Cristina, la adversaria ideal de Macri
Ella va nomás por la re re. Cumple el sueño trunco de Menem.
Artículos Nacionales
«Va a ser Cristina. Lo tiene decidido».
La Garganta confirma que Cristina ya se lo dijo a Scioli. Fue antes de la «Kermesse Naranja» (cliquear).
Entonces Cristina se lanza hacia la re-re. Segunda reelección. Legitimada por la vertiente insólitamente conyugal.
El «kirchnerismo póstumo» logra aquello que Menem quiso -pero no pudo- lograr. La gloria de aspirar al tercer período.
Antes del final de marzo, Cristina va a notificarlo oficialmente.
Al margen de las internas, decisivas o franeleras, y de los desdoblamientos previsibles, el oficialismo ya movió. Apuntalado por los números optimistas del Frente Encuestológico de la Victoria. Es el ejército elitista de vanguardia que marca que Cristina gana en primera vuelta. Que los supera a todos juntos, «sumados». Como se indica en Miradas al Sur, o en la Secretaría de Estado de Página 12.
La oposición menoscabada tiene que mover. Es su turno.
Las ambiciones de los rivales deben definirse. Aunque se reduzcan -según los números del Frente Encuestológico- al rol menor de sparrings.
La intrascendencia instalada de la oposición genera el predominio del oficialismo culposo.
La hipocresía del que apoya a Cristina con un gesto de resignación. Porque sostiene que el resto -o sea la oposición- «es un desastre».
Cristina marcha, sin inteligencia, hacia la inmolación histórica.
Pero derrumba las especulativas ilusiones de los que esperaban la audacia de Scioli.
Con otra frustración a cuestas, los esperanzados, en el Scioli nacional, deben recluirse en la provincia. Con la pesada carga de la intriga, o la sospecha. Que improbablemente Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol, mantenga, en cuatro años, su ambición presidencial. El 2015, en la Argentina, es (casi) la posteridad.
«Si Daniel no es hoy, en el 2011, Daniel ya fue».
Lo confirma un aliado del peronismo que aprendió -bastante tarde- a valorarlo. Hasta creer, en el rapto de torpeza, que Scioli podía aprovechar el «pretexto Sabbatella». Para romper.
«Fui un gil», reconoce, como el personaje del tango «Fangal».
El peronismo forreado
El peronismo -forreado- digiere el sapo de la aceptación.
Hoy se lo violan (al peronismo) con un sexo flojo. Morcillón.
La «Craneoteca de los Genios» diseña la estrategia triunfal.
Trátase de la comparsa intelectual, del tipo Fuerza Bruta. La orienta brutalmente Carlos Zannini, el Ñoño. Junto a Icazuriaga. Y con el influyente benjamín de los Abal Medina. Hasta el cierre del despacho, Abal Medina desconoce que lo apodaron Figuretti. Desde cuando cogoteaba para salir en la estampita de la Unasur.
La Craneoteca gesta los equívocos que aluden a las «Listas de Adhesión» (cliquear), como llaman, para disimular, a las colectoras.
Triunfó nomás la tesis del «Jesús al Revés». Fue descripta en «Juntar por izquierda» (cliquear). Elevada por Hugo Curto, en uno de sus breves momentos de inspiración (Curto es de los mini-gobernadores más forreados del peronismo. Muere por su tesis. Para que se salve «el proyecto». O sea Ella).
Pero el sapo de Sabbatella se puede digerir. Con dos Sertal, y cincuenta gotas de Hepatalgina.
Cristina, la adversaria ideal
Uno de los equívocos notables, instalados por La Craneoteca, consiste en presentarlo a Macri como el adversario preferido. Para vencerlo.
Por el infantilismo de creerse de izquierda. Por la necesidad retórica de asumir que participan de una revolución, los cráneos estimulan la necesidad de confrontar con algo (un espectro), o alguien (como Macri), que represente, en el imaginario, a la derecha.
«Macri es, para Cristina, el equivalente al Menem de Alfonsín». Lo advierte R. R., reflexólogo del peronismo forreado.
Por aquella apuesta perdidosa de Alfonsín padre. Cuando estuvo guiado por otros cráneos. No previeron que Menem, después de imponerse sobre Cafiero, les iba a ganar también a los radicales.
Con Macri y Cristina puede pasar lo mismo que pasó con Menem y Alfonsín.
Una lástima que la estructura de Macri sea, hasta hoy, una «carta de intención». Un acto de la voluntad. Solo es un candidato infinitamente más fuerte que la fuerza que lo respalda.
Por ahora, nadie les brinda, a los cráneos, la mejor imagen de enemigo ideal que Mauricio Macri.
Es Macri quien acierta, para evitar el naufragio, en postularse para la presidencia.
Con Cristina en la presidencia, otros cuatro años más de alcalde podían representar la proximidad del calvario.
Es el destino (el calvario) para dejárselo a la señora Michetti. O a Rodríguez Larreta, el carismático dirigente popular, la estrella de Flores Sur.
Son Michetti o Larreta, los que tendrán que competir contra el casting oficialista que congrega al castigado camarada Filmus, junto al bueno de Tomada, o al insaciable de Boudou, todos enriquecidos con la participación de Telerman en el elenco estable. Una suerte que aparezca López Murphy, con una linternita en el horizonte. Con la medialuna enarbolada y sin poder mojarla, hasta hoy, siquiera, en la taza radical.
El equívoco que impulsa La Craneoteca relega, al segundo plano, a la construcción recíproca del adversario ideal.
Porque es Macri, en realidad, quien la construye a Cristina. Como la adversaria preferida.
Mejor para Macri es Cristina, y nunca un Scioli.
Porque Scioli le disputa a Macri la misma mercadería electoral.
Como también a Macri se la hubiera disputado Reutemann. En el caso de haberle quedado, a Reutemann, algún glóbulo rojo de coraje.
De no haberse dejado auto aniquilar por la abulia, el desinterés, la resignación del hombre cómodo, que prefiere entregarse. Sin luchar. Como el personaje de «Cafetín de Buenos Aires».
Al ser Cristina, hoy Macri tiene más posibilidades de polarizar. Más aún si el candidato radical es Ricardito Alfonsín. Y si no se produce ningún batacazo con «Sanz, la esperanza blanca» (cliquear).
Tres samuráis
Para Consultora Oximoron, es altamente probable que queden, en el escenario, para el combate de fondo, estos tres samuráis.
Cristina, Macri y Alfonsín.
Los tres podrían clausurar la «lista de postulantes» viables.
Tres samuráis que pueden, hasta hoy, mojar.
Y el resto, está para acompañar. Para ir a la televisión. Rostros de afiches para ver y despegar.
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