La barbarie del pozo negro
Seminario XI - INTERREGNO DE NOVIEMBRE: Cristina y Tomada quieren intervenir el gremio de Cirielli.
Economía
escribe Alejandro López Vitaca
Economía y Sindicatos,
especial para JorgeAsísDigital
Nuestra César cultiva un inquietante lenguaje de vestuario. Masculino.
Cada día, según nuestras fuentes, está más mal hablada.
A los insultos limpios, lanzó la alocada instrucción al ministro Tomada.
En el sindicalismo, ya asombra, también, la frescura adolescente de El Gangoso. Como llaman al ministro. Hoy (casi) lo desconocen.
Por el pedido de Cristina, mandado a los gritos, el eficiente Ministro de Trabajo impulsó la medida inviable que ningún juez puede convalidar. El retiro, o la suspensión, de la Personería Jurídica de la Asociación de Técnicos Aeronáuticos.
Es el gremio de Ricardo Cirielli, adscripto a la Azul y Blanca, la central sindical que comanda Luis Barrionuevo.
Tomada reitera el error de Patricia Bullrich, «La Piba». Del 2001. Cuando La Piba Bullrich era Ministro de Trabajo de De la Rúa.
Y en cierto modo fue también el error de Enrique Rodríguez. Cuando era ministro de Menem y se avanzaba, en los 90, sobre los ferroviarios de La Fraternidad.
La barbarie del pozo negro
Típico peronista cultural, Tomada supo pagarse los Malbec, durante decenios, con las asesorías sindicales. Con el tecnicismo monótono del derecho laboral.
Pero hoy Tomada tiene que avanzar sobre Cirielli, El Boicoteador, con el propósito de intervenirlo. Justo en la plenitud del litigio de la catastrófica Aerolíneas Argentinas. La pregonada «línea de bandera» que fue transformada, y no por obra del Espíritu Santo, en una de las cajas políticas menos trascendentes de la poderosa asociación exitosamente ilícita que gobierna, desde hace más de ocho años. Con legitimidad invariablemente electoral. Tema de tesis para los seminarios del futuro.
Ante el desmadre calamitoso de Aerolíneas, empalidece la enternecedora Yaciretá, signada como el máximo templo de la corrupción.
Contiene (AA) pérdidas estremecedoras. Es la barbarie administrativa del pozo negro, que ya ni siquiera causa estupor.
La soberbia de la impunidad se refleja en la carencia de balances. Pueden perderse 500 millones de dólares, o desperdiciarse 700. O desviarse 200. «Todo es igual. Da lo mismo».
Pero la responsabilidad del Cambalache de Aerolíneas es de Cristina. De ningún Espíritu Santo.
Aerolíneas Argentinas emerge como el emblema desastroso del fracaso nacional. De la calidad de gestión del kirchner-cristinismo.
La adolescencia interventora de Tomada, motivada en la deplorable instrucción de Nuestra César, buscaba, acaso, el efecto atemorizador.
La extorsión explícita de la amenaza del despojo.
Para que el irritante Cirielli, de pronto, arrugara. Dejara de invocar la infatuada mediocridad de los representantes del «Club de Amigos» de La Cámpora. Últimos instrumentadores del naufragio institucional.
Pero aquí la dupla Tomada-Cristina generó el efecto exactamente opuesto al buscado.
La chiquilinada histericoide se transforma en el otro elemento aglutinante. Unificador, del ámbito sindical. De los «Ricos, Gordos y Malos» (cliquear).
Transcurre el previsible fenómeno de la «unidad de acción», de los opuestos que se juntan.
Un fenómeno registrado, también, durante la breve prisión de Venegas, el Momo. O con el apresamiento grotesco de Sobrero, El Pollo.
Libertad sindical
«Retirar la Personería Jurídica es la máxima afectación a la libertad sindical», confirma la Garganta. Voz autorizada.
Ningún juez, objetivamente laboralista, «nunca podrá convalidar una medida semejante».
«Inviable», para sintetizar. Y menos, mientras se desarrolla el conflicto sindical.
«Si se le retira la personería, se le extingue, al trabajador en conflicto, el derecho de ser representado».
El papelón de Tomada, que lo pasa con sus ex patrones sindicalistas, se impone como el penúltimo servicio hacia la arbitrariedad de Nuestra César. La que suele desequilibrarse, cada día más, con la generosa distribución de los insultos cotidianos.
Con el papelón, Tomada ya colma los méritos. Perfectamente puede ambicionar la embajada en Chile.
«Es un buen muchacho. La merece».
Alejandro López Vitaca
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