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Los Gurkas

Aníbal y Timerman.

admin - 4 de marzo 2011

Artículos Nacionales

Los GurkasEn el gabinete, de relativa intrascendencia, persisten dos gurkas que compiten en materia de ferocidad informática.
Ambos se juegan en la causa perdida del kirchnerismo póstumo. Situados a la vanguardia del frente considerado principal.
Contra el Grupo Clarín. Cada vez más golpeado y con pérdida de influencia. Las portadas y titulares se sumergen en la virulencia del vacío.
Y de rebote, por efecto reflejo, van contra La Nación.

Aníbal

En la primera línea de fuego se destaca Aníbal, El Premier.
Se recupera, Aníbal, después del bajón, originado en el tratamiento de aquella invasión rentada al Parque Indoamericano. Resuelta, según nuestras fuentes, con los cincuenta millones aportados por el Gorro Frigio de Desarrollo Social. Alicia y Berni Conducción.
Aníbal debió respaldar al desplazado comisario Vallecas.
Mantenía -Vallecas- un acuerdo de específica cooperación con la Policía Metropolitana, pero que no funcionó.
Aníbal ingresaría al transitorio refrigerador. Para asistir al fortalecimiento de la ministro Garré. Ella pasó del almacén de Defensa al Supermercado de Seguridad. Llegaba en andas del ascendente Verbitsky. Y del persistente Arslanián.
Los GurkasAsistió, además, a la decapitación de algunos funcionarios que le respondían.
Felizmente, en dos meses Aníbal consiguió recuperarse. Pudo explicitarse en el reconocimiento público que le hizo la propia Cristina. En medio del notable show en el parlamento, del 1º de marzo, tratado aquí en «Minas antipersonales» (cliquear). La televisión de La Corte pudo mostrarlo feliz. Casi tanto como el doctor Lorenzetti. El cuerpo de Lorenzetti se independizaba de la vestimenta, al escuchar que Cristina le clavaba el puñal del elogio.

Timerman

El otro gurka es Héctor Timerman, el canciller.
Con sus peleas disparatadamente exógenas, y con su papelón de compulsivo inspector de aduanas, Timerman estropea la labor que positivamente se le reconoce en el interior de La Casa Casta. Sobre todo, por el peso de la ausencia. Nadie dejó hacer, a los diplomáticos, tanto como Timerman. Acaso porque está absolutamente consciente que los diplomáticos, en el fondo, no quieren hacer -si no nada- grandes aportes. Es lo que cree, según nuestras fuentes, Cristina.

Los GurkasSe lo reconoce a Timerman por delegar, el manejo de La Casa, en el embajador Alberto D’Alotto. Sin intentar, desde la política, disputarle posiciones a la corporación.
La estructura propia de Timerman se reduce a una computadora.
Y hasta como secretario personal se conformó con un diplomático. La Casa lo tiene totalmente penetrado. Timerman no puso asesores propios, ni quiso colocar amigos en embajadas. Se arregló con lo que había. Total, conocía muy poca gente. La Casa, para algarabía de la Casta, parecía importarle el mínimo pepino.
Incluso, los apasionantes ascensos y los cotejados destinos, según nuestras fuentes, fueron distribuidos entre los embajadores D’Alotto y Luisito Krecler, un crédito del Portal.
Decirlo equivale a no atribuirle a ningún político la culpa porque no haya ascendido cualquier consejero, o ministro de segunda.
Quien se sienta postergado ya sabe, en adelante, a quien debe apuntarle. A los dos colegas poderosamente posicionados.

«En las reuniones Timerman, no te equivoques, funciona bien. Sigue los temas con atención, y no hace papelones», confirma la Garganta.
«El problema con Timerman es que te das vuelta y se te pelea con Luciana Salazar, con Redrado o con la viuda de Noble», prosigue.

No se lo puede dejar solo a Timerman. Aunque le prometió a su mujer no pelearse más y dedicarse a ser nada más que canciller. Pero, en la primera de cambio «te hace un tweet contra La Nación y se viene todo abajo. O te agrede a los periodistas de Clarín, al p…, por trabajar en el diario de La Apropiadora».

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