Entre Cobos y Alfonsín
El turno radical. Grupo Las Heras y Grupo Santa Fe.
Artículos Nacionales
escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Dicen que Nosiglia, El Coti (que está con Cobos), le dio la «luz verde» a Chrystian Colombo. Para que se ponga a colaborar con Alfonsín.
A través de la «clonación transformadora», Ricardo Alfonsín completa el proceso de fortalecimiento de la Unión Cívica Radical.
Ciclo iniciado, en aquella madrugada legendaria de invierno del 2008, por el vicepresidente Cleto Cobos.
Los dos -Cobos y Alfonsín-, emergen como los presidenciables del pan-radicalismo (alucinación que complementa el socialismo de Binner).
Pero persisten, aún, quienes pretenden que se incorpore Sanz.
Para hacer, de la dupla, un terceto.
Último jefe de gabinete de De la Rúa, Colombo ya forma parte del «neo-alfonsinismo». Al extremo de colaborar, junto al inventariado Daniel Larriqueta, en algún artículo técnico, rubricado por Alfonsín, en el gran diario en conflicto. Participa, además, de las concentraciones semanales, de los martes. Del ascendente Grupo Las Heras.
Es menos ideologizado, pero mucho más partidario -el Grupo Las Heras-, que aquel inflamado Grupo Esmeralda. El de los ochenta, tanque de ideas, constructores de títulos de Alfonsín padre. Raúl. «El Doctor».
Las Heras se impone, hasta hoy, como un conjunto voluntarista, entrenado para la generación de iniciativas, a los efectos de ser aplicadas por los presidenciables.
Martes invariables donde se manosea el regreso al poder que los sorprende. En el departamento de Alberto -Tito- Lederman. Situado en Montevideo y Las Heras. Justo en aquel edificio donde solía reposar Antonio Tróccoli, el evocable ministro del Interior (al que Germán López, el Monje del Hogar Obrero, denominaba El Mucamo del Piso de Abajo).
Martes de Las Heras
Martes, entre las 13 y las 15. Almuerzo austero, sin vino. Con «bocadillo», dirían los españoles, para comenzar. Breve «cazuela de pollo», como plato de resistencia. Ensalada de frutas antes de partir.
Lo comparten radicales irreparables, como Jesús Rodríguez. Los hermanitos Stubrin (son los Barros Schelotto del radicalismo). El siempre recatado Horacio Jaunarena, «ministro de Defensa ya hay». El eterno «Facundito» (Suárez Lastra, aunque ya cuente 56). El querible «Cachi» Casella, de Avellaneda. Y el «Bonnie» Radonjic, hoy director también de El Estadista. Con el inquietante instrumentador Ricardo Yofre. Y, a veces, hasta con el propio Coti Nosiglia, al que le cuesta renovar la ascendencia misteriosa que trafica desde antaño.
Militantes, en fin, muy transitados. Los que portaban un previsible «destino de museo». Pero que recuperan, de pronto, la vibrante energía política. A través, primero, de la vacilación tan redituable de Cobos, al que convenientemente le perdonaron el alejamiento. Y, sobre todo, a través de la milagrosa «clonación políticamente transformadora» de los Alfonsín.
Pero debe registrarse, en los martes de Las Heras, otra presencia que consolida la cultura radical. Marca la exacta melancolía del regreso. Es Ricardo López Murphy, quien profundiza el reencuentro con el origen. Movilizado, probablemente, por la certeza de saber que ni Cobos, ni Alfonsín, tienen candidatos clavados para el Artificio Institucional de Buenos Aires.
Entre los problemas específicos del «armado», en los martes del Grupo Las Heras, suele plantearse el tema prioritario de «Buenos Aires, provincia inviable» (cliquear).
Los que se definen por «Cobos presidente», prefieren la tesis que expande Rosendo Fraga. Que el aspirante a la gobernación sea Alfonsín.
Pero el proyecto de la clonación ostensiblemente transformadora es la presidencia.
Trasciende el argumento que remite a la epopeya de octubre de 1983. Cuando Raúl, o «el Doctor», embravecido hasta por el acierto conmovedor del preámbulo, supo traccionar las decisivas montañas de votos para hacerlo insólitamente gobernador a Armendáriz.
La apuesta de los clonacionistas consiste en que Ricardo emule a Raúl. Para arrastrar favorablemente votos hacia la señora Stolbizer.
«Comparativamente, la Stolbizer del 2010, es más sólida, y más conocida, de lo que fue el «Titán» Armendáriz del 83″. Confirma la Garganta. Del clonacionismo.
Emblemas
Cobos, por la irrupción del viento de Alfonsín, brinda la idea equívoca de haberse estancado.
Se siente, en el formato de Cobos, la ausencia -transitoriamente obligada- de Raúl Baglini. Se encuentra recluido por cuestiones -dicen- de salud.
Pero se mantienen, en el cobismo, el intendente Leoni, el ex intendente Katz. Alterna Terragno. Y siguen los emblemáticos. Los que Alfonsín prefiere estratégicamente mantenerlos a cierta distancia. A pesar del afecto.
«Es mejor que estén con Cobos», sostiene otro clonacionista. De los partidarios de «hacer el corte». «Porque ya dieron todo lo que tenían para dar».
Alude a los radicales que mantuvieron, en la total adversidad, el esqueleto diseminado del partido. Aunque estuvieran al borde del descenso.
Federico Storani, Leopoldo Moreau, el mismo «Coti» Nosiglia.
(¿Acaso tanto cuesta aceptar que Alfonsín hijo, Ricardo, a quien le gana, en el fondo, es a Raúl, el padre?).
Blend
Lenguas siempre conspirativas aseguran, por otra parte, que se mantienen las líneas históricamente tendidas entre Nosiglia, El Coti, y Manzano, El Chupete.
Se cimienta entonces, en estado larval, la idea básica de la otra concertación. Brota con la contundencia de la sospecha.
Es «Cobos presidente, Narváez gobernador».
Conste que Narváez, El Roiter, como presidente, quisiera llevarse a sí mismo. O al espejismo de Reutemann. «Dos imposibles», como el bolero mejicano.
Conste que ninguno de los cuatro presidenciables, del Peronismo Federal (la entelequia que boicotea), lo conforma. Y Macri, menos, por razones para ser tratadas por Jacques Lacan.
Debe seguirse, con paranoica atención, el probable «blend». Cobos-Narváez. Ampliaremos.
Grupo Santa Fe
El formato de Alfonsín suele fortalecerse intelectualmente con las reuniones de los lunes. Es el Grupo Santa Fe.
Los «inteligentes de la cultura» suelen congregarse los lunes por la mañana, entre las paredes, cargadas de memoria y de enigmas, del departamento de la avenida Santa Fe. Contienen las densas pontificaciones de la inspirada señora Beatriz Sarlo. Atenuadas, según nuestras fuentes, por la presencia del sólido Guillermo O’Donnel. O del ex «frente grandista» Rodolfo Rodil, quien se alejó del Chacho Álvarez para adherir a «Ricardito». Complementados, en el plano de las concreciones, por Carlos Pérez Llana, el solvente traficante de geopolítica. Y hasta por el Cachi Casella, que suele hacer doblete. Porque participa, junto a Ricardo, en las tenidas culturales del clonacionista Grupo Santa Fe, y en las cazuelas insuficientes del Grupo Las Heras.
Otro que suele incorporarse, entre los inteligentes, es Marcelo Bassani. Pero insiste Bassani en asegurar que se acerca, tan sólo, por su amistad entrañable con Alfonsín. De ningún modo para volcarse a la actividad política. Cuentan que prefiere enriquecerse con la profesión de abogado.
Pero los Alfonsín, tanto antes el padre como hoy el hijo, siempre quisieron tenerlo cerca a Bassani. Es el portador de la presencia de otra figura inexorablemente evocada. Jaroslavsky.
Otro activista del clonacionismo es Federico Polak, que prosigue -en apariencias- con la condición de ser suegro de Al Pacino. El que, en cualquier momento, puede incorporarse a la campaña.
O el ex gobernador del Chaco, Rozas. Como el misionero Losada. Con el infaltable Brodherson, para «la economía» que tanto lo abruma a Ricardito. Con Pérez Llana (y el asediado embajador Villambrosa) para las sutilezas de la política exterior. Hay otros desconocidos, como aquel De Vido del 2003. Es el caso exponencial del «Willy» Herz, que supo ser pariente ocasional, que acumula manejos en el clonacionismo transformador. Se proyecta, acaso como el bonaerense Miguel Basse -y para estupor de «los emblemáticos»-, como un cuadro sustancial en la estructura en formación. Que se encuentra -se entusiasman- en la antesala del poder.
Oberdán Rocamora
para JorgeAsísDigital
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