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Bilderberg 2011, Saint Moritz

Conspiradores inofensivos tratan el Colapso Europeo.

Jorge Asis - 10 de junio 2011

Artículos Internacionales

Bilderberg 2011, Saint MoritzHotel Castillo de Suvreta House. En Saint Moritz, frente a los Alpes suizos, un paraíso para esquiar aún no descubierto por Schoklender. Es el lugar escogido para la versión 2011 del mitificado Grupo Bilderberg. Para su reunión anual de tres días, que marca «la agenda del mundo».
Hasta Fantino, el ascendente periodista deportivo, se digirió el amague. La tesis que alude al Bilderberg -por sus integrantes-, como manipulador dominante de los bienes y males del universo.

Son poderosos, aunque en realidad varios «fueron» poderosos. Influyentes occidentales, predicadores del acercamiento permanente entre Europa y los Estados Unidos. Se convocan una vez al año, antes del inicio del verano. En el 2010 fue en Sitges, y en el 2009 en Atenas (poco antes del quebranto griego).
Bilderberg 2011, Saint MoritzEstos conjuradores inofensivos (a los que se atribuye la caída del comunismo) arrancaron, como Grupo, en el hotel Bilderberg, de Oesterbeek, Holanda. Fue creado por inspiración lisérgica del príncipe Bernardo, de Holanda, y por Joseph Retinger, que es sindicado, por los mitificadores, como uno de los visionarios que supo gestar el Movimiento Europeo. Antecedente de la utopía que derivó en la Unión Europea, entidad que inexorablemente estalla. Con el euro (la moneda única) incluido. La Unión Europea es el emblema del continente que amenaza irse, con las glorias de su integración, hacia los caños de la cesación de pagos. E improbablemente los Estados Unidos (cada vez más dependientes del delirio chino) puedan, esta vez, socorrerla. A la Europa que amaga, cíclicamente, cada medio siglo, con el infierno.
Cuando no es el nazismo, es la economía.
Bilderberg 2011, Saint MoritzHoy transformada -la economía- en la sustancial preocupación de los discretos banqueros. Los gravitantes presidentes de empresas. Políticos con peso de verdad, o con el peso exclusivo de la experiencia. Reyes indolentes pero inquietos, graves delincuentes generales o indemnes industriales del armamento. Todos, hoy, atormentados por el destino de un sistema que, en el fondo, de creerles, fue diseñado por los propios bilderbergianos.
Significa que los Bilderberg, en la reunión de Saint Moritz, deben tratar las catastróficas consecuencias del mundo que crearon.

El Guardián, el diario inglés que se inspira en las ocurrencias de Raúl Moneta, se obstina en seguir la teoría de Fantino. Asegura que el tema central del Bilderberg 2011 es «el colapso europeo». Que los bilderbergianos, en todo caso, provocaron.
La mitología es complementada, aquí, por los desgraciados que los padecen. Los que se quedan afuera del circuito de las decisiones, aunque mantienen la facilidad de creer que sus desgracias contemporáneas se originan en ellas. Son los manifestantes desconformes que protestan por la desfachatez de los poderosos, que no vacilan en reunirse después de expoliarlos. Indignarlos, como en cualquier plaza impotente de la España decepcionada.
Bilderberg 2011, Saint MoritzAunque esta vez, en Saint Moritz, los potenciales indignados tendrán menos suerte que en Sitges, aquel paraíso del buen comer, y de la homosexualidad exhibida.
De todos modos, el sigiloso secreto de las reuniones moviliza a una legión de conspiracionistas vocacionales que estimulan la tesis de Fantino.
En sitial de privilegio se encuentra el ensayista Daniel Estulín, que dedicó redituables textos a los misterios del Grupo. Y el periodista Jim Tucker, quien arriesga, desde hace varias sesiones, que el objetivo del grupo consiste en terminar, prioritariamente, con Irán. Algún año se le va a dar el vaticinio a Tucker. Para algarabía de los vendedores de misiles, siempre respaldados por la presencia de David Rockefeller, Henry Kissinger, y una serie de representantes de las ociosas monarquías que pugnan, para no extinguirse, merced a la paulatina captación de plebeyos.

Bacalao

Bilderberg 2011, Saint MoritzQuien la tiene clara, más que Fantino, Estulín y Tucker, es Sofía, la reina de España.
«Ay, aprendo tanto en el Bilderberg», le expresó la reina, al sitio web «Monarquía Digital», un par gallego del «Asís Digital».
En lo relativo al «secretismo» de las sesiones, Sofía niega que se trate de misterios conspirativos.
«Nada de conjuras, pero se corta mucho bacalao», agrega. «El secreto es para sentirse libre. Expresarse lo que se piensa».
Aunque todo lo que Sofía escucha no pueda contárselo, siquiera, al Rey. El pobre Juan Carlos agobiado por la pierna rota, y sigilosamente atormentado por todas las mujeres que no pudo, por ser Rey, penetrarse.

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