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El supercombo

Duhalde-Reutemann para la presidencia. Narváez, Gobernador de Buenos Aires. Macri, reelección en Artificio de Capital.

Jorge Asis - 30 de junio 2010

Cartas al Tío Plinio

El supercomboTío Plinio querido,

Jorge de Arimetea, muy churrigueresco, expuso la teoría del «ticket etnocéntrico» («Artificio autónomo de la Capital», cliquear).
«Ticket», por la paquetería electoral de los (norte)americanos, aplicada a las postales del Peronismo Federal.
«Etnocéntrico» es el que impone los códigos centrales de su cultura. Interpreta el mundo, con el centro en sí mismo.

Primero, en el «ticket etnocéntrico» de Arimetea, debe armarse Buenos Aires y la Capital. Sólo después puede acomodarse el resto menos trascendente. El país entero. Con la excepción de La Rioja, la región expulsada del federalismo peronista. Menem, menos que el antecesor, les marca -a los peronistas federales- «el límite» de la sensibilidad.

Cinco pasos

Si se lo piensa mejor, el «ticket etnocéntrico» de Arimetea es, tío Plinio querido, un combo. Como los supercombos de Mc Donald’s. Discutiblemente nutritivos.
La bandeja del combo lo contiene a Duhalde, como plato de resistencia.
Es -Duhalde- el Piloto de Tormentas (generadas). Entre los escraches cotidianos, es enarbolado para la presidencia.
(Cierto consultor asegura que Duhalde «nunca va a llegar». Que es la garantía para que el próximo presidente sea radical. Sálvese, en todo caso, el que pueda. Final cinematográficamente previsible. Con acción, polvaredas y aventuras).

Pero Duhalde viene, en el combo, acompañado de la bebida. Es el energizante Francisco de Narváez, El Roiter. El Caudillo Popular que suele rectificarse tanto como el general Balza.
El Roiter, tío Plinio querido, desconcierta. Sigue en la autoexcitación de la pedantería presidencial.
Es El Vareador que varea a Daniel Amoroso, el Lúdico, y a José Scioli, el «muletto», apodado «Ay Pepito».
Los varea por el «artificio de la capital».
Mientras tanto, en el interior del supercombo, Narváez es facturado para la gobernación de «Buenos Aires. La provincia inviable» (cliquear).
Significa que El Roiter se predispone a competir, otra vez, con Scioli, pero el verdadero. El Líder de la Línea Aire y Sol. Como en el 2009.
(Sin embargo no vale, porque Scioli, tío Plinio querido, fue, en el 2009, como preservativo testimonial. Tomado del cuello por Kirchner, El Furioso).

Falta detallar, tío Plinio querido, las bondades del postre. Es Mauricio Macri, el Dulcineo del Toboso. Para encarar la reelección en el Artificio Autónomo de la Capital. Pese a la calamidad del procesamiento. Y a las ambiciones postergadas de la señora Michetti. Y, especialmente, de Rodríguez Larreta, El Pesado, ídolo de Flores sur.
El supercombo ideal lo complementa el café. Es Roberto Lavagna, el Hombre de Mármol.
La Esfinge pálida de Lavagna necesita recomponerse del cansancio por aquel paseo maléfico. De la mano de El Furioso, por los jardines de Olivos.
Si es que gana Duhalde (a pesar del pesimismo del consultor), la Esfinge de Lavagna puede quedarse con la jefatura de gabinete. Ser el Premier.
Presentado el supercombo, sólo puede tragarse con el premio. El obsequio de la casa es un potente digestivo.
El Alka Seltser es Carlos Reutemann. El esquivo administrador de las vacilaciones. El Galán Madurísimo que aún hace suspirar a la Otilia (cuanto más veterana, por los calores internos, la Otilia se pone más fatal).
Como lo expuso Arimetea, el Galán Madurísimo (Reutemann) es El Elegido, por Duhalde, para la vicepresidencia.
Como Reutemann que no se banca la rudeza de ir por el primer lugar, puede mantener la coherencia que signa el estilo deportivo. E ir de segundo.

Medialunas

Duhalde-Reutemann. Ticket presidencial. Narváez, gobernador. Macri, sigue alcalde. Lavagna, el Premier.
Los cinco pasos del supercombo van a esmerarse en desmentirlo. Para sostener, hasta diciembre (que pasa a marzo), en graves raptos de originalidad, que aún «no es el momento de las candidaturas». Hay que esperar. Son trascendidos que pueden representar, tío Plinio querido, la solución. Y el inicio prematuramente simultáneo de otros problemas.
El dilema de los que se quedan, en el Peronismo Federal, afuera. Con la medialuna enarbolada y sin el café con leche a la vista.
«Sólo hay dos cargos nada más para cubrir ahora», nos confirma Arimetea. «Presidente y vice. El resto tiene que estar a tiro de decreto».
Carne de juramento.

Los que se quedan afuera, de las primeras bandejas del supercombo, tienen asignado, tío Plinio querido, el recurso de la grandeza. La proeza del consenso. El renunciamiento histórico.
La medialuna está en la mano y en algún tazón se la va a mojar.
Sin ir más lejos, Juan Carlos Romero podrá intentar la recuperación de Salta, el territorio que Urtubey le sopló.
Ramón Puerta podrá utilizar tanto apasionamiento cultural por los viajes. Apaciguar las ilusiones vicepresidenciales para regar el objetivo de ser Canciller.
En cambio, los Rodríguez Saa, consagrados para la historia como los Barros Schelotto, perfectamente pueden recluirse en el Estado Libre Asociado de San Luis.
«Donde alambraron tan bien la provincia, para que no les entre nadie, que ya no pueden salir» (sentencia de Blanco y Jarra, pensador positivista).
O tendrán que fortalecerse, en sus territorios. Como Busti. O empezar la faena titánica de conquistarlos. Como Mondino. O Arnold, El Chiquito.
El problema es siempre Felipe Solá. Baluarte primordial del felipismo.
¿Qué hacer, tío Plinio querido, con Felipe?
Nadie podrá conformarlo, a esta altura, con una banca eventual de senador.
Lo conveniente sería venderlo, a Felipe, por lo que Felipe cree valer.
Después de peregrinar por la televisión, es injusto que a Felipe se lo deje afuera. Tiene razón en plantear internas desafiantes. Conmovedoras. Sin que Duhalde, hasta aquí, le haga caso.
Das Neves, El Tenor Portugués, presenta un problema menor. Prosigue en la tibieza del bolillero. Hace correctos reportajes. Toma distancias de El Furioso. Busca su lugar en el sol. Pero -una lástima- aún no prende.

Dígale a tía Edelma que la Argentina actual está conducida por víboras.
Serpientes de Agua, como La Elegida. Como Timerman, el «peladito» peleador, que también es Serpiente. De Agua. Del 53.
Hay tanto cierre conspirativo entre las víboras que se entienden en el serpentario. Porque Timerman, con la instrucción de La Elegida, como vicecanciller designó otra Serpiente de Agua. Es el tal D’Alotto. Tiene el mérito de ser, hasta hoy, un desconocido.
Dígale a tía Edelma, para terminar, que Saturno en contra ya le pasó sobre su sol. Puede prescindir de la cinta roja, en la izquierda. Guarda que «roja» es una palabra cache. Prescinda también de usarla.

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