Menú

La ducha fría de la realidad

La Guerra Cultural de Fito, Galasso, Forster, Andrés Rivera, Horacio González y Aníbal.

Jorge Asis - 14 de julio 2011

Cartas al Tío Plinio

La ducha fría de la realidad«Perder no es grave, el problema
es la cara de b…que te queda».
Vernet

Tío Plinio querido,

Como jefe de campaña de Macri, el cantante Fito Páez resulta más competente que Aníbal, El Premier.
Pero aparecen, de pronto, dos competidores. El novelista Andrés Rivera y el historiador Norberto Galasso. Para defenderlo.
Al asco que siente Fito, hacia la mitad de los porteños que cometieron la atrocidad de votar a Macri, debe sumarse la pena conmovedora que siente Norberto Galasso. Por la misma mitad. Asco más pena.
Se suman, también, los firuletes argumentales del crítico-funcionario Horacio González. Resultan tan inquietantes como las vacilaciones elaboradas del pensador Ricardo Forster.
Después de haberse dado la ducha, indeseablemente fría, de la realidad, ambos -González y Forster- merecen ensayar el consuelo espiritual.
La ducha fría de la realidadLas líneas inspiradas que emanan, tío Plinio querido, del dramatismo de otra Carta Abierta.
Para esclarecimiento del sector decente de la sociedad.

Lo de Andrés Rivera, en cambio, es menos desopilante que el asco de Fito, el «moderado», y la pena de Galasso.
Es una barbaridad teórica.
Para interpretar la debacle de Filmus, sostiene Rivera que Buenos Aires se encuentra «atravesada por el fascismo».
Resulta perdonable tanta incomprensión del fascismo.
Rivera le falta -al fascismo-, el respeto.

Los indignados

Se asiste, tío Plinio querido, a los primeros escarceos de una Guerra Cultural. Provocada, unilateralmente, desde el bando de los indignados.
Una manga de presentables, intelectualmente frívolos. Se muestran indignados. Como los que se amontonaron en la Puerta del Sol. España.
La ducha fría de la realidadNuestros indignados fueron sólo vencidos en una pugna electoral.
No soportan, ni digieren, las imágenes del triunfo democrático del adversario. Las toman como ofensivamente burlonas. Insultantes. Humillantes.

Es la reacción hormonal, sin contención, de los indignados, ante el espectáculo eufórico de la victoriosa «ideología a-ideológica». Como se la llamó en «El baile amarillo del PRO» (cliquear).

Los kirchneristas, cristinistas, o meramente antimacristas, que se enojan, deberían recordar aquella máxima del filósofo positivista J.M. Vernet:

«Perder no es grave, el problema es la cara de b…que te queda».

El error de la derrota

El error de la derrota es claramente perceptible, tío Plinio querido, en el rostro triste de Filmus. El Psicobolche Nostálgico.
La ducha fría de la realidadPero Filmus exhibió una reacción infinitamente más racional. Aguantó el deseo de descalificar a los porteños, que se equivocaron por no votarlo.
Tampoco reaccionó del todo mal Tomada, El Enternecedor. Apenas elaboró tonterías conceptuales.

Aunque se les notara, en los entresijos de la mirada grave, que se los habían roto.
Con virulencia, a los dos. Con la explícita crueldad de los votos.

Con generosidad de criterio, deben entenderse las manifestaciones negacionistas. Son espejos de la impotencia.
La sorpresa, por la inesperada diferencia abrumadora, fue fuertemente impactante.

Los 20 puntos de distancia se convirtieron, tío Plinio querido, en goleada.

La ducha fría de la realidadLos kirchneristas entrañables. Los cristinistas gratificados. O los antimacristas por principios, creyeron, lícitamente, en el escenario que les plantearon, con apasionamiento romántico, los combatientes abnegados del Frente Encuestológico para la Victoria.
Pilares, tío Plinio querido, de la sociología estomacal.

Así como existe el poeta comprometido, o los cantantes comprometidos con los contratos de la transformación (Fito, Teresa, León o Victor), persiste, también, el sociólogo fervorosamente comprometido con la militancia en el Frente Encuestológico para la Victoria.

Biorritmo

La imagen de Mauricio, con su baile amarillo, resultó intolerable. Indigesta, para los indignados.
Entre globos de colores y saltos de barra brava. Con María Eugenia y Horacito. Con los réprobos Cristián y El Colorado.
Fueron imágenes lo suficientemente agresivas. Legitimaron que los defensores del «modelo» estallaran.

A pesar de todo conviene apostar, estratégicamente, por la indulgencia colectiva. Sin impulsar fusilamientos. Linchamientos. En la Guerra Cultural.

La ducha fría de la realidadDe última, las arcadas, la sensación de asco que confesó Fito, nunca podrán atenuarse con el triunfo de Filmus, en la ilusoria segunda vuelta.
Basta, técnicamente, para salir del paso y disolver el asco, con el recurso de la Hepatalgina.
Con treinta gotas de Reliverán.

La reacción, orgánicamente hormonal, de los Fitos, es una consecuencia. Ninguna causa.

Tiene que ver con la adquisición, al contado, del discurso transformador que el kirchnerismo les vende.
Las causas debieran hurgarse entre las estrategias berretas que marcan, en conjunto, los verdaderos «mariscales» de la derrota de Filmus.
Carlitos Zanini, el Ñoño, el Lopecito sin magia. Y Cristina, la abuela dulce del «Vestidito negro».

La realidad de la caída se impuso, tío Plinio querido, con la impresión de una ducha muy fría. Agua helada sobre los cuerpos excitados. Tibios.

Dígale a tía Edelma que se tiene que anotar, con la Otilia -cada vez más fatal- en la onda cotidiana del biorritmo.
Le marcan, con rigor, los tres niveles del funcionamiento.
El nivel intelectual, el físico, y el emotivo.
El biorritmo, dígale, acierta siempre. Si se prende lo va a tener, en su correo, gratis. Cuando arranca el día.

Relacionados

Estadista de suerte

Por el patriótico desgaste, el Presidente reclamaba piedad.

Jorge Asis - 29 de agosto 2016