Dátiles sangrientamente amargos
El Consejo de Seguridad aún no se dispone a detener, en Siria, la carnicería de Bachar.
Artículos Internacionales
escribe Jorge Asís, especial
para JorgeAsísDigital
En Ramadán, desde el alba, hasta la puesta del sol, el musulmán, en su sumisión, debe abstenerse de beber, de comer y de copular.
No obstante, en el inicio del Ramadán, «Bashar, el oftalmólogo» (cliquear), el presidente de Siria, puede matar.
Pertenece a la minoría alawita, o nusairita, una variante del islam chiita. Considerada una “secta herética”, pagana.
Lo gravitante es que Bashar continúa, mismo en Ramadán, la sistemática matanza del pueblo opositor. Mayoritariamente sunnita.
Arremete, hasta con tanques, donde su poder peligre. Sobre todo en Hama, la ciudad mártir. O en Deraa, la ciudad heroica, que inició la revuelta. O en Der el Zor. O en Homs (donde nacieron los abuelos maternos del articulista).
Más allá de alguna amonestación oral, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no hará el menor esfuerzo para interrumpirle -a Bashar-, la dedicación a la masacre.
El proyecto condenatorio de resolución pasó pronto a la previsible condición de papelito viejo. Con destino de archivo.
Fue presentado por cuatro Estados de la Europa presentable. Dos de ellos, Francia y el Reino Unido, son aún “miembros permanentes”. Por haberse enrolado entre los triunfadores de la llamada “segunda guerra mundial” (donde Argentina fue políticamente derrotada, y donde puede situarse una clave sustancial de su desgracia).
Y también por dos miembros transitorios. Alemania (militarmente destrozada en aquella guerra, por la alucinación del nazismo). Y Portugal.
Entre tanto progresismo interpretativo, cuesta aceptar que fue gracias a la inspiración bonapartista de Oliveira de Salazar, que en Portugal, en aquellos años, sólo se murió por enfermedades sin trascendencia. O por saudosismo. Ampliaremos.
En la senda de Haffez el Assad, el padre guía, y predecesor, Bashar el Assad reitera la carnicería de Hama (ver Los Assad y los Maklouf).
Por lo bajo, en 1982, Haffez logró cargarse 30 mil muertos. Los “Hermanos Musulmanes”.
Si a Bashar le da el tiempo, y se le brinda la oportunidad histórica, se encuentra capacitado para demostrar que puede generacionalmente superarlo. Pese a su educación occidental. Ya se cargó, en dos meses, casi 1.700 cadáveres. Y alcanzó la hazaña represiva de haberse permitido atropellar, con sus “culatas” patrióticos, las embajadas de dos países de repente vulnerables. Estados Unidos y Francia.
Se la aguantaron. Por cierta complicidad con “las bandas armadas” que hostigan al régimen. Un diplomático americano supo dar justamente en el clavo:
“La única banda armada, aquí, es la de Bashar”.
Debe aceptarse que, para aplastar las “bandas armadas”, los carniceros de Bashar mantienen criterios de originalidad.
Un cantor de súbita popularidad, Ibrahim Kashoush, impuso una canción muy pegadiza. Donde se exige la salida de Bashar. Hoy suele entonarse en las plazas de protesta. Pero el trovador vocacionalmente comprometido tuvo su lección.
Ibrahim apareció en el Río Orontes. En impresionante estilo plancha. Colgaban, de su cuello, las cuerdas vocales.
Licencia para matar
La Siria de los Assad tiene una extraña licencia para matar. A canilla libre. Así sea en Ramadán.
Gracias a los dos viejos aliados que le otorgan la cobertura diplomática. Rusia y China, dos miembros también permanentes.
Contienen problemas violentamente similares. No pueden admitir, por cuestiones imperdonablemente estratégicas, contestaciones internas.
Hoy Rusia y China se complementan para instalar, en el primer plano, la absoluta hipocresía de la política internacional. Signan los rigores de la in-gerencia selectiva.
Hay países que pueden ser in-gerenciables. Como Libia. O incluso destruidos, como Irak. O Afganistán. Y hay otros que disfrutan apaciblemente del derecho al atropello. Como Siria.
A Rusia le asiste el derecho espiritual de masacrar a los caucasianos que osen rebelarse. O les siembren la desesperación de un “caño”. Putin no tiene contemplaciones. Arrasa.
China tampoco puede permitir ningún exabrupto de los tibetanos.
Más allá de la sobreactuación, casi inofensiva, de Obama, el presidente acosado (al que le bajaron el pulgar). Al atreverse a recibir, como a un amigo de la casa, al Dalai Lama. Es el jefe espiritual del budismo tibetano, hoy carente de poder temporal. Al que Hu Jintao quisiera verlo, también, en el Río Brahmaputra. En estilo plancha, como a Kashoush, aquel trovador que se animó a cantar, en el amontonamiento de la protesta. Plaza de Hama.
Manos atadas
Pero no son exclusivamente los estados de China y Rusia. Miembros permanentes del Consejo, que colaboran para que Bashar prosiga la faena infatigable. El degüello colectivo. Con los tanques por encima.
Otros miembros, no permanentes, del Consejo de Seguridad, tienen también las “manos atadas”. Como el Scioli de la metáfora desafortunada.
A lo sumo sólo pueden solicitarle, a Bashar, que encare la “solución final”, pero de manera más discreta. Con la amenaza de radicalizarle, apenas, los adjetivos de los comunicados.
India, otro estado que también quiere ser miembro permanente. Como Brasil (hoy ausente del Consejo, pero vigente en influencia).
Los cuatro conforman, junto a China y Rusia, los llamados BRIC. Nombre que surge de sus iniciales. Brasil, Rusia, India, China.
Cuatro potencias que se encuentran activamente en el banco de suplentes. Los BRIC parecen aguardar, con resultados bastante promisorios, el desmoronamiento de los poderosos titulares que hegemonizan occidente. El principal, Estados Unidos, hoy pudo salvarse, en el último minuto, de la bancarrota.
Por su parte, la potencia de capa media, de la Europa presentable, padece las desdichas estructurales del euro. Las consecuencias de haber aceptado, para formar parte de su club, a culturas desmembradas, de las que quedan las ruinas.
Potencia que hoy se im-potencia, detrás del libertinaje griego, que sólo geográficamente tiene algo que ver con la Grecia antigua, que estudió Jaqueline de Romilly. A Grecia se le asocia el fracaso saudadoso de Portugal, al que también hay que socorrerlo. Como a Irlanda. Y a la espera del desastre más ambicioso. Aguanta España.
Pero también, en el Consejo de Seguridad, se opone El Líbano. Sin otra alternativa.
El Líbano actual es un Estado convertido, indecorosamente, en una protuberancia de Siria. Una bella silicona.
Su gobierno cuenta con el apoyo sustancial del Hizbollah, el partido cívico militar que -según la facilidad interpretativa del doctor Nissman- instrumentó el atentado fatídico de la Amia.
El Hizbollah es bastante más que un aliado de Siria. Dependiente de la terminal en Irán, que es el mejor aliado de Siria (la pista es la misma).
La carnicería de Bashar se legitima por su condición de garantía precaria. Es una pieza clave en la fragilidad del equilibrio regional.
En virtud de semejante artificio geopolítico, la Argentina apenas se atreve a expresar, a lo sumo, su aséptica “preocupación”. Sin ningún pronunciamiento de condena hacia los crímenes sistemáticos. Y ningún desconfiado quiere pensar que son consecuencias, acaso, del entendimiento cordial. Del tecito entre los dátiles de Alepo.
Cuando Cristina lo envió al canciller Timerman para adquirir, posiblemente, una caja de los dátiles más amargos de Siria (ver Jabones de Alepo).
Tampoco conmueven, en gran parte, los dátiles sangrientamente amargos, a la multitudinaria comunidad de descendientes de sirios en la Argentina.
Los menos perspicaces condenaron, informáticamente, al autor de estas líneas. “Por traidor”, a la supuesta “causa siria”. Y por ser “funcional”, por lo tanto, a los “intereses de Israel”.
Otros descendientes, en cambio, solicitan sensatamente que se les diserte sobre los acontecimientos. “La carnicería de Bashar”.
(Se les anunciará cuando. Pronto).
ADVERTENCIA: video no apto para personas sensibles.
Imágenes del cantante degollado, Ibrahim Kachouche.
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