Liquidación de invierno
La Casa-Casta y el Estilo Timerman.
Artículos Internacionales
Tío Plinio querido,
Desde el Twitter, Timerman le marca límites humillantes al periodismo. Se lo carga.
A través del desenfado directo, elimina el rebusque profesional de los intermediarios. Se carga, llave en mano, la relativa utilidad de las asesorías de prensa.
Pero también se estudian, según nuestras fuentes, otros cargamentos.
Como cargarse, de mínima, 30 embajadores de la Casa Casta. De máxima, 70. Para redondear en 40. Y producir espacios para la caravana de ministros que empujan hacia arriba.
El deseo imaginario del plan contrasta con las obstrucciones de la política real. Con la conveniencia económica que consiste en evitar los juicios.
Esperar suele ser más redituable que rebanar cabezas. De los retiros debe ocuparse el sabio paso del tiempo.
Los diplomáticos debían jubilarse, tío Plinio querido, a los 65 años. Aunque se encuentren, en su mayoría, lozanos, radiantemente conservados. Podían continuar cinco años más, hasta los 70.
Sin embargo se las ingeniaron para instalar la jubilación, directamente, a los 70 años. Cuestión para dirimirse, en todo caso, en los Tribunales.
La frontera de los 70 ahora se lleva, hacia la indolencia del retiro, a cuatro dignas excelencias, extraordinarias y plenipotenciarias. Por recato, no se mencionan las señoras. Los señores son Molteni, y Taboada.
Para encarar la liquidación de invierno que se planifica, el problema se presenta en los embajadores que oscilan entre los 65 y los 70 años. Son 30, de los 100 que hay en vitrina. Representan la franja escogida para producir el recambio generacional. Sin arrojarlos, en lo posible, por la ventana del piso 14 de Esmeralda y Arenales (ampliaremos).
Estilo Timerman
En su comunicativo rol de jefe de la diplomacia, Héctor Timerman, tío Plinio querido, en principio acertó. Al desligarse, totalmente, del manejo administrativo. Del control operativo. De la complejidad cotidiana de la Casa Casta. Le cedió el sabot del trabajo a Alberto D’Alotto. Es hoy el vicecanciller.
Si aún lee el Portal, sabrá que la relación de Timerman, con D’Alotto, mantiene raíces muy profundas.
Lazos de identidad que se consolidaron cuando Timerman era el embajador en los Estados Unidos, y D’Alotto era el jefe de gabinete del canciller Jorge Taiana, El Inadvertido.
Ocurría que Taiana se resistía a atenderle el teléfono a Timerman. Al que, en fin, no soportaba. Entonces Taiana le bajó la instrucción estricta a D’Alotto:
«Al rompep… de Timerman no me lo pases. Atendelo vos».
Menos que la llegada de Timerman, en La Casa, fue la salida de Taiana la que produjo, tío Plinio querido, cierta distensión. Un alivio motivado por la celebrada partida de las apoyaturas primordiales. Los Artículos Quinto (embajadores políticos). Los que fueron reacomodados en otras burocracias del Gorro Frigio.
En especial, tío Plinio querido, La Cuñadísima.
Trátase de la señora embajadora Rosa de Luxemburgo. Y de aquel baluarte que fuera El Tojo. El Inabordable que acaparaba funciones.
Máximos exponentes, junto a Taiana, de la Cancillería de las Regionales.
Al Tojo planificaban indemnizarlo, hasta anteayer, con la embajada en el Uruguay.
Aunque Montevideo, infortunadamente, dejó de ser un barrio lateralmente apacible.
El Uruguay ya no es, exclusivamente, tío Plinio querido, un gran balneario.
Desde el siglo anterior, la sede de Montevideo se encontraba escriturada. Para el inquilino inventariado, Patiño Mayer. Irreemplazable, como el Archie Lanús en París.
Mitos de La Casa. Como el que alude a El Pomo Real.
Sin embargo se piensa que el único -más o menos- capacitado, para arreglar los desbordes orientales de Botnia, es Rafael Follonier.
Trátase del amigo de Minguito, el presidente Mujica. Desde los tiempos remotos en que participaban de otras diplomacias, bastante polvorientas.
Pero Néstor quiere retenerlo, al Rafa, para que le traduzca algo del invento brasileño de la UNASUR. Y Cristina también quiere tenerlo cerca. Para que prosiga la tarea ingrata del Canciller Paralelo.
Al «Tano» Tacchetti, en cambio, aquel que fuera vicecanciller de Taiana, no va a ser necesario enviarlo, en adelante, a pasear. Con cualquier pretexto. Para que dejara de jorobar a la dupla Tojo-Taiana, de Las Regionales. Decidieron despacharlo a Tacchetti como embajador. Hacia Alemania. En reemplazo de Nielssen, otro Artículo Quinto.
Emociona saber que La Casa le gana, a la política, un lugar.
Vacantes
Entre la docena de destinos vacantes, debía ocuparse, tío Plinio querido, prioritariamente, Estados Unidos.
Para colocar alguien de su extrema confianza, en un rapto de arrojo corporativo, Timerman intentó enviar, como embajador, al colega Martín Granovsky.
Trátase -Granovsky- del columnista que exhibe sus conocimientos privilegiados en la Secretaría de Estado de Página 12, donde suele despedazar a Sadous, el desestabilizador, y a la dinastía de los Bartfeld.
Después de haber dejado, Granovsky, en la Agencia Telam, un recuerdo entrañablemente imperecedero.
Pero la Presidente, a Granovsky, según Gargantas, le bajó el pulgar.
Como Timerman no pudo otorgarle a Granovsky la vacante del primer premio, quiso darle terminación. La yapa del Consulado en Nueva York.
Aquí Cristina mostró la extraordinaria coherencia. Volvió a rebotarlo.
Otro litigio desagradable, en La Casa, es, tío Plinio querido, el «dossier Chiaradía».
Trátase -Chiaradía- del aún Secretario de Relaciones Económicas Internacionales. Correspondía que Chiaradía se fuera con Taiana. Y con la heroína, Rosa de Luxemburgo.
Pero como Timerman, aparte de D’Alotto, estaba en banda, le suplicó, a Chiaradía, por lo que sabemos, que se quedara un tiempito. Que le cubriera un poco las espaldas mientras se peleaba, con la poderosa artillería de sus tweets, contra Clarín y La Nación.
Al menos, Chiaradía debía quedarse hasta que se le encontrara un reemplazante. Pero que no fuera, por favor, Luisito Kreckler.
Trátase -Kreckler- del que es aún segundo de Chiaradía. El Subsecretario, que ni siquiera por teléfono se habla con el Secretario.
Uno, para el otro, era invisible. Un fantasma como el del Pomo Real (acaso el secreto mejor guardado de la Casa Casta).
Kreckler es caracterizado, tío Plinio querido, por ciertos atributos censurables. Por el impulso avalador que suele proporcionarle el ministro De Vido. Quien lo postulaba a Kreckler, para su desdicha, como canciller.
La relación del Secretario y el Subsecretario era lo suficientemente pésima como para que Chiaradía prefiera ser reemplazado por Stancanelli.
Pero la orden, que llega desde arriba, consiste en designarlo Secretario a Kreckler. Para algarabía de De Vido, y desconsuelo medular de Stancanelli. Y para decepcionante dolor, sobre todo, de Chiaradía.
Pero no todo está perdido. Para confortarlo a Chiaradía, decidieron ofrecerle, en bandeja, otra yapa. La embajada en los Estados Unidos. Se la merece.
Dígale a tía Edelma, pero sobre todo dígale a La Otilia, que abandone las peterías del Facebook (que a la Otilia, tan fatal, sólo le sirve para buscar novios). Y que se incorpore al Twitter. Novios no va a encontrar. Pero podrá saber algo de la política exterior.
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