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La contagiosa onda de las invasiones

El mal precedente de Jujuy y los Kosteki y Santillán del cristinismo.

Serenella Cottani - 5 de agosto 2011

Artículos Nacionales

La contagiosa onda de las invasionesescribe Serenella Cottani
Interior-Provincias, especial
para JorgeAsísDigital

SAN SALVADOR DE JUJUY (de nuestra corresponsal itinerante, SC).- El mal precedente de Jujuy estimula las próximas invasiones.
Para resolver el drama violento de la vivienda, en Jujuy decidieron, mediante la aprobación de una precipitada ley, expropiar cuarenta hectáreas al Ingenio Ledesma. De las cientos de miles de hectáreas que tienen «Los Blaquier» en la provincia. Para distribuirlas entre los desesperados invasores, que complementan la destreza de una estrategia política. Minuciosamente elaborada, según nuestras fuentes, en Buenos Aires. Ampliaremos.

Walter Barrionuevo, el gobernador, emerge como otro duro en el difícil arte de arrugar.
Pero el suyo es un arrugue avalado. A través de Fellner, el presidente de la Cámara de Diputados y candidato a la gobernación, Barrionuevo es miembro de número del kirchnerismo.
Intelectualmente amplios, El Furia y Cristina no vacilaron en aceptarlo a Barrionuevo. Pese a haberse destacado, tres décadas atrás, como Jefe de Gabinete del recordado general Fernando Urdapilleta, gobernador durante el Proceso Militar.
En Jujuy se registraron algo más de cien desapariciones. Pero debe aceptarse que Urdapilleta distó de ser el peor mandatario de la comarca. Construyó miles de viviendas (como la actual Milagritos). Hizo escuelas, reacondicionó el Teatro Mitre. Pero nadie hubiera osado ocuparle, siquiera, medio metro de Los Blaquier.

La contagiosa onda de las invasionesAl arrugar en Ledesma, en realidad en el pueblo Libertador San Martín, el peronismo provincial se arriesga a multiplicar el calvario de las invasiones.
El contagio se extiende hacia la Ciudad Perico. En El Carmen, en Monte Rico. Y hasta, incluso, en las proximidades del aeropuerto.
Cuesta no identificar la situación con la palabra caos. Pero fastidia la sensibilidad del gobierno central. Allá reclaman soluciones que no afecten la permanente campaña electoral.
Pero Jujuy es un caos.
Pronto, con seguridad, la onda brusca de las invasiones va a exportarse hacia las provincias vecinas.
Vísperas de llamaradas. Sin ir más lejos, la cuestión comienza a atormentar en Salta. Donde aun no se recuperan de la conmoción por los crímenes de las sociólogas francesas. Atentan contra los encantos de la atracción turística. También inquieta en Tucumán.
Si el antecedente de la expropiación se contabiliza como un arrugue, a ningún invasor se le podrá negar, en adelante, doscientos metros de tierra. Sea fiscal o no.
La tierra es para todos. Como el fútbol. Y las milanesas.

La CCC y Milagritos

Jujuy ya tiene, como Buenos Aires, sus Kosteki y Santillán.
Por los muertos acribillados, que estampillaron el final de la presidencia interina de Duhalde.
La contagiosa onda de las invasionesLos muertos de Jujuy registran mayor significancia cuando se aclara, hasta la insistencia, que no pertenecen a la CCC. La Corriente Clasista y Combativa.
La CCC es la «organización social» que los informados suelen atribuir a otra terminal. La «fracción» del Partido Comunista Revolucionario, que orientaba Otto Vargas, alias Rosendo Irusta.
Tampoco los muertos pertenecen a la Tupac Amaru. Estructura poderosa que orienta la temible señora Milagros Sala.

«Si le matan tres compañeros a la Milagros, ella manda a quemar todo Jujuy», nos confirma otra Garganta, en el bar del Jujuy Palace Hotel.

La contagiosa onda de las invasionesDel aproximado medio millón de habitantes que tiene la provincia, de Milagros dependen, «nunca menos», 80 mil.
Milagros es más kirchnerista que el gobernador Barrionuevo. O que el propio Fellner. Pero aquí rivalizan. En materia de influencia, «Milagritos» los noquea.

Aunque, si se la analiza a Milagros con cierto rigor, debe aceptarse que ella es Alicista.
Porque quien la atiende, en la ideología sustancialmente administrativa, es la ministro Alicia Kirchner.
La nutre mensualmente, según nuestras fuentes, de diez millones de atenciones espirituales. Las que se invierten -después de separarse un pedazo- para «hacer obras».
Admirables construcciones populares que cuentan con colegios, piletas de natación, centros de salud. Y con algún llamativo polígono de tiro.

La contagiosa onda de las invasionesDe últimas, si la proliferación de invasiones de Jujuy se complica aún más, no habrá otra alternativa que gestar la intervención -siempre providencial- del doctor y teniente coronel Berni.
Es el esternón del ministerio de la hermanita Alicia. Resultó Berni fundamental al instalarse, con su «banquito» móvil, y con predisposición de efectivo, en el Parque Indoamericano.
Su atributo para la persuasión fue eficaz. Ver «Los cuarenta» (cliquear).

Quilombo

Pero la propia Milagros fue sobrepasada por el caos. La dinámica de los acontecimientos.
Tiene bastantes casas sin adjudicar, y aunque a ella nunca va a atreverse a invadirla nadie, también está preocupada. Y no porque se le pueda interrumpir el chorro espiritual.
Hoy Milagros colabora solidariamente con las autoridades. Para censar a los desposeídos. Los miserables que se anotan para ligar algún lote, en la repartija de las 40 hectáreas de Los Blaquier. Buena tierra, casi pegada al pueblo que todos aquí llaman Ledesma. Y para ganar, mientras censa, un poco de tiempo.
Después de todo, los míticos Blaquier hicieron un negocio bastante pasable. A 7 mil dólares cada hectárea, la solución -transitoria- le cuesta, apenas, 280 mil dólares. Una ganga.

La contagiosa onda de las invasionesArmas -en las «organizaciones sociales» que se mueven por Jujuy- sobran. El polígono no es inútil.
Llegan desde «arriba», como la droga.
Pero también desde «abajo». De la capital. Donde, según las fuentes, se planificó la invasión.

«Más que la tierra, lo que les interesa, aquí, de Jujuy, es armar el quilombo», confirma otra Garganta.

El litigio, en Jujuy, se agrava por los muertos. Los desposeídos anónimos, que perecieron en la persecución de su pequeña utopía. Y el pobre policía, que cayó por defender la tierra que también, posiblemente, le hacía falta.

Mientras los investigadores se demoran en las cuestiones de calibres, lo políticamente correcto, para salir del paso, es culpar a la policía. Y organizar manifestaciones de solidaridad con «los muertos de Jujuy».
La policía provincial debió haber reprimido a los invasores bien armados con un estilo más elegante. Con sutileza. Por ejemplo persuadirlos, para que depongan su actitud destituyente, en el nombre de «el modelo». Para no agitar a los enemigos del gobierno transformador, que irrumpió para redistribuir la riqueza.

«Son negritos anónimos, que vienen de otras partes», nos dice alguien. Es un jujeño elegante y blanco.

La contagiosa onda de las invasionesOtro, patológicamente, insinúa la interpretación infaltable: «Fueron ellos mismos. Los boletearon para armar el quilombo».

Los menos paranoicos atribuyen, el origen del armamento, a organizaciones insurreccionales. Las FARC de Colombia. Sendero Luminoso del Perú. A Los Sin tierra del Brasil.

De todos modos, los muertos de Jujuy no debieran tener el destino de olvido que cae sobre los dos muertos del Parque Indoamericano. Los Kosteki y Santillán del cristinismo.
La señora Rosemari Chura Puña, boliviana. Y Bernardino Salgueiro, paraguayo.
Hubo un tercer muerto que murió dos veces.
Un ilegal que, para trabajar, utilizaba el documento de otro muerto. Que se volvió a morir.

Serenella Cottani
para JorgeAsísDigital.Com

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