Santa Fe, Provincia bifronte
¿Binner-Alfonsín? ¿Alfonsín-Binner?
Artículos Nacionales
escribe Serenella Cottani
Interior-Provincias, especial
para JorgeAsísDigital
SANTA FE (de nuestra corresponsal itinerante, S.C).- Ricardo Alfonsín, en el Bar Cristal, es mejor contemplado que el vicepresidente Cobos. Entre los inflamados socialistas que aspiran, después del mandato de Hermes Binner, a continuar con la gobernación de la provincia bifronte. De las dos caras. Santa Fe y Rosario.
Antes de referirnos al lote de postulantes, hay que seguir con Alfonsín. «El Destapado» (cliquear). En su visita a La Casa Gris, supo desacomodarlo favorablemente a Binner. Le dijo:
«Cuanto me gustaría, Gobernador, acompañarlo en la fórmula presidencial».
Conste que Alfonsín dijo «acompañarlo». No pidió «que lo acompañara». La modestia, cuando es naturalmente empleada, suele conseguir efectos contundentes.
Cobos -rival interno de Alfonsín en la ONG del radicalismo que resurge- había cometido con Binner una imprudencia paternal. Cuando reinaba, como Alejandro Magno, desde las alturas de las encuestas. Consistió en proponerle la candidatura vicepresidencial. Pero desde la bocina de los medios de comunicación. Justamente a Binner, el recatado socialista de aparato. Respetuoso de las normas casi clericales. De las formas que signan la estética del fondo.
En sobrio off the record, Binner dejaba traslucir que de ningún modo lo seducía semejante privilegio.
El ofrecimiento transcurrió cuando la jefatura del predominio radical parecía redimirse entre Cobos, que disfrutaba la plenitud del ascenso, y la señora Carrió, que derrochaba su rol auto-adjudicado de jefa de la oposición (a Kirchner, al que quiere ver preso).
Culturalmente, Carrió no podía admitir que Cobos, vicepresidente de La Elegida, por aquella vacilación histórica de la madrugada, pudiera desplazarla.
«Con Cobos -sintetiza la Garganta del Bar Cristal- Binner nunca va a ir».
Pero agrega. «Tampoco, por supuesto, va a ir con Carrió».
Con Pino Solanas, entonces. «Ni soñarlo».
Pero se interpuso Raúl Alfonsín. Con el acontecimiento, memorablemente conmovedor, de su muerte.
Alfonsín produjo el milagro de incluir al tercero en la discordia. El crecimiento notable del hijo, Ricardo, El Alfonsinito.
Se consagró después -Ricardo- en una elección interna. De las que sólo pueden valorar los radicales inalterables del siglo diecinueve. Para convencionales de la sustancial provincia de Buenos Aires.
El crecimiento de Ricardo alcanzó ribetes sociológicos. Al extremo de sugerirse, en la mesa de café de cualquier pueblo perdido, menos elegante que el Cristal, que el hijo perfectamente puede repetir la experiencia del padre. Y superarlo.
Austeridad socialista
Dicen siempre, los políticos, que no hay que apurarse en hablar de candidaturas. Santa Fe no es la excepción. Pero en la práctica, en todas partes se habla de la sucesión de Binner.
Depende del armado de la alianza (palabra en desuso voluntario) que los radicales aquí mantienen con los socialistas.
Cabe consignar que los socialistas pudieron hacerse del control de la riquísima provincia bifronte, después que cesaran las tenazas de la Ley de Lemas. Dicen que fue el rédito que supo sacarle Binner a Kirchner. El balance fáctico del período inicial de la transversalidad. De cuando Kirchner, para construir poder, franeleaba. Solía fotografiarse con transversales como Binner, el «paraguayo» Ibarra, y el desopilante Juez.
Entonces el ticket del 2011 se encuentra en elaboración. Debe resolverse, antes, la ocupación de los casilleros que compiten entre sí. La más leve alteración puede desarmar el cuadro.
Si va, por ejemplo, para la gobernación, otro socialista, podrán (los socialistas) conformarse con la vicepresidencia en el rubro nacional. O viceversa.
Ceder la gobernación local es un pecado, que paradójicamente lo cotiza a Binner para el plano nacional.
Curiosamente, el intendente Mario Barletta, de Santa fe, la cabeza-capital, es radical. Ambiciona ser el candidato a gobernador. Aunque aún no le alcanza (téngase en cuenta que en Rosario, la otra cabeza, lo desconoce con entusiasmo el 60 por ciento). Sin embargo los radicales lo estimulan a Barletta para que se lance. El objetivo consiste precisamente en cotizarle caro el renunciamiento. Para cederle, de nuevo, la gobernación a otro socialista. Como Antonio Bonfatti, el ministro de Gobierno, sindicado como el preferido de Binner. O Miguel Lifschitz, el intendente de Rosario. O el senador Giustiniani, que viene, en el combo nacional, con la señora Carrió.
Pero Giustiniani es, de los tres, el socialista que mantiene el control del aparato del partido.
La valoración del renunciamiento radical de Barletta representa el gesto que facilita la aceptación de Binner. Para secundar, en el ticket presidencial, a un radical.
«Pero que le quede claro, Serenella. Si va Binner, hasta hoy, va de primero», certifica otra Garganta, con sentido táctico.
«De últimas, para bajarnos hay tiempo».
Ante la incredulidad de la corresponsal, que pone rostro de perpleja, la Garganta agrega:
«Si es con Alfonsín, adelante con los faroles. Sea de uno o de dos. Pero si es con Cobos, Binner se queda en su casa» -confirma.
Sería (la candidatura de Cobos) una de las píldoras que Binner, para mantenimiento solidario de la coalición, tendría que tragarse.
Otra píldora consistiría en que Carrió fuera promovida para la capital de Buenos Aires. Pero el riesgo aquí es descartable. Ya que se piensa, para el desierto dirigencial de la metrópoli, en Adrián Pérez. Es el Jean Paul Belmondo (en versión pobre, según Rocamora).
De acuerdo a la evaluación de la corresponsal, podría ofrendarse la fórmula Binner-Alfonsín. O viceversa. Depende siempre de quién sea el postulante para la gobernación de Santa Fe. Si es Barletta, el instrumento radical. O cualquiera de los tres socialistas en vitrina. Los que compiten con la austeridad del recato que cubre la feroz rivalidad.
Según el informe de Nueva Comunicación, empresa colega de Consultora Oximoron, en materia de imagen, en la sociedad santafesina, Giustiniani aparece como el mejor posicionado. Viene seguido, de cerca, por Lifschitz, el intendente de la otra cabecera. Rosario. Por lo tanto Lifschitz es casi un desconocido en Santa Fe.
Tiene Lifschitz, en Santa Fe, el mismo inconveniente del radical Barletta, en Rosario.
A Bonfatti, en cambio, podría costarle un poco más imponerse. «Salvo que salga Binner, al comando de campaña, para acompañarlo».
«Como lo hace Lula, en Brasil, con la señora Dilma Rouseff», ilustra, en el Cristal, la Garganta con veleidades de internacionalista.
Lo cierto es que, si la alianza radical-socialista de Santa Fe se diseña con sabiduría electoral, es altamente probable que el próximo presidente argentino surja de esta coincidencia. Que sea Binner. O Alfonsín.
Aunque la condecoración del radical derive en el desperdicio para la provincia inviable que lo requería. Buenos Aires.
Binner-Alfonsín, o Alfonsín-Binner. Sería efectivamente demoledor para las imposturas progresistas del kirchnerismo.
La fotocopia ideológica puede sustituirse por el original.
Peronismo conjetural
Quieto, en silencio, ensimismado en la lenta contemplación de las monotonías de Llambi Campbell, sin lanzar una idea (ni siquiera mala), Reutemann es, a pesar de todo, el peronista más valorado de la provincia bifronte. En los dos rostros, y en el interior también.
«Reutemann se destaca, Serenella, entre los peronistas, porque no parece serlo», continúa la Garganta.
«Ocurre que la Cooperativa del peronismo, por aquí, hizo estragos».
Para completar el despacho descentralizador, desde Santa Fe, debe consignarse que el peronismo asoma como otra conjetura.
Alejado Reutemann del sacrificio protagónico, aparecen los reutemistas. Para rellenar el bolillero, impulsan a Daniel Germano. Pero con mayor convicción, desde la conjetura del Peronismo Federal vuelve a hablarse de Obeid. Ya fue -Obeid- gobernador y es apreciablemente confiable. Sobre todo en la cabeza de Santa Fe. Ideal para batirse con la conjetura que alude al kirchnerismo.
La separación garantiza -casi puede asegurarse- la continuidad de los socialistas.
Invariablemente se posterga, otra vez, a Omar Perotti. Es Perotti el intendente de Rafaela, considerado un elemento de reserva bastante calificado que tiene el peronismo. Relativamente equidistante, entre las dos cabezas. Pero se encuentra situado en el centro del laberinto.
«Perotti no es el candidato porque es poco conocido. Es poco conocido Perotti porque no es el candidato».
Suerte, después de todo, para la algarabía visual, que comiencen a cubrirse las paredes y los cartelones con el rostro altivo del poeta Rafael Bielsa. Exhibe -Bielsa- una pasión incontenible por la insistencia.
«Si antes de consagrarse, Mitterrand, Lula y Allende perdieron tres veces -prosigue el Internacionalista- Bielsa puede contagiarse». Y disponer del derecho de perder varias veces más.
«También, Serenella, está Rossi, el Barba».
Otra suerte es que se acabe el espacio asignado, y podamos prescindir del Barba. Aunque habría que mencionar, por ahora, a Alejandro Fantino. Es el periodista deportivo que mide de manera inquietante.
Fantino Conducción.
Serenella Cottani
para JorgeAsísDigital
Relacionados
El parravicinismo libertario contra el peronismo del año impar
Momento pleno de inflación baja, pero de ambición larga.
La delincuencia al poder
La justicia argentina tampoco se queda atrás en el vasallaje del ridículo. ¿Y si les vuelve a ganar?
Lucha por el poder en La Pajarera
Acaso peronismo sea todo aquello que subsiste después de las declinaciones de las modas dominantes.