yo te puse», le dijo hace poco, ostensiblemente despreciativa. «Te elegí». Fue cuando decidió degradar al «concheto de Puerto Madero». Mientras -pobre- se auto-denigraba.

Hay que descartar, en principio, la fantasía popularmente instalada. Alude al erotismo popular, colectivamente contenido. Admite la gestación de los «rulos» ilusorios.

Pasar al frenteSignifica que Cristina, la dueña de los votos, no quería saber nada con poner, como segundo, alguien que tuviera un peso político de verdad. Por ejemplo un gobernador. Menos aún de la «carcasa vacía» del peronismo. Ni siquiera con un perfil aceptablemente bajo, como el del gobernador Uribarri, el padre del marcador de punta.
Tampoco un gobernador encuadrado, con los pies sospechosamente siempre en el plato, como el gobernador Gioja.
O un hostigado Capitanich del elenco estable, que también cree estar, pese a sus alborotos, para más. Como el inquietante Urtubey, que carga la mochila de la juventud.
Conste que las ambiciones, en el cristinismo, en general asoman como defectos.

Dilema Scioli

En todo caso es para tratar, en otro despacho, el «dilema Scioli». Sindicado, por el Portal, como el máximo beneficiario del desmoronamiento de Boudou.
A propósito, a Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, le disgusta que se lo califique, según nuestras fuentes, como el Lázaro Costa del peronismo.
Pasar al frenteNo olvidar que Scioli acompaña siempre, a sus jefes, hasta el destino final. Lo cual dista de hablar mal de él. Pero ya cerró los ojitos políticos de Menem, al que acompañó hasta la Quinta de Gostanián. O de Rodríguez Saa, al que siguió hasta la desesperación de Chapadmalal, y la capitulación de San Luis. O de Duhalde, quien lo acomodó como vice de Kirchner.
A El Furia lo siguió, incluso, hasta en las catastróficas testimoniales.
Por lo tanto a Scioli le falta cerrar, apenas, los ojitos políticos de Cristina. Sólo hay que darle tiempo.
Con fe, con esperanzas, siempre para adelante, la cuestión que Scioli pulveriza los hostigamientos.
Ahora esquiva los verbitskys, las nildas y los mariottos del camino. Ampliaremos.

Los Alperovich

Tampoco Cristina podía elegir, para secundarla, a un contador sigilosamente astuto. Como Alperovich, el gobernador del Tucumán. El que se desgastó con aquel envío inolvidable de micros hacia Luján, para aclamarlo como vice.
Pasar al frenteTrátase del radical que debió hacerse cargo, por abandono y por necesidad, de la desfalleciente superstición del peronismo.
Pero Alperovich le reserva, a la patria, otro riesgo conyugal. Su esposa, la senadora Beatriz Rojkes, es la Presidente Provisional del Senado. Se encuentra en la línea inmediata de la sucesión.
Si se cae Boudou, como lo merece, o si por lo menos accede Boudou al recurso aún socialmente presentable de una licencia, la señora de Alperovich, al menos hasta final del año, tiene asegurado el decorativo lugar del número dos. Que siempre deja de ser decorativo ante el otro riesgo. Indeseablemente latente. La «Lipotimia de Estado» (cliquear).

La responsable complicidad

En realidad, Cristina lo designó como vice a Boudou por irrelevante. Y por adoptar los parámetros político-culturales que rescata don Jaime Durán Barbas.
Trátase del ideólogo fundamental del macricaputismo.
Durán Barbas supo sintetizar, con su sabiduría rápida, y al paso, los atributos de Boudou.
«Anda en motocicleta con el pelo al viento, es buen mozo y jovial, toca la guitarra, canta».

Pasar al frentePero el escándalo estaba contenido desde el mismo momento en que Cristina lo designó al candidato ideal de Durán Barbas.
Fue diez días antes que aquí publicáramos «El Paraiso de The Old Fund» (cliquear).
Nadie tiene, desde entonces, entre los informados, los que saben de qué se trataba y se trata, el menor derecho de alegar desconocimiento. Ni de sorprenderse, siquiera, por la consolidación de La Banda de los Descuidistas, que se nucleaba alrededor del candidato lindo, que tocaba la guitarra con el pelo al viento.
Pobre muchacha crédula de Tolosa. En su rapto agudo de amateurismo de barrio, se dejó llevar por los arrebatos de la ingratitud.
Como afirmaba el poeta Julián Centeya, «la ingratitud es peor que la alcahuetería».
La ingratitud hacia Duhalde, aquel otro equivocado que, en el 2003, arbitrariamente lo transformó en presidente a su marido. El Furia que la hizo presidente, después, insólitamente, a ella.
Cristina, por lo menos, legitimó el armado de la estudiantina de The Old Fund. De la cual es responsablemente cómplice. Para rescatar Ciconne de las garras de la civilización duhaldista. O sea de Boldt.

Factura profesionalmente peor

El segundo error de Cristina, ya asentada la rutina del escándalo, consistió en instruir la defensa tardía del Descuidista.
Después de la parálisis inexplicable. Atribuible, con rigor, a la impotencia. Al estilo inagotable para la improvisación. Ante el desfile de las berretadas de La Banda de los Descuidistas, generosamente divulgadas entre las páginas de Clarín y Nación.
Los grandes medios se adueñaron del conflicto. Para brindarles, a los bonzos escasamente originales del cristinismo, la previsible facilidad de culpar a «la mafia de Magnetto».
En realidad, desde aquí, frontalmente se les pasa, a los grandes medios, una factura profesionalmente peor. Más grave. Por haber llegado demasiado tarde. Recién el 6 de febrero de este año. Después de dos elecciones del 2011, en las que no pugnaron por esclarecer a la sociedad. Por orientarla. Cuando, desde julio del año pasado, la información se encontraba absolutamente disponible.
La información suplicaba, a los gritos, ser utilizada.
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Playa Grande

El último error de Cristina, significativamente más grave, aún subsanable, consiste en avalar que Boudou se defienda conmovedoramente mal.
El muchacho, insolventemente incapacitado para ser vicepresidente, se alejó demasiado de Playa Grande. Como aquel personaje de Hemingway, y sin ningún pez espada, Boudou ya no tiene retorno. El boleto está irreparablemente picado.
Al fin y al cabo, la epopeya de La Banda de Descuidistas puede servir para la gestación de un gran film. De transcurrir las berretadas, en los Estados Unidos, la venta de la historia les hubiera brindado la salvación. Con la que sueñan, y se obsesionan, existencialmente, los pícaros del suburbio.
La salvación de pasar, para siempre, al frente. Lo merecen.

Oberdán Rocamora
para JorgeAsisDigital.com

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