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El sube y baja (I)

Macri dice que no se baja. Solanas baja a la ciudad. Binner sube para la presidencia. Alfonsín se estanca. Duhalde y los "picados".

Jorge Asis - 18 de marzo 2011

Artículos Nacionales

El sube y baja(sobre informe de Consultora Oximoron)
De París proceden las noticias tranquilizantes. Indican que Macri no se baja de la presidencial. Que descarta ir de nuevo por la ciudad.

La duda se expandió por la falta de claridad. Asomaba el «arrugue de barrera». Era exactamente perjudicial.
A Humberto Schiavoni y Emilio Monzó, los dos vibrantes armadores del proyecto nacional de Mauricio Macri, debía resultarles fastidioso convivir con la sensación permanente del desperdicio. La sospecha que Macri iba tal vez a bajarse. O que estudiaba, muy vacilante, bajarse. Porque resultaba conveniente ir otra vez por la ciudad. A «cuidar los garbanzos», como diría Aníbal. El control del artificio autónomo de la capital, que no puede asegurarle la convulsionada señora Gabriela Michetti. Tampoco el carismático Horacito Rodríguez Larreta, el ídolo de Pompeya y -no olvidar- de Flores Sur. Sobre todo si el que se baja, de la presidencial, es Fernando Solanas. Ampliaremos.

Amagues

En la última reunión de la alucinante Mesa Nacional del PRO, celebrada en la Fundación Pensar, en las cercanías del Congreso, Macri deslizó, según la Garganta, una encuesta paralizante. Temeraria.
Se había comido perfectamente el amague del Frente Encuestológico de la Victoria.
En el sondeo, Cristina tenía más del 40. Casi el 42. Y venía en ascenso. Podía estar ya hasta en los 45. Con el cuento de la progresión de los indecisos, merodeaba los 55 puntos.
Significaba que Mauricio, como Alfonsín, quedaban relegados al mero rol de sparrings. Dos figurines que no alcanzaban a perforar la frontera de los 17 puntos.

El sube y baja«Con estos números no se qué se puede hacer», habría dicho Macri.
La densa solemnidad fue felizmente quebrada por Carlos Melconián, el caudillo cruel de Mataderos. Economista de tablón, influyente en la barra brava. Melconián trató de insuflar ánimo artificial. Pero el amague ya estaba digerido.

«Es el tiempo de Cristina». Es el dictamen que le pasan, a Macri, los integrantes de su «mesa chica».
Principalmente Nicolás Caputo. Empresario que tiene millones de garbanzos para cuidar.
Y el ideólogo post moderno don Jaime Durán Barba. Reconocido, en la secta, como El Equeco.
Enrolados en la postura, Caputo y Durán -según Gargantas- de conformarse con la ciudad. Aunque Macri indeseablemente tenga que cohabitar con Cristina.

En definitiva, Macri -para la evaluación de Oximoron- esta en un laberinto de papel.
Es, como candidato, infinitamente más importante que la fuerza política que lo sostiene.

«Si Mauricio no arregla un Frente con el Peronismo Federal puede hacer, a lo sumo, otra Ucedé», esgrime la Garganta.

Sin una parte significativa del peronismo, Macri podrá postularse y ser otro Manrique. Un Cavallo, menos impulsivo y apasionado.

Solanas. Binner

Es el Otro. El que tiene en carpeta bajarse, para dar el combate por la ciudad.
Con relativos fundamentos, Solanas cree que puede ganarle a Macri. El artificio de la capital mantiene sus veleidades. Merece la revolución pulcra. La reforma oral. La socialización de la palabra.

Solanas presenta -según el informe de Oximoron- un pretexto superador. Alteraría (el pretexto) la placidez del panorama.
Trátase de la latente candidatura presidencial del socialista Hermes Binner. El gobernador de Santa Fe.

El sube y bajaBinner se fortalece a partir del fracaso radical en Catamarca. Que puede extenderse, también, hacia Río Negro.
En semejante marco de abreviación, a los radicales va a costarles imponer, como si fuera un trámite, la candidatura presidencial de Alfonsín. En el engendro del Frente Cívico.

Entonces Binner pasaría de ser el número dos, el ladero instalado de Alfonsín, a ser el uno.
Es la alternativa que -para Consultora Oximoron- más molestaría al kirchnerismo póstumo. Por su impostura de izquierda.

Mientras se desgastan en el apasionamiento de la interna, los radicales pierden los garbanzos territoriales.
Para lanzarse, Binner necesita que en mayo, en la interna del Frente Cívico y Social, su candidato a sucederlo en la gobernación, el nacionalmente desconocido Bonfatti, lo venza al aletargado socialista Giustiniani. Y al radical Barletta, el intendente de Santa Fe que busca posicionarse.
Y necesita, aparte, conservar Santa Fe para el socialismo. Así sea por medio punto. Contra el peronista que surja de la contienda entre Bielsa y Rossi, y otros dos anotados para figurar.
Para alcanzar el objetivo de quedarse, a los socialistas los ayuda el crecimiento exponencial de Miguel Del Sel.

Duhalde

Para Macri, arreglar con el Peronismo Federal significa, traducido, arreglar con Duhalde. El Piloto de Tormentas (generadas). Que tiene también sus complicaciones existenciales.
Duhalde se dispone a encarar una elección interna episódicamente lateral, y teatral, con Alberto Rodríguez Saa, del Estado Libre Asociado de San Luis (que se compró un teatro), y con Mario Das Neves, el Tenor Portugués, si consigue retener Chubut.

El sube y bajaDuhalde siente a Rodríguez Saa -según Consultora Oximoron- como el adversario desconcertante de la reacción imprevisible.
En su imaginario, Duhalde tiene que imponerse, en el largo picado, sobre los dos adversarios federales.
Y si le va bien, que lo descuenta, quiere aliarse, después, en un frente, con Macri. Es la situación que espanta a los otros dos internados del Peronismo Federal.

«Si no le gano a Macri, no puedo aspirar a ser presidente», sostiene Duhalde, en un alto de su match de tenis.
«Si Macri no me gana a mí, él tampoco puede serlo».

La carrera es con obstáculos. Porque Macri escucha demasiado a Durán Barbas.
Muy suelto de cuerpo, El Equeco considera que ir a una interna con Duhalde, para Macri es «una chifladura» (sic).

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