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Dos samurais

Sólo quedan Cristina y Alfonsín.

Jorge Asis - 29 de abril 2011

Artículos Nacionales

Dos samurais«Siete samuráis» (cliquear) fue subido al Portal el 20 de octubre del 2010. Aludía a los siete guerreros principales que se encontraban en «la primera línea de fuego de las perspectivas».
Eran Kirchner, Cristina, Scioli, Cobos, Alfonsín, Duhalde y Macri.
Y había alrededor de quince samuráis menores en «el pelotón». Desde Reutemann o Alberto Rodríguez Saa, hasta la señora Carrió, Solanas, Sanz, Binner, Solá, Das Neves.

Trece días después de la muerte irresponsable de Kirchner, el 10 de noviembre se subió «Seis samuráis» (cliquear). Pero pronto otra vez se volvió al cabalístico siete. Ocurrió que Ernesto Sanz, desde el pelotón, pasó a integrar el grupo fundamental. A saber: Cristina y Scioli, por el oficialismo neo peronista. Cobos, Alfonsín y Sanz, por la recuperada Unión Cívica Radical. Y por último Duhalde y Macri, por la difusa identidad a construir. La disidencia peronista, asociada al urbanismo exclusivo de PRO.

Cinco meses después, para ser exactos el 18 de abril del presente año, se subió «La carrera por borrarse» (cliquear). Con la sensación de editar un texto de provocación excesiva.
Hoy, once días más tarde, 29 de abril, aquel texto de la carrera por disparar mantiene la atmósfera del lugar común. Entonces con estupor se sube «Dos samuráis». Alude a los dos únicos gladiadores que amenazan con sobrevivir hasta el 23 de octubre.
Cristina Fernández de Kirchner y Ricardo Alfonsín.

En el camino

Dos samuraisPor su sentido inusual de la lealtad, el gobernador Daniel Scioli, líder de la Línea Aire y Sol (mal apodado Mancusso), no se atrevió a saltar ningún cerco. Se quedó con los pies adentro del plato, de donde otros lo quieren expulsar.
De no ocurrir ningún imponderable, a esta altura casi utópico, Scioli se refugia en el intento de repetir en «Buenos Aires, la provincia inviable» (cliquear). Acosado por una «colectora», hoy elegantemente llamada «lista de adhesión», muy poco inquietante. La del «Nuevo Encuentro» con Martín Sabbatella, el «Graciela Ocaña con barba». Mientras tanto, se amenaza con la gestación de otra colectora que Cristina, según nuestras fuentes, se resiste a otorgar. La eventual «lista de adhesión» de Sergio Massa, el mini-gobernador del Tigre, y que hoy no atraviesa un momento de estimación por parte de la Presidente (es llamativamente el segundo jefe de gabinete, o ex Premier, al que se le dispensa un cierto resquemor. Menos intenso que el desprecio que recibe el maltratado poeta Alberto Fernández, que se autocalifica como miembro fundador del kirchnerismo).

Para dar el sí definitivo, Cristina necesita asegurarse la mayor cantidad de votos posibles que le permitan imponerse en la primera vuelta. La instalación queda a cargo de los valientes miembros del Frente Encuestológico para la Victoria. De todos modos, el tema Massa se encuentra en estudio. Con mayor seriedad que la «colectora» que otros impulsan de Bruera, el mini-gobernador de La Plata. La Craneoteca de los Genios, que orienta Zanini, El Ñoño, el estratega cordobés e ídolo de Electroingeniería, las impulsa. Por intermedio del ministro Randazzo y del operativo Mazzón, alias El Chueco. Pero Cristina, hoy casi inabordable, se encuentra al respecto, según nuestras fuentes, más reticente que hesitante.
Aún Zanini, con las ínfulas menores de un López Rega sin atributos para la magia, no alcanza a persuadirla. Pese a la monotonía de las comidas en Olivos. Con buena madera, Cristina se resiste a mortificar más a quien le diera, como Scioli, tantas muestras de lealtad. Inconcebibles y -acaso- sobreactuadas.

Lado radical

Por el lado radical, debe consignarse la doble decepción que generaron dos próceres súbitamente desgastados. El vicepresidente Cobos, primero, y luego el senador Sanz.
Tienta a evaluar que ambos -Cobos y Sanz- tenían muchos más deseos de ser candidatos a la presidencia que presidentes.
Cobos no puede, según nuestras fuentes, superar la portación de tres culpas fatales para la cultura tradicional del radicalismo.
Dos samuraisA) Haber tenido un padre peronista.
B) haber ingresado, al partido, a los 36 años. Muy tarde.
C) Haber sido vicepresidente de Cristina.
El crédito abierto, durante aquella madrugada de suspenso del invierno del 2008, se evaporó. Sirvió para consagrarlo como carne transitoria para encuestas. Fueron dos años de liderazgo artificial.
Alfonsín, La Clonación Transformadora (cliquear), en la pulseada, a Cobos lo dobló.

En cambio, Ernesto «Sanz, la esperanza blanca» (cliquear), fue cortejado por los macristas. Derivaciones del fructífero ocio parlamentario de los diputados Pinedo y Aguad, con tiempo libre para obstinarse en la meditación trascendental de los consensos. Pero Sanz les falló. Careció del arrojo para transformarse en el Arturo Frondizi del siglo veintiuno. Por las consecuencias del apasionamiento casi irracional por bajarse de Mauricio Macri, que aún se obstina en la torpeza histórica de bajarse. Para renovar, en el artificio autónomo que se le pone infinitamente hostil.
Sanz tuvo la oportunidad de erigirse como titular de otra fórmula. Acompañado por la señora Gabriela Michetti. Pero Sanz prefiere quedarse entre las uvas partidarias de San Rafael.
Alfonsín, el menoscabado, en la pulseada, a Sanz también lo dobló.

El barrilete de Macri

El escape de Macri mantiene el ropaje de la simulación. Se lo culpa, por la pasión del retroceso, al mercader Nicolás Caputo, «el amigo de la vida», que se resiste a anticipar para la campaña veinte irrisorios millones de dólares. Y se le traslada también la decisión de disparar al eminente pensador Durán Barbas, conocido popularmente en PRO como El Equeco.
Dos samuraisEn realidad, al barrilete de Macri, también le faltó piolín. Como en la poesía sutil de Blázquez. También le falló, a Macri, la «fe, y la voluntad».
Porque en realidad es exactamente a la inversa. Al revés de la concepción que maneja la gilada como verdad trascendental.
Es Macri quien influye, hasta extremos de dependencia, en el mercader Caputo.
Y Durán Barbas es el filósofo a la carta que sólo reflexiona en la dirección que Macri necesita escuchar.

Admirable, por su tesón, es el aliado natural, hoy menos valorable. Eduardo Duhalde. El Piloto de Tormentas (generadas) aún no asimiló suficientemente el duelo por la grotesca extinción del «picado» del Peronismo Federal.
Pasa Duhalde a formar parte, en adelante, del pelotón.

Alteraciones en el horizonte

Quedan entonces dos samuráis vivos. Cristina y Alfonsín. Con dos probables alteraciones en el horizonte.
La primera se reduce a la pugna interna del socialismo de Santa Fe. Si es ganada, o perdida, por Bonfatti, el hombre de Binner para mantener el cetro socialista, que se disputa con el senador Giustiniani. Si Bonfatti la pierde, Binner seguirá entibiado en el amontonamiento del pelotón. Si Bonfatti gana, habrá que poner otro juego de cubiertos, en la mesa principal. O Binner se funde con Alfonsín, lo más probable, o se arriesga a convertirse en el tercer samurai.

Dos samuraisSólo dos palabras para elevar la consideración de Alfonsín. Cotidianamente subestimado, Alfonsín sorprende, sobre todo a quienes lo devalúan, pero ni siquiera pueden desafiarlo a emprender otra pulseada. Con las transformaciones de su clonación, se lleva a los correligionarios que lo menoscaban por delante.
Debe aceptarse que Alfonsín es el único de la fila de opositores que mantiene respetables deseos de ser. Actitud que -meritoriamente- vale.

La segunda alteración sustancial en el horizonte sólo puede producirse si Cristina se desliza por un rapto previsible de sensatez. Y declina la postulación que los suyos, en defensa propia, le aclaman. Y reclaman. Los kirchneristas desesperados que se cuelgan del «Vestidito negro» (cliquear).
Ella -Cristina- es lo único que le queda al fragilizado kirchnerismo póstumo. A la dama hay que asegurarle algo más que el triunfo en la primera vuelta. La certeza que, la misma noche de algarabía triunfal, entre aplausos y quiebres emocionales, se lance -acaso- el proyecto de enmienda constitucional. Para, al menos, otro período. Cuatro años, de yapa. La Argentina los merece. Los necesita. Para profundizar el modelo de revolución imaginaria.

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