El bumerang
El Furia choca, otra vez, la calesita.
Cartas al Tío Plinio
Tío Plinio querido,
«El cotillón puede derivar en un bumerang».
Lo anticipó Oberdán Rocamora, en el Portal. Cuando avanzó con las «sutilezas cronológicas». Las «alteraciones» (ver «De Telecom a Papel Prensa», cliquear).
El bumerang es el artefacto lanzado al espacio que siempre vuelve al punto de partida. Pero cae con mayor intensidad, contra el lanzador.
Esta vez, el bumerang cae violentamente sobre el kirchnerismo.
Vuelven, tío Plinio, a chocar la calesita. Por segunda vez. Como si el Informe Moreno, sobre Papel Prensa, fuera equivalente a la 125.
La recuperación -por lo que se ve- está desperdiciada. Así haya sido mediáticamente artificial.
La atracción del abismo. La tentación del vacío suele ser naturalmente irresistible.
Lo que el kirchnerismo exhibe hoy, con pedante prepotencia, es el aislamiento político interno.
Derivaciones patéticas de las expectativas generadas. Conste que la alucinación más leve aludía a la intervención en Papel Prensa.
La menos sensata, aludía al destino de mazmorra para Héctor Magnetto y Bartolomé Mitre. Les cabía, en el diseño, la misma figura delictiva que sirve para encerrar al octogenario Martínez de Hoz.
Como si se vieran venir el bumerang, el ostensible desinfle, el arrugue de barrera, pudo registrarse el retroceso en «El Cotillón» (cliquear).
Habrá que evocar el humor de Macedonio Fernández.
«En aquella fiesta había tantos ausentes que, si faltaba otro más, no tenía sitio».
El escape de la tortuga
Se lo ve -al kirchnerismo- demasiado solo. Pero sin la estética forzada de Oliveira de Salazar, el dictador portugués (que ni siquiera fue militar).
Salazar solía transformar la soledad política en una motivación patriótica.
«Orgullosamente solos», invocaba.
El kirchnerismo, en cambio, está «increíblemente solo». Como en el tango que canta Amelita Baltar. O Ruth Durante.
En un estado de excitación interna que guarda cierta relación, tío Plinio querido, con el fenómeno masturbatorio. Es más intenso que la estrategia política del que juega inútilmente fuerte.
Bastó que al día siguiente del «cotillón» se divulgara la solicitada de Isidoro Graiver. Para que el andamiaje, largamente elaborado, se les desmoronara.
Sorprende, tío Plinio querido, que en un gobierno excesivamente adicto a la información, se les haya escapado, con tanta facilidad, la tortuga de las desavenencias familiares de Los Graiver.
En el afán precipitado de auto-excitarse con el propio verso, subestimaron, incluso, la interna de los Graiver. Agravada, con los años, por la magnitud del padecimiento. Pero también, no lo repita, por cuestiones religiosas. La dama bella de los setenta, como lo imagina, es una «goie».
Sorprende, además, que menoscabaran, o que desconocieran, la ferocidad del litigio entre la señora Lidia Papaleo de Graiver, y su hija María Sol, que ya tiene 36 (Lidia tenía 26 cuando se amasijó David, el Duddy). Constan las multiplicadas demandas por cuestiones espiritualmente hereditarias.
Para atenuar el efecto pernicioso de la solicitada de Isidoro, al gobierno Robinson Crusoe le queda, a esta altura, tío Plinio querido, una sola bala.
Es Patricio Peralta Ramos. Que quedó explicablemente resentido, según Gargantas, con Magnetto.
Pero don Patricio -pobre- está viejo. Con el «cuerpo enfermo». Como el otro tango (innombrable, considerado mufa, ya ningún cantor lo hace).
Morenito, según nuestras fuentes, ya lo fue a visitar a don Patricio. Con una Biblia en la mano. Acompañado de la escribana de máxima confianza. Es, por lógica, su mujer.
Fue Morenito dispuesto a arrancarle la confesión a don Patricio. Para que cuente, ante la posteridad, «cómo fue que se afanaron Papel Prensa». Con Magnetto y con Bartolomé.
Al cierre de esta carta, se desconoce, tío Plinio querido, el resultado de la visita. Fue «no positivo».
Increíblemente solos
Increíblemente solos. Aplaudidos por la gente también excitada de la casa. Con cama adentro.
Kunkel, el Canca, Piumato, la señora Del Boca, Pereira, Pauls. El expresivo Cornide. Y hasta el ya escriturado Calcaterra, que no es ningún calcaterro.
Pesa el aislamiento interno. Justamente cuando el kirchnerismo perforaba, tío Plinio querido, la idea del aislamiento externo.
A través de diversas fotografías que lo mantuvieron, favorablemente, como protagonista, al canciller Timerman. Así sea de carambola.
Vaya la solución (aunque insuficiente) del tema Botnia.
El lanzamiento aduanero del Mercosur.
El acompañamiento a Kirchner, en el celebrado armisticio entre Colombia y Venezuela.
Para coronar la sucesión con la sonrisa compartida de Hillary Clinton. Fue calurosamente analizada por el columnista estrella de La Nación. De pronto, inteligentemente, los occidentalizaba.
Ya no se trataba de bonapartismo a la bartola. Se aprovechaba la cercanía del Brasil, hacia Irán, para erigirse en los campeones morales de occidente.
Méritos (occidentales) que Timerman, en simultáneo, suele arrojarlos -estilo Macri- por la ventana. Para pelearse inconcebiblemente con Alfredo Leuco, con Hugo Alconada Mon o con Leonardo Mindez. En el afán, acaso, de cargarse el gobierno al hombro. En la condición de canciller en tránsito.
Para poner incendiariamente el rostro con las aclaraciones tardías. Acerca de las diferencias comerciales que existieron entre Isidoro y David Graiver.
Sin darse cuenta que, en la Argentina, el que explica, siempre, tío Plinio querido, pierde.
Dígale a tía Edelma que, según Medea Lobotrico-Powell, El Furia implosiona.
A más tardar, cuando pase el Año del Tigre de Metal, que es el que corresponde a su identidad.
El Furia, Tigre de Metal, se pone, otra vez, la calesita de sombrero.
Hay que tenerlo en cuenta. Porque Medea vaticinó, en el Año del Búfalo, el 2009, cuando Kirchner estaba en la lona, que en el 2010, con el Tigre, iba a recuperarse.
Y dígale a La Otilia, si la ve, que mande nomás, por mail, los datos del nuevo festejante, el Marianito. La estremece porque le canta boleros, en el oído.
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