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La visita Bateau-Mouche

OCIO CREATIVO: Cristina y el arte de "hacer huevo" en París.

Serenella Cottani - 12 de septiembre 2011

Artículos Nacionales

La visita Batou-Moucheescribe Serenella Cottani
especial para JorgeAsísDigital

PARIS (de nuestra corresponsal itinerante, SC).- Con la certeza de tener, bien guardada en el bolso, la elección del próximo 23 de octubre, la señora Cristina se llega, ligeramente despreocupada, a esta ciudad que, en el fondo, la merece. Porque emprende el viaje turísticamente más innecesario del mandato.
Como confirma la Garganta diplomática: «La señora viene a hacer un poco de huevo».
Es la reconfortante pasión por el «al-pedismo». Saludable. Sobre todo para el espíritu.

En general, la llegada del Presidente de un país, como es aún la Argentina, hacia otro, como es Francia, debiera constituir, al menos, un acontecimiento.

Sin embargo el actual periplo de Cristina no tiene la categoría relevante de «Visita de Estado».
Ni siquiera da para ser catalogada, incluso, como una «Visita de Trabajo».

La visita Batou-MoucheSe trata de la típica situación que, entre la discreta confidencialidad del Quai d’Orsay (la cancillería de Francia), suele calificarse como «Visita Bateau Mouche» (por los barquitos simpáticos que llevan, a los turistas, a dar vueltas por el Sena).

La clásica visita de la máxima autoridad, de cualquier país, de los desarrollados para el demonio. Aprovechan, cualquier pretexto, para pasearse, un par de días, por París.
Siguen aquella sentencia tan manoseada de Enrique IV. «París vaut bien une messe». «París bien vale una misa».
O aunque sea, en nuestro caso, un Premio. Para acompañar, por ejemplo, a la venerable señora de Estela de Carlotto. En la entrega, en la sede de Unesco, del Premio Houphouet-Bogny, de Fomento para la Paz. Fue obtenido merced a la eficaz gestión de Daniel Filmus, El Psicobolche Nostálgico. Una, al menos, le salió bien.

La visita Batou-MoucheEs, aparte del relativo honor, un chequecito honorable de 150 lucas. Se lo van a entregar a la señora Carlotto, en el edificio de la Place Fontenoy.
Es parte de la propina benévola que puso, oportunamente, el dictador africano don Feliz Houphouet-Bogny. Para ser tratado, en adelante, por la comunidad internacional, como un vigoroso pacifista. Después de 35 años de dominio, no precisamente democrático, en Cote D’Ivoire. A través de la virulencia del partido único. Ver «La seducción de la hija del colectivero» (cliquear).

En el Boulevard

La visita Batou-MoucheAyer se lo vio al canciller Timerman por el Boulevard Saint Germain. Entre la librería La Hune y el Café de Flore. La cronista pensó en preguntarse si valía, a su criterio, la pena. Semejante traslado para una «Visita Bateau-Mouche». Por instrucción del Jefe, hay que abstenerse de hacer cuentas.
Pero es, por lo menos, un exceso. Digno de la extravagancia de Houphouet-Bogny, que se hizo construir una copia de la Basílica de San Pedro. En Yamasoupro.
Pero la cronista decidió no preguntarle convenientemente nada.
«Pelito para La Vieja».
Para disfrutar, mejor, como el canciller Timerman, de la tarde de domingo. En esta cobertura tan agradable, en el epílogo del conmovedor verano europeo.

La visita Batou-MouchePor elegancia meramente diplomática, las Visitas Bateau-Mouche suelen ser justificadas con la cosmética de algún compromiso fuertemente relevante. En nuestro caso, se recurre a la exposición de fotografías. La anunciada carrera de motocicletas. El Dakar. ¡Vamos por más!
«Dale, ponelo, total nos cubre el claro».

Y ya que está, la Presidente puede dedicarse a acompañar sentimientos. A la familia de las pobres chicas asesinadas en Salta.
«Perfecto, meta, el tema da para una buena foto. Muestra el costado humano».
La agenda presidencial -después de todo-, se arma.

Lutecia

«Mitterrand, que era muy estricto, detestaba las Visitas Bateaux Mouches», nos confirma la Garganta. Conocedora de los secretos del Quai d’Orsay.
La escena transcurre en el desayuno del Hotel Lutecia. Mientras tanto, por la ventana, atraviesan los peatones de la rue de Four.
«Sarkozy, en cambio, Serenella, es mucho más comprensivo. Conserva la grandeza noble de la droite. Suele recibir, a veces, a los presidentes que se vienen a descansar».

La visita Batou-MoucheLunes de excelente sol en París. El presidente Sarkozy la recibe, a Cristina, el miércoles. La Visita Bateau-Mouche se maquilla lo suficiente, como para convertirse en Visita de Trabajo. Y el mismo miércoles le entregan el chequecito a la señora de Carlotto. Habrá emotiva televisión en directo. Cristina brindará su mensaje de estadista, desde el gran foro cultural.
Ella se encuentra capacitada, más que nadie, para «construir las bases de la paz, en las mentes de los hombres».

Quedan, en adelante, dos días casi enteros de rigurosa nada. Para hacer «alpedismo». Y mucho «huevo».

Después de oler tanto caucho quemado de Río Gallegos, la cronista considera que también, como Cristina, lo merece.

Serenella Cottani
para JorgeAsisDigital.Com

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