Menú

El modelo de la Caja

INTERREGNO DE NOVIEMBRE (Seminario XII, última entrega): El desperdicio irresponsable del crecimiento.

Carolina Mantegari - 30 de noviembre 2011

Artículos Nacionales

El modelo de la CajaRedacción final de Carolina Mantegari
Editora del AsísCultural,
especial para JorgeAsísDigital

«Mes de transición. De ajuste. Tierra de Nadie. Donde nadie sabe de qué forma está parado».
Es la introducción a «Cartel francés» (cliquear). Inicio del «Interregno de noviembre», seminario que concluye hoy.
La idea, cuando asoma diciembre, se mantiene inalterable, aunque agravada. Sobre todo después de la denominada «crisis a la flatulencia». Dislate cambiario que suponen engañosamente resuelto por «Moreno y el apriete eficaz» (cliquear).
La crisis a la flatulencia derivó en el desgaste prematuro. Extendió la sospecha (transformada en certeza) del agotamiento de la Caja.

Ocho años después, el desperdicio irresponsable del crecimiento inútil muestra el peor de los efectos. La desaparición del dinero. Otra vez dilapidado.
Pero aquí nadie tiene el menor derecho a sorprenderse. Conste que también se evaporaron, en su oportunidad, aquellos fondos, tristemente prestigiosos, de Santa Cruz.
Con la mejor voluntad interpretativa (y sin siquiera insinuar ningún ilícito), los fondos se derrocharon por la ilusión del mantenimiento de la estructura demencial. En pagar sueldos. Sin intentar el proyecto más irrisorio de desarrollo.
La insolvencia, en general, evita cualquier despegue.

Salto de Moyano a Rocca

Sin Caja para el dispendio, el modelo se desvanece.
Porque este es, precisamente, el modelo de la Caja.
Es el Sistema Recaudatorio de Acumulación, que precisamente estalló.

El modelo se agotó. Y Cristina se predispone para cambiarlo, saludablemente, en el plano fáctico.
Para mantenerlo, apenas, entre las martingalas de la oralidad.
Se asiste entonces a los entretelones de otra tergiversación. Puede, perfectamente, interpretarse como una gran estafa.
El modelo de la CajaAunque sin pagar, siquiera, el tributo de una convincente explicación.
Que legitime el salto simbólico desde Moyano hacia Paolo Rocca. Junto a las otras destrezas que pueden ser facturadas, arbitrariamente, a la gloria del acercamiento con el «influyente» Mendiguren, El Vasco. Con sus focos iluministas de realidad.

Que legitime, en fin, el desmoronamiento ideológico de los subsidios demenciales.
O el reconocimiento, al menos superficial, de la inflación.

La pasión por la impunidad, en el kirchner-cristinismo, es soberbiamente admirable. Como la explotación de otra certeza. Saber que no tienen, enfrente, absolutamente a nadie que se encuentre en condiciones éticas de reclamarles. Nada.

Se consolida otra tesis del portal. El kirchner-cristinismo se voltea siempre solo. Conspira contra sí mismo.
Cae, incluso, por la fascinación de recuperarse. Como pasó en el 2008, después del colapso del campo.
O en el 2009, cuando se estrelló con la alucinación de las Testimoniales. O ya sin Kirchner, en noviembre del 2011, después del inmovilizador 54 por ciento.
«Solo, en la ruta, el cristinismo vuelca en la primera curva», pudo leerse en «Y Kirchner se empezó a morir» (cliquear).

Se agotan, paulatinamente, las energías. Como los fondos. Para aspirar a otra recuperación.
Ahora sí que Kirchner se les empieza a morir. De verdad.

Interpretación libre. La Centralidad

El modelo de la CajaEl balance de noviembre, menos que negativo, es fatal.
Durante el lapso de la serie, los treinta días del «mes más cruel», el cristinismo exhibió una extraordinaria inoperancia, que contrasta con la inteligencia destructiva que supo imponer en las elecciones. Exhibió, además, la tendencia inquietante hacia la improvisación. Con el complemento, grotescamente dramático, del secretismo de «Nuestra César» (cliquear), llevado, en el caso de estudio, hasta la obsesión.
La pasión oficial por el secreto instiga, a los analistas articulados, a practicar el deporte de la interpretación libre. A partir de informaciones casi fantasiosas.
Emergen los desorientados que se deslizan alrededor de la centralidad. O sea, de Cristina, la centralidad personalizada. Sobran entonces las indagaciones acerca de lo que Cristina dice, lo que Cristina hace, o deshace, o difícilmente calla. El deporte consiste en entregarse a la monotonía de conjeturar. Acerca de la continuidad de los paralizados ministros. O sobre la identidad misteriosa de alguno de los eventuales nuevos. Tormentas de nombres. Vuelve Nicolás Fernández. Vuelve Bettini. Vuelve Arslanián. Secretos, todos, contenidos en Cristina, o la centralidad.
«No puedo con todo», clama Nuestra César, cuando se quiebra, conmueve con la impotencia y mantiene el absoluto control de la tensión. Excedida, la pobre, en el atributo de asumir la totalidad de las decisiones. Mientras habla, todo el tiempo habla. Incluso cuando no tiene, acaso, nada más para decir.

Silencio de radio

El silencio de radio indica que se está en el aire.
La sociedad entera, entonces, está en el aire. Jugada a la arbitraria selección de la indecisa, que supone sorprendernos.
Supo, hasta aquí, equivocarse tanto, o mucho más, que el marido extinto.
Justo en noviembre, también, se le rompe, a Nuestra César, otro juguete emblemático. Resultó de indispensable utilidad para la musiquita de la campaña. Boudou.

El modelo de la CajaA los gritos, para la arenga, El Furia contaba que Cristina solía reprocharle por Cobos, el vicepresidente que le había elegido. El que se va vituperado, después de tolerar «La terapia lenta del frío» (cliquear). Y que va a ser, bastante pronto, sobrevalorado.
En cambio, al actual vicepresidente, lo escogió ella. Sola. En el sentido estricto. Ya no tiene a quién recriminarle.

La cuestión que Boudou llegó, precipitadamente, a las alturas. Cuesta ahora sacarlo. Casi tanto como mantenerlo allí. En el escalón previo. Entre dos mujeres jerárquicas. Cristina, y la otra dama que abre su espacio en la historia. Beatriz Rotkes de Alperovich. Con un destino marcado.
El interinato.

Morbo enternecedor

Al cierre del seminario, Cristina se prepara para otro desplazamiento. Es también metafórico. Como el viaje desde Moyano hacia Rocca.
El modelo de la CajaParte hacia Caracas. Se lleva el suspenso de las decisiones. Demoradas hasta el regreso.
El juego de escribir (de vivir) en la Argentina, no es un ejercicio para ansiosos. Es para perversos.
Con los otros Presidentes del vecindario, Cristina comparte el morbo fraternalmente enternecedor. Va a participar de una despedida terrenal.
Porque Chávez mantiene programada, en la agenda geopolítica, una Cumbre próxima, con El Furia. En lugar a determinarse (ampliaremos).

Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.com

Permitida la reproducción sin citación de fuente.

Relacionados

Gobierno flojo con suerte

El Poder del G20 cotiza mejor que el “ilusionismo socializante” de la ONU. Estilo multilateral a la carta.

Oberdan Rocamora - 25 de noviembre 2024